Educación confitada…
perdón… confinada.
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Guillermo Cabrera Moya *
Creo que hoy voy a comparar la Educación con un bote de mermelada, ya que parece propio para todo este lío que estamos viviendo utilizar esta metáfora para explicar algo de esto de dar clase a distancia.
Una mermelada es el resultado de confitar fruta con azúcar y agua a fuego lento. Muy importante esto de «a fuego lento», al igual que lo es remover despacio el producto hasta conseguir la textura deseada. Hay quién le gusta encontrarse con trozos de fruta, mientras que a otras personas prefiere que la masa sea uniforme.
Cuando se ha conseguido el producto nada mejor que, si queremos conservarlo durante meses, esterilizar los frascos en la que guardemos la mermelada. Una técnica muy usada es, una vez desinfectados, verter la mermelada en su interior, cerrar bien y hervirlos, al baño María, a fin de procurar que haya hecho el efecto vacío.
La Educación tiene parecidos, más que razonables, con el proceso de elaboración de la mermelada que, en estos momentos, y a mi juicio, no se están teniendo en cuenta, considerándose que, «cuando se destape el bote», el resultado va a ser el mismo que si se hubiera cocinado siguiendo todos los pasos.
En estos días de confinamiento se ha `tele-educado´ a nuestras nuevas generaciones. Los maestras y maestros nos hemos roto los cuernos buscando vías de comunicación, formas de llegar a nuestro alumnado y a sus familias, distintas maneras de mejorar las tareas… Todo porque hay quién, pese a trabajar en esto de la Educación, sigue entendiendo que lo más importante es dar contenidos (fruta y azúcar) sin importar los procesos (fuego lento, remover, paciencia…).
En el mundo de la educación esto explica a través de la denominada Taxonomía de Bloom —con sus posteriores revisiones— y últimamente viene muy apoyado por los estudios de la neurociencia aplicada a la educación.
A grandes rasgos, en cumplimiento de las instrucciones que se dan desde la Consejería de Educación solicitándose el refuerzo de los contenidos dados, y con el uso que en este confinamiento se está dando de la tecnología, se está haciendo un uso excesivo de tareas que solo buscan la repetición de contenidos, llamadas `Tareas de orden inferior´, que tienen que existir y que son importantísimas para poder avanzar en el aprendizaje —En la Taxonomía de Bloom corresponden a los conceptos: recordar, comprender y aplicar—, pero que requieren menos esfuerzo cognitivo por parte del alumnado, frente a las denominadas `Tareas de orden superior´ —analizar evaluar y crear —, que suponen el paso definitivo al dominio, no solo de los contenidos de la materia que se imparte, sino de las competencias y habilidades que todo educando debe adquirir en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Un claro, y sencillo, ejemplo de todo esto lo tenemos en las tablas de multiplicar. ¡Por supuesto! que es necesario que se aprenda, haya recordarlas y por lo tanto memorizarlas, pero ¿tienen sentido hacer hojas y hojas de multiplicaciones de dos, tres, cuatro… multiplicadores, si no se entiende para qué se hacen, ni porqué, o porqué me llevo una…? No hablemos ya de las divisiones.
En estos momentos de confinamiento esto es lo que, en muchos casos, se está haciendo. Nadie ha explicado claramente qué y cómo hay que hacer, se alude a la autonomía de los centros que es lo mismo que `búsquense la vida´, el profesorado carece de formación porque, hasta el momento, nadie se había planteado que esto pudiera ocurrir ya que la Educación en vivo y en directo, la que se hace con nuestros niños y niñas de Educación Infantil y Primaria, es otra cosa, es un tarro de mermelada, que se cocina a fuego lento, con los mejores productos y que se remueve con cuchara de madera. En ese campo, sí sabemos manejarnos.
Los que no hayan pisado un aula en su vida, o hace mucho que lo hicieron y ahora parece que les da urticaria cuando entran a una, no saben lo que es sentir del `run-run´ en los pasillos, el soniquete de risas, comentarios, griterío…, de niños, niñas, maestros y maestros; el `buenos días´ de la mañana o la música a toda pastilla a la salida de los viernes.
La vida de los colegios, en sus aulas, en sus patios y pasillos, es algo más que un trabajo entregado por ordenador o una foto subida o enviada al Instagram, al ClassDojo, al Google Classroom… Es una creación constante, una relación cara a cara, que parece tener mucho de improvisación, pero que está cocinada a fuego lento, atendiendo a las cantidades exactas de fruta, agua, y azúcar. Es una cocción hecha y removida con cuchara de madera, dando vueltas despacio, con mimo, sentido y cariño; donde las emociones, la expresividad, los abrazos, las risas y los sentimientos toman valor para dar sentido a la transmisión de contenidos.
Cuando ese bote de mermelada se abre, la explosión de aroma y sabor llena el paladar.
Gracias por leerme.
* *Guillermo CABRERA MOYA*
Director del Centro de Educación Infantil y Primara (CEIP) El Toscal-Longuera.
Diplomado en Magisterio por la Universidad de La Laguna (ULL).
Grado en Educación Primaria por la Universidad Isabel I de Castilla.
Ex técnico de gestión normativa de Educación Infantil y Primaria de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias
Escritor y maestro.
Santa Cruz de Tenerife
12 de mayo de 2020.
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