Dos breves reflexiones
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Remigio Beneyto Berenguer *
No me gustaría que se entendiera mal lo que voy a escribir. Pero, como siempre, me siento obligado a reflexionar sobre dos acontecimientos ocurridos estos días.
Primero, el “asesinato” del niño Mateo. Por supuesto que la víctima es el niño Mateo, de 11 años de edad. Por supuesto que hay que estar con su familia. Nunca debemos confundir la víctima con el delincuente, y se confunde en demasiadas ocasiones, como por ejemplo ocurre, con las víctimas de ETA.
Pero me han molestado los titulares de muchos medios de comunicación, a saber: “Pasa a disposición judicial el asesino confeso…”, “el perfil del asesino confeso…”.
Me ha molestado el ensañamiento de muchos vecinos de Mocejón: algunos alarmados cual si se tratara de un asesino en serie, una vecina con una pegatina en la espalda que rezaba: “Mateo, haz justicia desde el cielo”, otros con una moralina babosa cual si un ángel hubiera sido asesinado por el diablo, otros diciendo: “»Yo a mi hijo siempre le digo que se deje de andar con el móvil, y se vaya a la calle a jugar, pero después de esto no quiero que salga» y algunos incluso insultando a los padres del joven “asesino”, diciendo que no tenían un comportamiento normal.
Me ha sorprendido también: “Prisión incomunicada y sin fianza para el asesino confeso…”, “El juez envía a prisión al presunto asesino…”.
Y me ha molestado porque nadie, al parecer, se ha colocado en la situación del joven, con una discapacidad del 70%. Este joven también tiene padre y madre, también tiene hermanos. Es cierto que el magistrado estudiará su imputabilidad debido a su discapacidad y pide a prisiones que le aloje en un lugar acorde a sus circunstancias.
Sin entrar o no si la decisión del juez de enviar a la cárcel a un joven con esta discapacidad sea o no la decisión correcta, lo que quiero resaltar es que no he visto en ningún medio de comunicación, ni en ningún vecino, ni en ningún “experto petardo” de los medios que tuviera una cierta empatía con este joven discapacitado ni con el drama de su familia.
En una época pasada de mi vida fui administrador de una Fundación, que tenía como finalidad atender a los discapacitados psíquicos. Pude notar la angustia de las familias cuando se hace mayores. Pude observar la tristeza de los padres cuando ven solo a su hijo, cuando ven que los otros niños o jóvenes se burlan de ellos, cuando les consideran como el “tonto del pueblo”. En demasiadas ocasiones los vecinos del pueblo no empatizan con esas familias.
Cuando esos niños o jóvenes son la burla y el hazmerreír de otros niños que, a veces, son crueles sin saberlo, ¿qué persona adulta les defiende? Repito que tengo claro que la víctima es el niño Mateo y que este joven de 20 años hubiera debido estar atendido de forma que no pudiera reaccionar de este modo, pero lo que quiero destacar es que hay que atender a sus circunstancias.
La Administración Pública no da suficiente ayuda ni respaldo a estas familias. Esos “discapacitados psíquicos” deben ser atendidos adecuadamente. Siempre he observado que, en la práctica unanimidad de los casos, son únicamente sus propias familias las que llevan totalmente el peso de estas personas con esas enfermedades. Nuestra sociedad ha de avanzar más en la salud mental, en la situación psíquica de las personas, en una sensibilidad y una empatía más madura y no tan fofa y ñoña, como, en mi opinión, he observado.
Segundo, el Tribunal Supremo de Venezuela ha ratificado la victoria de Maduro en las elecciones presidenciales. Me planteo: ¿Tan difícil es dar publicidad a las actas de las elecciones? Háganlas públicas para que la comunidad internacional pueda reconocer la victoria, porque, en caso contrario, la comunidad internacional seguirá pensando que ha habido un fraude electoral.
Después de esta ratificación, aparece Maduro y dice: Señor Edmundo lo reto a que nos veamos en las calles”, “¿Dónde se escondió el cobarde de Edmundo González Urrutia? ¿Por qué está escondido? ¿Por qué no sale a la calle? ¿De qué se esconde?, y sigue diciéndole: “criminal, asesino”.
He de reconocer que, si fuera venezolano, me produciría mucha vergüenza tener como presidente al Sr. Maduro. Creo que todos los venezolanos, que han tenido que huir de su tierra, tendrán los mismos sentimientos. Creo que muchos venezolanos que no han podido salir de Venezuela, por múltiples circunstancias, también sentirán esta vergüenza.
Pero lo que me produce tristeza es que haya miles y miles de venezolanos que no sientan rubor ante estos discursos de “un chulo matón”, y que incluso lo vitoreen. Pero quizá deba tener mucho cuidado con lo que digo, porque también en España hay demasiados políticos con esa misma actitud y chulería desnortada.
Nuestra dignidad y nuestros derechos y deberes nos obligan a reflexionar sobre todo lo que pasa a nuestro alrededor e ir avanzando en la construcción de una sociedad más justa, más humana y más solidaria.
* Remigio BENEYTO BERENGUER
Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
Departamento de Ciencias Jurídicas
Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.
Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Islas Canarias, 23 de agosto de 2024
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