EL MONÓLOGO / 178
La cuesta de septiembre y sus miedos
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Por Pepe Moreno *
El miedo es una de esas sensaciones que nos acompañan en la vida desde que nacemos hasta que morimos. Es esa angustia que sentimos cuando nos pasa, o creemos que nos pasará, algo malo y nuestro cuerpo y nuestra mente intentan avisarnos de la tragedia que se cierne sobre nosotros. Pocas cosas pueden ser tan irracionales y al mismo tiempo tan lógicas como el miedo. Decía Tito Livio aquello de que “el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”, y si no es así como se lo pregunten a los que están acaparando papas como si no hubiera un mañana.
Todo fue un decir que podría haber escasez del tubérculo a causa de un escarabajo en Inglaterra, para que todo el mundo se vuelque como un descosido sobre las mallas o los sacos. En todas las grandes superficies, hipermercado, súper o tienda de la esquina, se han colocado letreros en los que se dice que la venta está supeditada a tantas mallas al día por cliente.
Como si llevaran un escandallo de quién y cómo se llevan las dichosas papas. Pero el anuncio ha calado y hay quien las busca como los cochinos buscan trufas. Visitando sitios y lugares y arramblando con todo lo que encuentran, al precio que sea. Y es esa actitud la que está provocando el encarecimiento en cuestión. No hay y las que se encuentran están caras.
De nada ha servido que el Gobierno diga que trabaja para que no haya escasez. Por ejemplo, el consejero de Sector Primario y Soberanía Alimentaria del Cabildo de Gran Canaria, Miguel Hidalgo, denunciaba ayer mismo lo que entiende como una “especulación artificial y propiciada intencionadamente” respecto a la situación que atraviesa la comercialización de papas en Canarias.
O el consejero de Agricultura de Canarias, Narvay Quintero, quien insistía en que no hay riesgo actual de desabastecimiento de papas en el Archipiélago. Lo que sí preocupa es la próxima cosecha de producción local por la falta de semillas, que en un 90% proceden de Inglaterra, por lo que se están buscando otros mercados de abastecimiento, incluso dentro del propio Reino Unido, como Gales, Escocia e Irlanda del Norte.
No debemos olvidar que este producto, que está muy presente en la gastronomía de las islas, ha subido tanto, que ayer viernes estaba casi a cinco euros el kilo en cualquier puesto de nuestros mercados. Y esto sucede a pesar de que el clásico intermediario mantiene esa especulación mientras guardan almacenados millones de kilos de papas del país. No es una situación real, pero mantiene entretenido al gran público. Insisto.
No es posible que apenas unos días después de que sepamos de la prohibición de la importación de papas de Inglaterra, nos encontremos con que en las estanterías de Canarias desaparecen las mallas y que el precio ha subido tanto que nos desconcha los presupuestos familiares. Si a esto le unimos los incrementos en el precio del aceite de oliva y de tantos otros productos, veremos que ya no ganamos lo suficiente para alimentarnos y que o nos pagan más o cambiamos de hábitos.
No ha servido de nada el mensaje que emitió el consejero Quintero en el sentido de que los importadores han buscado papas que ya están llegando para que el mercado se reorganice en los próximos días. La gente está aturdida por lo que oye y se lleva lo que hay y al precio que le digan. Eso a pesar de que el presidente exija más controles y de que lo que viene de fuera compita con lo local, pero claro; una cosa es decirlo y otra muy diferente intervenir en los mercados. ¿Dónde se quedó aquello de la soberanía alimentaria? ¿No hicieron una ley para ello?
De esta forma ni hablamos de la vuelta al cole, ni de lo que cuestan los combustibles, ni de que el otoño y el invierno dicen que vienen peliagudos en cuanto a despidos y pérdida de trabajo.
