Oro, incienso
y mirra
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Guillermo Cabrera Moya *
Ahora que las fiestas ya han terminado y empezamos un nuevo año, parece buena idea hacer un repaso a los regalos que los tres Reyes Magos dejaron en el Portal y qué relación podrían tener, si así lo pretendiéramos, con la educación.
Es bien conocido que el oro que llevaba Melchor era un regalo destinado a un rey —recordarás que los Reyes Magos iban en busca de ‘El Rey de los Judíos’ (Mateo 2:2)—. En el caso educativo, el mayor tesoro, el oro, lo encontramos en las manos del profesorado que tenemos que, dedicado en cuerpo y alma a la profesión que les apasiona, invierten todo su tiempo en la búsqueda de poder mejorar en los siguientes aspectos:
- Conocer la materia que imparte. Hablo no solo de saber conceptos, acontecimientos, curiosidades…, también me refiero a saber organizarla, y relacionarla con otras áreas del conocimiento.
- Dominar distintas técnicas de enseñanza-aprendizaje. No todo nuestro alumnado aprende de la misma manera y no todos los contenidos pueden trabajarse de la misma forma, por lo que hay que tener conocimiento de distintas formas de cómo hacerlo.
- Planificación de las clases. Los docentes eficaces no improvisan, establecen los objetivos y planifican sus clases para poder convertir las aulas en un lugar apasionante, de constante ajetreo.
- Conocemos y tenemos en cuenta la psicología evolutiva de nuestro alumnado. Según las edades en las que impartimos clases, las necesidades, inquietudes y dificultades varían. Debemos conocerlas para dar la mejor respuesta.
- Habilidades para controlar el aula. Organizar un grupo nunca es fácil. Lograr que estén atentos, que estén motivados e interesados por la tarea es muy difícil de conseguir. Buscar la manera de hacerlo es una labor diaria, constante, agotadora.
- Habilidades de comunicación. Debemos adaptar nuestro lenguaje para que los receptores puedan entendernos. Hay que tener en cuenta que no todos somos iguales y que nuestro alumnado tiene sus propias cualidades y perfil de aprendizaje.
- Habilidades tecnológicas. En estos tiempos han cobrado una gran importancia y utilizadas correctamente suponen un aumento de la calidad educativa. Por esto los buenos docentes tienen conocimientos y están al día de las nuevas tecnologías que fomentan el ambiente educativo. También es importante que nos encarguemos de familiarizar al alumnado con dichas tecnologías.
Por otro lado, el bueno de Gaspar cargaba con un cofre de incienso. Como sabemos, esta resina, al ser quemada, desprende un fuerte aroma que en muchas religiones y culturas es considerado como purificador.
En las escuelas ese aroma diferenciador puede radicar en la amplia selección de metodologías que intentamos utilizar para desarrollar las Inteligencias Múltiples[1] (prometo que el siguiente artículo, si así procede, hablaré de ellas).
Ya no se enseña como antes, nuevas metodologías han llegado y cambiado el panorama y entornos educativos. Entre los principales modelos, me gustaría destacar tres de las más utilizadas, aunque hay más que igual podemos abordar en otro momento:
- Flipped Classroom (Aula Invertida). Es un modelo pedagógico en el que los elementos tradicionales de la lección se invierten: los materiales educativos primarios son estudiados por el alumnado en casa y, luego, se trabajan en el aula.
- Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP). El alumnado adquiere conocimientos y competencias clave a través de la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real.
- Aprendizaje Cooperativo. La principal característica es que se estructura en base a la formación de grupos de entre 3-6 personas, donde cada miembro tiene un rol determinado y para alcanzar los objetivos es necesario interactuar y trabajar de forma coordinada.
La mirra que transportaba Baltasar era utilizada por un lado como anestésico —por lo que lo podemos interpretar como que reconocía que Jesús iba a quitar el dolor— o cómo sustancia que servía para embalsamar a los difuntos —con este sentido se reconocía el sufrimiento que Jesús, como dios hecho hombre, iba a padecer—.
Desde que en el año 1995 Goleman publica Inteligencia Emocional[2], para los docentes, la mirra se asemeja mucho al trabajo que sobre las emociones hay que hacer en las aulas. Son ya muchos los estudios los que avalan la importancia y la relevancia de la Inteligencia Emocional, entendiéndola como el «proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales de desarrollo de la personalidad integral. Para ello, se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social (Bisquerra, 2001, p.243).[3]»
Es hora de disfrutar de nuestros regalos, de aplicarlos a nuestras aulas e intentar, como siempre desde un punto de vista positivo, dar nuestra mejor versión para este curso tan complicado. Mucho ánimo a todos y todas.
Gracias por leerme.
[1] Gardner H. (1998) Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica, Paidós, Barcelona.
[2] Goleman, Daniel (1995). Inteligencia Emocional. Madrid: Kairós.
[3] Bisquerra, Rafael (2001). Educación emocional y bienestar. Educación emocional y en valores. España, Wolters Kluwer, sexta edición
* Guillermo CABRERA MOYA
Director del Centro de Educación Infantil y Primara (CEIP) El Toscal-Longuera.
Diplomado en Magisterio por la Universidad de La Laguna (ULL).
Grado en Educación Primaria por la Universidad Isabel I de Castilla.
Ex técnico de gestión normativa de Educación Infantil y Primaria de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias
Escritor y maestro.
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