EL MONÓLOGO / 173
La vida sigue igual… o peor
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Por Pepe Moreno *
Hace una semana que se celebraron las elecciones generales y todo está en el aire. Nadie sabe qué pasará y todo está igual que antes de los comicios.
Con un Partido Popular (PP) que ganó, pero que no tiene los suficientes apoyos para constituir una mayoría que le dé los votos para su investidura. Con un PSOE que fue la segunda fuerza política, por encima de algunas expectativas, pero que tampoco suma lo necesario para poder tener el camino expedito para una Legislatura de cuatro años, o los que sean.
Ninguno concitó la confianza necesaria del electorado y, por tanto, estamos como antes. Esperando quien da su brazo a torcer o vamos, que será lo más probable, a unas elecciones en diciembre, que es cuando se deberían de haber convocado estas del 23 de julio.
Ahora tenemos a un PP que busca “socialistas buenos” que le permitan formar un gobierno, al menos con el acompañamiento de una amalgama de formaciones que van desde la extrema derecha a nacionalistas de última hora o de arraigadas esencias, como el PNV, que ya se ha adelantado y ha dicho que con ellos no cuenten.
¿Cómo le habrá sentado al flamante vicepresidente del Gobierno Canario, Manuel Domínguez, el “no” de la formación que dirige su socio Coalición Canaria, que también ha mostrado su negativa a darle el apoyo? ¿Cómo habrá sido esa conversación entre los socios de Gobierno? ¿Es este el primer aldabonazo que dan los de Fernando Clavijo a los conservadores para ir domándolos?
Así que estamos como antes de las elecciones. En el PP ya no hablan de derogar el “sanchismo” sino en buscar diputados socialistas que les apoyen. Las primeras declaraciones venían de gentes de VOX, el partido de la ultraderecha, que han dicho que, si los del PP lograsen el respaldo de “cinco o seis diputados socialistas”, Vox apoyaría sin condiciones la investidura de Alberto Núñez Feijóo con tal de evitar a Sánchez y por ende “un Gobierno de destrucción nacional”.
Todo esto a la espera del voto exterior, que podría darle un acta al candidato conservador, aunque visto lo de Jaén, Córdoba, Almería, La Rioja, Girona, Tarragona o Navarra, parece que todo seguirá igual, con los 136 escaños del PP, los 122 del PSOE, los 33 de VOX, 31 de Sumar, 7 de Esquerra, 7 de Junts, 6 de Bildu, 5 del PNV, y uno para el Bloque Galego, otro para Coalición Canaria y otro para UPN. Esa es la Cámara y la difícil mayoría para lograr la mayoría necesaria para conseguir ser investido. Como ustedes habrán sumado, al candidato del PP le faltan apoyos y necesitaría que al menos cinco tránsfugas, dentro del grupo parlamentario del PSOE, le votarán. A Pedro Sánchez también le faltan apoyos y por eso busca la abstención, al menos, de los de Puigdemont para ser investido por mayoría simple.
Pero lo cierto es que estamos en manos del odiado presidente catalán que se refugió en Waterloo y en un acta del Parlamento Europeo para eludir a la Justicia española. El hombre ha sido noticia más por sus andanzas que por su trabajo en esa Cámara, lo que le ha permitido seguir viviendo en un chalé y en desterrarse para no pasar por los tribunales españoles que le querían, con toda la razón de mundo, encarcelar por convocar una consulta y desvincularse de una España que se lo había dado todo. Sumando todas las opciones, incluida la de los independistas, estos darían una mayoría minoritaria para los populares y para los socialistas.
Por eso digo que estamos igual o peor que antes de las elecciones. Nadie dimite por los resultados electorales, como antaño. Un partido como VOX que pierde 19 escaños de una tacada y nadie le dice a su cúpula que tienen que darles paso a otros porque perdieron demasiado. Un ERC que bajó en seis diputados y se quedaron con siete.
En su formación política deberían hablar con Gabriel Rufián para que dimita, al menos, de su futuro orgánico en ese partido. Una CUP, que es el partido independentista catalán, que ha bajado en representación parlamentaria. Pero nada de esto les sirve a los líderes para dejar paso a otros y es entonces cuando los ciudadanos dicen aquello de “algo tendrá la política cuando atrae a tantos”.
Y no hablemos de las empresas demoscópicas. Ninguna acertó en sus pronósticos, ni en el tiempo de movilizar, ni en la noche electoral, donde vimos a algunos gurús casi echarnos la bronca a los votantes por nuestro comportamiento o papeletas depositadas. Vi esa noche a Narciso Michavila, el presidente de la empresa de encuestas GAD3 y experto en elecciones, decir que los sondeos fallaron en sus previsiones porque no supieron prevenir que “el miedo a la alerta antifascista» iba a volver a funcionar, como lo hizo en abril de 2019.
Pero ¿quién no sabía que la alerta de la posible unión PP-VOX era lo que estaba en el ambiente? De eso se encargó, precisamente, en difundirlo, el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus cabezas de lista, que nos asediaron con ese argumento en toda la campaña electoral y eso sembró las dudas de gran parte de los votantes.
Recordemos que la misma noche electoral, la encuesta de GAD3, la empresa de este señor, para Telecinco, concedía al PP 150 escaños -14 más que los que ha conseguido- mientras que al PSOE le daba 112 -diez menos-. Vox, según GAD3, iba a obtener 31 escaños -2 menos- y Sumar, 27, también cuatro menos de los que ha conseguido en las urnas.
