EL MONÓLOGO / 298
Resistir no alcanza

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Por Pepe Moreno *

 

 

Estamos a punto de pasar del 2025 al 2026 y hay que hacer balance. Ha sido un año marcado por la escasez de la vivienda, en el que se ha hablado mucho y se han hecho ninguna, pero se han anunciado muchas, la modificación de leyes para acelerar su tramitación, sobre el papel, y se han elaborado planes de difícil ejecución.

 

Hemos hablado de una ley de extranjería, con muchas aristas, que sirvió incluso de una nueva afrenta del Estado con las comunidades autónomas, que, bajo la excusa de su nula financiación, les dio la excusa para que todas fueran a los tribunales para decir que estaban a tope en eso de acoger a los menores inmigrantes no acompañados.

 

Nos pasamos casi dos años discutiendo la norma para que luego hiciera el Estado y las Comunidades lo que les dio la gana, y Canarias acogiéndolos en unos centros que al principio no tenía y que tuvo que hacerlo a lo largo de los 88 municipios y de las siete de las ocho islas de nuestro archipiélago.

 

En 2025, Chat GPT se ha consolidado en el mundo digital. La IA permite producir anuncios, catálogos y publicaciones en segundos, ahorrando tiempo y dinero frente al trabajo tradicional. Sin embargo, este avance ha provocado pérdida de autenticidad y desconfianza en consumidores hacia lo que muestran algunas marcas.

 

Muchos nos han advertido que usar fotos generadas por IA para vender productos o servicios disminuye la intención de compra y recomendación. Las empresas que recurren a este tipo de inventos suelen percibirse como poco profesionales, impersonales o engañosas. En servicios de ocio, como hoteles, preferimos imágenes reales, aunque no sean perfectas.

 

Hemos visto a lo largo de este 2025 cómo han subido los precios de alimentos básicos de la ciudadanía y hemos pasado casi de unas cantidades prohibitivas para las papas canarias a las de los aguacates o de los huevos. Por ejemplo, la tortilla española, que se hace con huevos, papas, cebollas y aceite de oliva.

 

Los huevos se han incrementado un 36 % en unos dos meses, a lo que se suma el encarecimiento de las patatas. Los huevos cuestan el doble que hace seis meses y un 110 % más que hace cinco años. Esto ha provocado que preparar una tortilla de patatas para cuatro personas en casa haya pasado de costar apenas 2 euros a una cifra que puede alcanzar los 5 o 7 euros, dependiendo del tipo de huevo.

 

Tras una huelga en hostelería durante momentos clave, los salarios aumentaron después de que subieran los precios de las habitaciones. Fueron meses difíciles para el sector servicios, aunque no se redujo la llegada de turistas ni la demanda de vacaciones. Todo el mundo terminó adaptándose a esta situación.

 

Hace unos días, el rey Felipe VI dio un mensaje de Navidad en el Palacio Real, de pie, en una estética nunca realizada por ningún monarca español, destacando los valores que han impulsado a España durante medio siglo de democracia y su ingreso en la Unión Europea.

 

No mencionó directamente las causas de la crisis de confianza, ni la corrupción o polarización que vivimos, pero sí señaló los retos actuales: coste de vida, acceso a la vivienda, incertidumbre laboral y fenómenos climáticos. En su discurso advirtió que estos desafíos y la tensión en el debate público no se resuelven con retórica ni voluntarismo.

 

A esos retos que señalaba el Rey habría que añadir algunos que, en Canarias, pesan el doble. Porque aquí todo llega más tarde, cuesta más y se sufre antes. La precariedad laboral, por ejemplo, sigue siendo estructural. En 2025 se ha reducido ligeramente el paro, sí, pero seguimos encabezando las tasas de temporalidad y de salarios bajos.

 

Tener trabajo ya no garantiza vivir con dignidad: hay miles de canarios con nómina que no pueden alquilar una vivienda sin compartir, que retrasan la emancipación o que vuelven a casa de sus padres pasada la treintena.

 

La vivienda sigue siendo el gran agujero negro. Los precios del alquiler han seguido subiendo en las zonas tensionadas, especialmente en las áreas turísticas y en las capitales. La oferta de vivienda pública continúa siendo insuficiente y lenta, mientras se normaliza que pisos residenciales se destinen al alquiler vacacional. Se legisla, se anuncia, se promete, pero el resultado es el mismo: vivir en tu propio barrio se ha convertido en un lujo. Y cuando el mercado expulsa a los vecinos, no estamos ante un problema inmobiliario, sino social.

 

Otro asunto que atraviesa el año es el de la movilidad y las infraestructuras. Se habla de sostenibilidad mientras seguimos dependiendo del coche privado porque el transporte público no llega, no conecta o no es fiable. Y eso que muchos se han unido a la gratuidad del transporte de viajeros, pero hay que decir alto que no hacen las obras que tienen que hacer y que nos perdemos entre licitaciones, proyectos y ganas de hacer cosas.