Nos han puesto muchos pretextos sobre la subida del Índice de Precios. Que si la pandemia, que si la guerra Ucrania-Rusia, que si el transporte, que si… excusas para todos los gustos. ¿Se acuerdan lo que subió la electricidad o la gasolina? Pues bien, el precio de los combustibles va a suponer el gasto más elevado de todo el año, ya que a finales de agosto se ha batido un récord. Ahora se paga un 12 % más que en el mes de enero, es decir, aquí en Canarias se paga un 0,6 más que la pasada semana y es la referencia más alta desde noviembre del año pasado, aunque entonces el Gobierno de Pedro Sánchez nos daba una subvención de 20 céntimos por litro.
Pero ¿qué indicar de la vuelta al cole? Las familias canarias van a pagar 389,83 euros, de media, por cada hijo escolarizado. Más que nunca. Unos gastos que son de primera necesidad, ya que los niños deben ir equipados al colegio, pero que para muchos hogares suponen tensionar todavía más el dinero del que disponen. Los datos del portal financiero Banqmi indican que este año el coste medio por alumno supondrán un aumento del 1,4 % respecto a 2022 y llega después de que el año pasado el coste se disparará más de un 5 %. Más precariedad para las familias.
Y tenemos que pagar, muchos de los que leen este artículo, la hipoteca, un asunto regulado por el “euríbor”, aunque este mes de agosto ha bajado. Este anuncio no abaratará las cuotas de las que se han firmado en el apartado variable, ya que el interés de estos productos se actualiza con el nuevo valor del euríbor cada seis o 12 meses. Y como la cotización actual de este índice es sensiblemente superior a la de hace un semestre, los titulares de estos préstamos tendrán que pagar unas mensualidades más caras.
Para que se hagan una idea, una persona que tenga una hipoteca variable media de 150.000 euros con un plazo de 25 años y un interés de euríbor más 1 %, las cuotas subirán de los 654 euros a los 883 euros; un incremento mensual de 229 euros (casi 2.750 euros más al año). Y si la actualización es semestral, las mensualidades aumentarán de casi 837 euros a los 883 euros, lo que supone una subida de unos 46 euros al mes (casi 280 euros más al semestre).
El encarecimiento de las mensualidades, eso sí, será mayor o menor en función del importe y del plazo pendientes, del interés que tenga la hipoteca variable y de los años que hayan pasado desde su contratación.
Y a esto tenemos que sumarle los anuncios de que se producirá también un aumento en la llegada de inmigrantes en los próximos días y meses. Durante el mes de agosto han sido rescatadas en el mar, bien sean en pateras o en cayuco, nada menos que 2.692 personas, 1.000 de ellas arribaron a la isla de El Hierro, huyendo posiblemente de la situación política o laboral de África y poniendo rumbo a la parte más cercana del continente, que es nuestro Archipiélago. Las ONG ya ha advertido que estas llegadas aumentarán en las próximas fechas por las buenas condiciones climatológicas y las habituales “calmas “del mar en septiembre y octubre.
Yo no sé si se han analizado las causas, pero además de la hambruna en algunos países de esa parte del continente, también tenemos que hablar de la “inestabilidad” política que se vive en la zona y que comprende desde el Sahel al Senegal. En este país hay mucha agitación ciudadana a cuenta del Gobierno y contra el que se manifiestan miles de personas cada día y donde parece que no hay cambios en lo que se cobra por el trabajo, pero en el que todo sube. O golpes de Estado como los que se han vivido en los últimos tiempos en Mali, Guinea-Conakri, Burkina Faso y Níger, y el que se ha producido en estos días en Gabón.
Por tanto, ya tenemos razones para que a nuestras costas sigan arribando gentes de todos esos países y que no encontremos excusas para decirles que se queden allí y no pretendan mejorar. Para que ustedes se hagan una idea, el actual conflicto entre Rusia y Ucrania ha causado una interrupción en las exportaciones de trigo, mientras que el maíz y otros granos también resultarán afectados, sobre todo para África, continente que importa un enorme porcentaje de sus alimentos de esos dos países.
