EL MONÓLOGO / 249
El espejismo de FITUR
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Por Pepe Moreno *
Nos vamos a jartar esta semana de oír y de hablar sobre el turismo. No importa que la semana pasada me ocupara de este asunto en algunas de sus variantes. El miércoles comienza la Feria Internacional de Turismo (FITUR) en Madrid y ahí se hablará de lo que hacen nuestros ediles, alcaldes/as, consejeros/as de Cabildo, presidentes/as de esas Corporaciones Insulares, consejeros/as del Gobierno de Canarias e incluso Fernando Clavijo, que se darán una vuelta por el estand de las islas. Pagarán porque se oiga, se vea o se difunda aquí lo que hacen allá.
Hubo un tiempo en el que se decía que los políticos que iban a Madrid se gastaban lo que no estaba escrito en cuchipandas, comidas o salas de fiesta. Luego vino lo de poner a la prensa, radio y televisión como garantes de lo que hacían y finalmente, un paso más, se los llevan para que difundan su papel en esa feria. No sirve que lo cuenten, lo que vale es que hagan sus entrevistas, previamente pagadas, que compartan con ellos las vivencias y que difundan, para los que se quedan aquí, sus pensamientos en esto de los que nos visitan.
Recuerdo que cuando iba a esa feria tenías que hacer las reservas de los hoteles con mucha antelación, porque la oferta de habitaciones por parte de las instituciones era multitudinaria. En aquel tiempo te tenías que “pelear” y convencer al de seguridad que los programas radiofónicos comienzan a las siete de la mañana en Canarias y que, ya a esa hora, tenía que estar en su sitio, el presentador del espacio. No servía la acreditación, ni que lo hubieras advertido el día antes. Si no estaba en el estand quien podía hablar sobre ti, no entrabas hasta la hora, o media hora antes de abrir la feria.
Recuerdo a Santana, un funcionario de Turismo, que era tu garante para entrar a la Feria, antes de que abriera, y que las líneas funcionaran y que todo estuviera en orden para transmitir. Llegabas a IFEMA sobre las seis y media, hora canaria, que es una hora más en la Península, pero allí también comienzan todo a funcionar sobre las ocho y media, es decir, una hora después. Porque sus “órdenes” eran de no dejar pasar a nadie antes de esa hora. Cuando Santana se jubiló, allá por el 2015, no había nadie que lo sustituyera o conocido que pudiera hacer esa labor.
Los periódicos hacían una tirada especial para mostrar lo que publicitaban los organismos que estaban en el pabellón. Los que se dedicaban a ese menester, las rotativas, hacían su “agosto” en pleno mes de enero. Aquí se montaban polémicas por una cena que solo atraía a los personajes que viven en Madrid o que habían ido como enviados especiales, sin que tuvieran otra repercusión mediática, que era lo que iban buscando. Hoy, gracias a Dios, no se celebran esas comidas, con todo lo que eso representa en alquiler de salones, en comidas y en personal.
Los medios acuden a esa cita, habitualmente pagados por las instituciones, y hacen sus entrevistas, que parecen de salón, haciendo de propagandistas en vez de informadores, y todos los que pisan la moqueta del espacio de Canarias creen que saben más que nadie del asunto. Los ven que llegan, hablando por sus teléfonos móviles o con el que está al lado, y pontifican sobre lo seguro que es el destino canario. O las posibilidades que ofrece, o cómo se come de bien, sin importarles otros apartados, de los que ya hablé la semana pasada, como los problemas que tenemos en movilidad o lo difícil que está conseguir una vivienda o un techo, aunque se comparta, por la zona sureña de cualquier isla.
Ya lo dije la semana pasada que estamos muriendo de éxito. Tenemos problemas por la cantidad de gente que nos visita. Sin embargo, les da lo mismo a los que nos gobiernan. Usted pide en Google, o en cualquier otra plataforma, y lo que le sale es que tendremos un “pabellón ecosostenible” o nos hablarán de la “fortaleza” en el negocio turístico, o lo de lo “camaleónico”, o que queremos “conectar con un turista que valore la preservación” como si esto no se hubiera dicho antes y nadie ha hecho nada.
Canarias va a Fitur 2025 con nada menos que 375 empresas canarias, 23 más que en 2024, de las que 58 contarán con un espacio de reunión individualizado y 1.315 agentes del sector turístico acreditados, 143 más que el pasado año. Son cifras que nos deberían invitar a la reflexión y sobre todo a que quizás el “negocio” esté en unas manos que poco se encuentran en relación con nuestro territorio.
Aquí me estoy refiriendo a gentes foráneas y no a los que se preocupan por sus empleados, que habitualmente sufren con ellos y se ponen en su piel a la hora de ver cómo viven. Conozco a más de uno de los dueños de un hotel que son apreciados por los suyos, que se desviven porque no les falte de nada y que incluso crean becas para que los hijos de sus empleados puedan estudiar y sean menos cargas para sus progenitores.
La Feria Internacional de Turismo se celebrará en Madrid entre los 22 y 26 de enero, y ya para esas fechas hay problemas de agenda. No he podido concretar ninguna entrevista en los estudios de Atlántico Televisión porque todo el mundo anda para Madrid. ¿Todos tienen algo que hacer en esa muestra?