 

Muchas veces han hablado de los aparcamientos disuasorios, pero ¿han hecho alguno? Hoy en día, desplazarse por algunas islas sigue siendo una carrera de obstáculos. Y mientras tanto, los grandes proyectos se eternizan entre informes, recursos y promesas que se repiten legislatura tras legislatura.

 

La sanidad pública ha sido otro foco constante de preocupación en 2025. Las listas de espera continúan siendo demasiado largas y el personal sanitario sigue reclamando refuerzos estructurales, no parches. Muchos canarios han normalizado esperar meses para una prueba o una consulta, y eso también es una forma de resignación colectiva que debería inquietarnos más de lo que lo hace.

 

En educación, el debate no ha ido tanto por los contenidos como por los recursos. Aulas que tienen demasiados alumnos o de varias culturas, falta de personal de apoyo y un sistema que no termina de adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales que ya están aquí. Se habla mucho de digitalización, pero poco de pensamiento crítico, de lectura comprensiva o de preparar a los jóvenes para un mercado laboral que exige flexibilidad sin ofrecer estabilidad.

 

Y luego está el modelo económico, ese elefante en la habitación. El turismo volvió a batir récords en 2025, pero la riqueza no se reparte mejor. Como decía más arriba, seguimos dependiendo de un sector que genera empleo, sí, pero también tensión en el territorio, presión sobre los servicios públicos y una inflación que pagan sobre todo los residentes. La sensación es que la economía crece; sin embargo, no necesariamente mejora la vida de quienes viven aquí todo el año.

 

Quizá por eso 2025 ha sido también un año de fatiga social. No de estallidos, sino de desgaste. De aceptar como normal lo que no debería serlo: pagar más por menos, esperar más para casi todo y agradecer lo que antes era un derecho.

 

Y, aun así, Canarias sigue teniendo algo que no aparece en los informes ni en las estadísticas: una enorme capacidad de recomponerse. Aquí la gente no se rinde con facilidad. Se ajusta, se ayuda, inventa soluciones y sigue caminando, incluso cuando el terreno se pone cuesta arriba. Esa fortaleza silenciosa, cotidiana, es la que ha sostenido estas islas en los peores momentos y la que puede volver a hacerlo.

 

Entramos en 2026 con un debate que ya no puede quedarse solo en lo local. Porque buena parte de lo que nos afecta se decide también en Madrid, y cada vez más en Bruselas. Las Regiones Ultraperiféricas vuelven a estar en el centro de la discusión europea, y lo que ocurra con el POSEI y con el siguiente marco financiero no será una cuestión técnica, sino una prueba real de si Europa entiende —o no— qué significa vivir y producir a miles de kilómetros del continente.

 

La posible modificación del POSEI no es un asunto menor. Afecta al campo, al equilibrio territorial, a la soberanía alimentaria y a la supervivencia de muchas explotaciones que ya operan al límite. Defenderlo no es pedir privilegios, es exigir que se reconozcan los sobrecostes estructurales de la ultraperiferia. Canarias no puede competir en igualdad de condiciones si se le quitan los instrumentos que compensan esa desigualdad de partida.

 

A esta ecuación se suma el contexto geopolítico del entorno más cercano. La reciente cumbre con Marruecos, celebrada sin la presencia de Canarias, ha vuelto a sembrar dudas razonables sobre cuestiones sensibles como las aguas territoriales y el interés estratégico por las tierras raras del subsuelo marino. No es alarmismo, es sentido común: cuando se habla del futuro del Atlántico y de recursos estratégicos, Canarias no puede ser un actor ausente ni una nota a pie de página.

 

Tampoco ayudan decisiones que, bajo el paraguas de la modernización, acaban encareciendo la vida y la actividad económica en las islas. Las nuevas tarifas de AENA para las guaguas turísticas y el incremento de tasas aeroportuarias vuelven a trasladar costes a un territorio que ya parte en desventaja. Cada euro que se suma al transporte, al turismo o a la conectividad es un euro que se resta a la competitividad y, al final, al bolsillo de los residentes.

 

No obstante, incluso ahí hay margen para la esperanza. Canarias ha demostrado que sabe defender sus intereses cuando habla con una sola voz. Y la historia reciente enseña que, cuando las islas se explican bien y con argumentos, Europa escucha. No siempre a la primera, pero tiene audiencia.

 

Canarias tiene talento, tiene gente preparada y tiene razones de sobra para reclamar su lugar, sin victimismo, pero sin complejos. Porque vivir en estas islas no debería ser una heroicidad cotidiana, sino una oportunidad compartida. Y ese, quizá, sea el mejor punto de partida para el año que empieza.

 

Entramos en 2026 con los mismos problemas de fondo y con la obligación —política y colectiva— de dejar de administrar la urgencia y empezar a pensar en el largo plazo. Gobernar no es apagar fuegos, ni gestionar titulares, ni fiarlo todo a que el próximo año sea mejor por inercia. Gobernar es anticiparse, planificar y, sobre todo, pensar en la gente que sostiene este país y estas islas cada día, aunque raras veces salga en las estadísticas. ¡Feliz 2026 para todos!

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 28 de diciembre de 2025.

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