Un salvapatrias
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Remigio Beneyto Berenguer *
Dicen que un “salvapatrias” es aquel que, aparentando una gran generosidad, se proclama como protector y defensor de un país, al que considera que está amenazado.
Parece ser algo común que los dictadores tengan la percepción de que seguir permaneciendo en el poder sea una necesidad para el bienestar general. Se consideran los salvadores de la patria, y, por tanto, los guardianes de la democracia, que ellos mismos han secuestrado. Seguir en el poder es un deber para ellos, pues son los únicos que pueden salvar al país de las amenazas externas.
Esta percepción personal se convierte en realidad cuando hay cientos, miles de adeptos que confirman, con sus aplausos y halagos esa impresión. Cierto es que estos “palmeros” (de aplausos sin saber qué aplauden) halagan al líder porque les va la vida en ello: la vida quizá no, pero el sueldo, el prestigio, la moqueta, el coche oficial y las reverencias seguro.
El líder lo sabe, sabe que estos que ahora le enaltecen y encumbran, si mañana cae, bailarán sobre su cadáver. Sabe que, si cae en desgracia, dirán que no le conocen, que ya se veía venir lo que al final ha pasado: la caída de los dioses.
Estos “palmeros” también saben que, si caen ellos en desgracia por cualquier motivo, el líder y los suyos dirán que no les conocen, les negarán, y se quedarán completamente solos. Y pensarán: “¡Con todo lo que he hecho por la causa, y ahora abandonado de todos!”
Y si alguien muestra algún tipo de dignidad y coherencia personal e institucional, le apartarán por desleal. Se confunde la lealtad con la obediencia ciega e imbécil (según la Real Academia de la Lengua, alguien falto de entendimiento o capacidad intelectual).
En estos foros de exaltación al líder y de euforia colectiva, siempre el más chulo, el que más ha de callar por incompetente y bocazas, es el que sale insultando, ganándose el aliento de todos sus correligionarios que saben que la exaltación de lo colectivo y de aquello que les une debe ser lo fundamental: todos a una, como una nave dirigida por el gran capitán.
Los grupos han de tener mucho cuidado en exponer únicamente las debilidades y flaquezas de los adversarios, en vez de proclamar sus fortalezas y seguridades. Hace mucho tiempo que la sociedad está demasiado polarizada, sin espacios comunes, sin puntos de encuentro, sin proyectos y programas pensados en el bien común.
Es una auténtica lástima, pero ahora está de moda la resiliencia, aunque sea a costa de quedar totalmente desfigurado y ridículo, o a costa de perder la propia dignidad, o, lo que es peor, la dignidad de todo un país.
* Remigio BENEYTO BERENGUER
Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
Departamento de Ciencias Jurídicas
Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.
Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Islas Canarias, 10 de julio de 2025
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