Estamos en un país en el que todo el mundo ha ganado en estas elecciones y fue muy curioso ver en el balcón, de cada sede partidista, al PP en Génova y al PSOE en Ferraz, bailar por los escaños obtenidos. Si de esto no dudamos, entonces por qué el presidente de la empresa de sondeos dice que ha habido precisión, pero que han fallado porque el analista no ha sido capaz de captar lo que de verdad se votaba.
Es como decir una cosa y la contraria. Pero el hombre sigue en su empeño porque le va la vida laboral en ello, por no decir otra cosa. Y explica que la razón de que algunas encuestas no se hayan ajustado al resultado final, a su juicio, es porque en el último tramo de la campaña los electores de izquierdas que se quedaron en casa en las últimas municipales y autonómicas han salido a votar por ese «miedo a la alerta antifascista».
Con todo esto, ahora mismo, España se enfrenta a un panorama político y económico incierto que ha generado preocupación entre la población y los inversores tras estos resultados y las lecturas que de ellos hacen los líderes políticos. La falta de un gobierno estable y las tensiones políticas han creado una situación de incertidumbre que puede afectar a la economía del país.
Estamos ante un futuro incierto que dice que el año que viene, el 2024, tendremos que enfrentarnos a recortes en Europa y que tenemos que devolver parte de la deuda, que volverán los controles a las cuentas públicas, que tenemos que recortar el dinero público y que la situación actual es de puro espejismo.
Lo que pasa es que esa parte, digamos que más negra, no la quieren ver y así estamos tirando voladores por el número de personas en desempleo que disminuye, y que lleva a que algunos hablen ya de pleno empleo, pero la verdad es que en Canarias estamos muy lejos de ello y que nuestro diferencial es de 15 puntos. O con una subida de tasas aéreas que perjudicará enormemente a Tenerife, reduciendo el número de vuelos y encareciendo los billetes. Pero no importa, porque aquí han ganado todos.
Nada ha cambiado. Por ejemplo, en Tenerife, cuya presidenta del Cabildo se dio 90 días para acabar con las colas en la movilidad vial de la isla. El tiempo pasa y nada parece indicar que cuando acabe el verano veremos fluir los coches, pero eso sí, se mantienen los sueldos que el pasado criticaron y pidieron que se los bajaran los que gobernaban, que eran los del PSOE con la ayuda de Ciudadanos.
Porque lo primero que ha hecho en el pleno del jueves es mantener las mismas retribuciones que ya estaban. Encima, la presidenta de la Corporación, la nacionalista Rosa Dávila, ha subrayado que “no se han modificado salarios ni retribuciones”, como si los ciudadanos fuéramos tontos y no nos acordáramos de que en el anterior mandato CC pedía a los que gobernaban que se bajaran el sueldo. Lo que viene a decir que “una cosa es predicar y otra dar trigo”.
Por ejemplo, han separado el área de carreteras y la de movilidad, aunque en explicaciones han dicho que las carreteras están dentro de movilidad, pero con dos personas que pertenecen a un partido político diferente.
O el nombramiento de altos cargos del Gobierno de Canarias, en el que entran muchas personas de reconocido nombre, pero que estaban más colgados que aquel al que le quitaron la escalera diciéndole que se agarrara a la brocha. Gentes que no han salido en una lista electoral y que ahora encuentran el puesto en un despacho oficial.
Ahí lo tienen, en el BOCA, en un listado interminable por el que ya ha preguntado el Grupo parlamentario del PSOE a fin de que explique la nueva estructura orgánica del Ejecutivo, que ha aumentado en casi un 25 % el gasto en consejerías y altos cargos con respecto al Gobierno anterior. Esto, añade, supone 1,5 millones de euros más anuales, por lo que “se trata del Gobierno más caro de la historia de Canarias”.
Dicen, desde el Grupo Socialista, que no se aprecian las razones de funcionalidad y eficiencia que justifique el aumento del 25 % de altos cargos y que el nuevo Ejecutivo ya ha nombrado a 83 altos cargos. Por esto, el Grupo Socialista, considera que deben explicar ante la ciudadanía de Canarias el “encarecimiento” político que suponen los 115 altos cargos de esta XI Legislatura (sin contar con las direcciones de los organismos autónomos) frente a los 91 de la pasada legislatura, y la nueva estructura formada por 12 consejerías y la presidencia; 30 viceconsejerías; una portavocía; 56 direcciones generales; 13 secretarías generales y la secretaría general de Presidencia; una Intervención General y un comisionado del REF.
¿Ven cómo nos falta conciencia crítica a los ciudadanos? Los dejamos hacer y pasa este tipo de cosas. No hablamos de la rebaja de la cesta de la compra o de los recortes que dicen que vendrán de Europa, estamos más enfrascados en buscarle un puesto a los que se han quedado sin ser elegidos o que nunca han lidiado con los asuntos de los que le han hecho responsable.
Por ello he titulado este artículo de esta forma. No es cosa de pesimismo, como alguien podría pensar, sino de advertir de todas esas cosas que podrían pasarnos. De momento, estamos igual… o peor, que eso nunca se sabe. ¿Sabe alguien quién gobernará el Estado español? Pues esa es la primera pregunta y esperamos las respuestas.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 29 de julio de 2023
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