Del islam de Mahoma al islam de hoy
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Juan J. Pérez Piqueras *
En el año 570 nace en La Meca, en el seno de una poderosa familia de comerciantes, un niño que se llamó Muhammad o Mahoma. El niño, huérfano desde los seis años, fue criado por su tío que se dedicaba al comercio, convirtiéndose, ya joven, en guía de caravanas.
En esa época la mayoría de los árabes eran nómadas, vivían en la península de Arabia agrupados en tribus y tenían sus viviendas en los oasis del desierto. En contrastaste con estas primitivas formas de vida, existían las ciudades Medina y La Meca en las que habitaban poderosos comerciantes que llevaban una vida de esplendor.
En ella se encontraba la Kaaba o Casa de Dios que, según las creencias musulmanas, había sido construida por Abrahán, de quién la historia bíblica lo cita como patriarca de las tres religiones monoteístas: judaica, cristiana e islámica, en este orden de aparición.
Los musulmanes afirman que desde el siglo VI conocían a un Dios al que llamaban Ilah, del que procede el nombre de Allah. En el templo también había otros ídolos a los que rendían culto desde tiempos lejanos.
Para ellos La Kaaba es la «Casa de Dios», lo que representa el lugar sagrado y de peregrinación religiosa más importante del Islam, dónde orientan sus rezos. Según estas creencias había sido construida por Abrahán, de quién los árabes musulmanes suponían que descendían, aunque desde el siglo VI conocían a un Dios al que llamaban Ilah, del que procede el nombre de Allah, en el templo también había otros ídolos a los que rendían culto desde tiempos lejanos.
Mahoma, a sus cuarenta años, gozaba de una buena economía, pues se había casado con una viuda rica, y siendo ya reservado y meditativo, se retiró a orar y a meditar a una cueva del Monte Ira, cerca de la ciudad donde, según comunicó a sus allegados, recibió revelaciones del Dios Allah a través del arcángel San Gabriel, «con quien realizó un viaje nocturno a la Jerusalén judaica», en el que le impulsaba a seguir la nueva religión de Abrahán.
Estas revelaciones se repitieron tres años más tarde por lo que, considerándose profeta y bajo el legado de Abrahán, con Moisés y Jesucristo, frente al tradicional politeísmo en La Meca, su ciudad natal, comenzó a predicar la existencia de un Dios único. Rápidamente consiguió adeptos entre las gentes más sencillas campesinas, de las que incorporó gran parte de sus tradicionales normas nómadas.
Como sus adeptos aumentaban constantemente, las autoridades se encontraron inquietas y comenzaron a acosar y perseguir, de ahí que en el año 622 tuviera que huir al norte, a Medina. Allí tomó contacto con los judíos y éstos le rechazaron por los errores de interpretación que a su entender Mahoma hacía de las Escrituras Sagradas, tema que solucionó anunciando una nueva religión: el Islam.
Para poder subsistir junto a sus seguidores, permitió que éstos atacaran a las caravanas y a las ciudades cercanas. Así comenzó la guerra santa: en ella había que convertir por la fuerza a los infieles árabes.
En Medina, Mahoma pasó a ser de religioso a político y militar, al mando de sus seguidores, que se apoderó primero de La Meca en el año 632, y poco antes de morir sometió a toda la Arabia, consiguiendo que las belicosas y dispersas tribus árabes pasaran a ser un pueblo unido («concordia res parvae crescunt», aforismo que indica «las cosas pequeñas florecen en la concordia»: Salustio, destacado historiador y político romano, de la época republicana).
Mahoma recopiló sus creencias inspiradas por el Dios Allah, transmitidas a sus seguidores en diversos manuscritos, recopilados y redactados posteriormente por el califa Uthman Ibn Affan, que ordenó en el año 651 la versión oficial en un libro que se llamó El Corán.
En el siglo VIII, creados ya los califatos, este libro sagrado fue la guía que les llevó a alcanzar gran popularidad dentro y fuera de sus fronteras.
Sin embargo, a pesar de que Mahoma se valió de la guerra santa para imponer su política y religión y garantizó protección a los monjes del monte Sinaí y a los seguidores de la fe cristiana, proclamando la paz y la fraternidad entre los seres humanos.
Es interesante afirmar que una vez dominada Arabia, nunca obligó a convertirse a la fe islámica a ningún cristiano. Citar aparte que, frente a esta cultura, el sociólogo e investigador francés Philippe D’Iribarne afirma que es la propia concepción islámica la que está en contradicción con los principios básicos de la democracia.
Sin embargo, han aparecido detractores de este islam inflexible, severo e intolerante, como lo define el citado sociólogo D’Iribarne, que apoyan un «islam europeo», más abierto a la reflexión y razonamiento, que buscan ese acercamiento cultural que facilitaría la convivencia pacífica de las dos culturas…
Del islam europeo, D’Iribarne dice: ¿Por qué fracasan una y otra vez los intentos de consolidar la democracia en los países musulmanes?, ¿por qué el pluralismo, el respeto a las minorías y la libertad de expresión no son respetados en el mundo islámico?
La respuesta es sencilla: El derecho islámico (sharía) tampoco es fruto de los hombres, sino que está inspirado por Dios, que es su único garante.
La doble oposición entre duda y certidumbre y entre debate y unidad subyace en la concepción islámica, hasta el punto de que, en el funcionamiento de las empresas, formalmente laicas en los países musulmanes, es una fuente de conflictos.
Pero, a mi entender, el citado sociólogo no explica cómo ese «islam europeo» facilitaría la convivencia pacífica en la sociedad occidental europea e incluso en el plano empresarial, de un director y un trabajador, sobre todo cuando llega el mes del Ramadán.
Y no digamos del islam político, el yihadismo terrorista, que es una excepción.
De ahí se entiende que exista un islam minoritario en una Europa laica.
* Juan José PÉREZ PIQUERAS
Coronel de Infantería E.T. (Retirado)
Técnico superior de Inteligencia Militar.
Diplomado en Análisis de Yihadismo por la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.
Miembro de la Tertulia Cívico-Militar ‘Carlos Ramos Azpiroz’
Miembro de la Asociación Española de Militares Escritores.
Miembro de la Asociación de Veteranos del Servicio de Inteligencia Español (AVESIE)
Santa Cruz de Tenerife – Islas Canarias – ESPAÑA
27 de julio de 2024.
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