A esto hay que sumarle, además, la crisis de fertilizantes, ya que habrá un déficit que provocará, según los entendidos, pérdidas de unos 11.000 millones de dólares en alimentos. Todo eso a pesar de que existe un plan para que en los países afectados se puedan plantar los cereales necesarios para que no haya tanta escasez y puedan paliar las carencias que se producirá en la alimentación básica.
Los que huyen ahora lo hacen, pues, por múltiples factores y, por tanto, lo hacen a la desesperada. Se sabe la gran influencia que en esas zonas tienen los terroristas yihadistas o la violencia, la corrupción, el cambio climático y, en consecuencia, la sequía y el expolio. Cuentan que el coste de un cuenco de arroz o millo, que es el alimento básico de esas personas, se ha duplicado o triplicado en algunos casos, y así no pueden seguir.
La mayoría de la gente que vive en África no sabe ni dónde estamos, ni han oído hablar de nosotros, por tanto, lo único que quieren es salir de allí. Es decir, la situación hay que verla desde el contexto de pobreza que les rodea y que ellos lo que de verdad quieren es solucionar su vida y la de su familia. No podemos olvidar que un día también fuimos inmigrantes, buscando mejores condiciones en América, Francia o Alemania, etc.
Sé que algunos de los que me están leyendo comparten esta opinión porque se ven reflejados, pero que hay otros que la rechazan porque ven en los que llegan en esas embarcaciones a buscadores de ayudas y de subvenciones que no tienen los de aquí, pero no es así.
No vamos a poder parar a los que huyen de su país, de la búsqueda de una vida mejor. Eso es muy difícil de parar. Le he oído al director de esta plataforma, a José Carlos Marrero, que es allí es donde hay que darles una oportunidad de trabajar y que se encuentren unas condiciones de vida más dignas. Es muy difícil decir, no salgáis cuando tienes una situación de pobreza extrema o llegas a casa y no hay nada en el caldero para los que más quieres.
Por tanto, este mes de septiembre, recién inaugurado, parece que es el preludio de malas nuevas y que todo se puede poner peor. Tenemos una economía que parece que nadie puede contener. A los aguacates, de los que podemos prescindir, y que se han puesto a un precio inalcanzable, ahora le tenemos que sumar el precio al que han escalado las papas, el aceite o cualquier cosa que pongamos en la cesta de la compra.
Sube la vuelta al cole, vienen más gente, posiblemente huyendo de unas condiciones de vida que los ahoga y crece el beneficio de unas mafias que trafican con seres humanos. Es evidente que no podemos ni ayudarlos ni dejarlos en el mar. Tenemos a unos políticos que están más ocupados en cuestiones suyas que en la realidad de lo que pasa. No queremos que intervengan en una economía libre, pero al mismo tiempo, demandamos que hagan algo.
No es posible que un cargo público gane unos 6.500 euros al mes y un obrero 1.083 euros de salario. O que un concejal de fiestas de cualquier localidad, lo mismo que un profesor, maestro o catedrático de universidad. No puede ser que los que no han conseguido un puesto en las elecciones, ahora sean reconvertidos por sus propias formaciones para un puestito en el Gobierno.
En fin, que el miedo es libre y que cada uno ponga el interés que quiera, pero es como para estar algo acojonados. No somos conscientes de que también somos africanos, o que son nuestros vecinos, que las hipotecas suben más de lo que dicen, que compramos las papas o el combustible al precio de lo que nos digan y que nunca bajarán a los niveles que estuvieron antes de agosto.
La vuelta al cole nos va a seguir costando cada vez más y nadie podrá hacer nada por rebajarla. Voy a terminar por hoy diciéndoles que ya ha llegado septiembre y que comienza una larga y proyectada cuesta que acabará con el fin de año y vuelta a empezar con la de enero y así seguiremos, en una rueda de hámster, que será como vivir estancados en la misma dinámica. Y a eso no aspiramos, ¿verdad?
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 2 de septiembre de 2023
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