No les importa que hayamos cerrado el 2024 con un incremento del 26 % en el gasto medio por turista en destino respecto a 2019, pasando de los 1.123 euros a los 1.416 euros. Eso parece que no concierne, porque aquí lo que interesa es que sigan gastando más. Dice la consejera, Jessica de León, del PP, que su objetivo es “conectar con un viajero que valore nuestro medioambiente y cultura, que priorice la experiencia y distribuya el gasto con el fin de beneficiar al conjunto de la sociedad canaria”. Y, ¿cómo lo hará?
No se conforman con que los visitantes hayan gastado un 27 % más en alojamiento, un 39 % más en los pasajes entre islas, un 34 % más en transporte público o que haya un 64 % más en alquiler de vehículos. Tampoco que en restaurantes y cafeterías se gasten un 46 % más que en ediciones anteriores, o que en compras en supermercados su gasto sea un 24 % de incremento o que en actividades lúdicas y experiencias desembolsaron un 43 % más, destacando los parques de ocio (83 %) y las actividades relacionadas con la salud un 78 %. Nada les sirve. El afán recaudador para la Hacienda pública es infinito.
Hemos superado los 19 millones de turistas y la facturación ha rebasado los 24.000 millones de euros, incluido el turismo interno. Esta cifra supone unos 2.000 millones de euros más que el año pasado. En cuanto a la creación de empleo, la afiliación a la Seguridad Social de las actividades vinculadas al turismo aumentó un 5,3 % hasta noviembre, por encima del total de Canarias, que fue del 3,9 %, y del nacional, que llegó al 2,8 %. ¿Se puede pedir más? Pues sí, y por eso van.
El estand tiene 1.768 metros cuadrados y está cofinanciado con fondos FEDER, lo que permitirá que el área de conferencias y ponencias pase de tener una capacidad de 30 personas, que tenía en el pasado y que representaban a los que ya estaban en la feria y poco más, a los 120 que albergará el que se inaugure el miércoles. Dice la página oficial que la se va a ampliar la zona para emisoras de radio y este año se contará con un total de 16 mesas para entrevistas y capacidad para 64 personas. Todo eso con dinero público, que, por lo que parece, no es de nadie y aguanta todo este dispendio. Lo hará el Gobierno regional, que es quien busca los recursos económicos.
En este punto recuerdo algunas conversaciones con otros miembros de mi gremio que siempre decían eso de “mira que se gastan dinero en guías, en papel cuché, en editarlas bien… y luego nadie las usa” y les contestabas “si lo hicieran en papel de fotocopias y mal hechas, tú serías el primero en criticar lo mal que se publican”. Y es así, no hay término medio.
Estamos en una coyuntura de difícil resolución. Tenemos un pabellón que dicen que recrea a las ocho islas, pero ¿eso le importa a alguien? No me vale, lo siento, que la parte oficial diga que se recoge “la esencia única de las ocho islas gracias a su situación geográfica y la influencia de los vientos alisios sobre ellas, elementos que convergen para crear el mejor clima del mundo”, porque eso no lo van a ver ni los medios que allí se reúnen ni lo políticos que escogen sus salas para mantener los encuentros con sus homólogos. A los medios, sean escritos, digitales, visuales o radiofónicos, sólo les importará lo que ingresen y, sé de más de uno, que ha pasado varios presupuestos para tener a todas las instituciones amarradas, aunque a su medio no lo conozca nadie del gran público.
En esa instalación no mirarán para el techo y descubrirán una estructura que “está diseñada para evocar la majestuosidad de la orografía única del archipiélago, que unida a las suaves formas de las paredes y mostradores proporcionarán un aspecto orgánico”. Perdonen que sea tan escéptico, pero no lo verán así.
Cada uno de los que han ido solo ha visto cuánto les dan las instituciones por su presencia. Unos estarán mejor pagados que otros y así harán las comparaciones sin importarles lo de los “tubos led de coloración itinerantes con movimiento que simulan una danza al ritmo de los vientos alisios”. Ellos solo van porque los llevan y entrevistan a los que se han “retratado” antes con sus dineros públicos.
Con todo ello, es como para preguntarse eso de: ¿tendrán la conciencia crítica para saber hasta dónde un territorio como este, con su estructura, puede crecer? No, lo que quieren es que haya muchas instituciones y que paguen.
En un libro que estoy leyendo sobre la reconversión digital del New York Times, el director, en 2016, decía que “ha habido ocasiones en las que los editores han colocado publicidad mediante formas que difuminaban la frontera entre el periodismo y los mensajes comerciales”. ¿Cuántas veces, en nuestro periodismo regional, eso les ha preocupado a los de aquí? Nunca, me atrevería a decir. Bueno, pues, en Fitur eso pasa todos los días.
Como decía al principio, vendrán unos días en los que nos dirán cómo nos tenemos que comportar con los que nos visitan, las previsiones que hay para esta región, cómo será este 2025 y sobre todo nos dirán que hay que tratarlos bien y olvidarnos de la turismofobia. No obstante, nadie le pondrá remedio a la escasez de viviendas, a las listas de espera en Sanidad o en Dependencia, lo que nos pasa con los migrantes o que no se hayan construido más infraestructuras para mejorar la movilidad o que los puertos y aeropuertos sean objetos políticos y de habilidades a cuenta de unos votos que de necesidad de la sociedad.
Como dijo el gran gurú internacional sobre nuevas tecnologías y marketing, Guy Kawasaki, “lo fácil es tener ideas. Lo difícil es ponerlas en práctica”, y nunca mejor empleada la frase.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 18 de enero de 2025
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