Discurso de Promoción del Grado de Derecho (I)

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Remigio Beneyto Berenguer *

 

 

El 17 de mayo de 2024 fui designado Padrino de la Promoción del Grado de Derecho de la Universidad CEU-Cardenal Herrera, de Valencia. Voy a relatar en dos breves escritos mi discurso, a saber:

 

Intervengo en este solemne acto como simple representante de los profesores de nuestra Facultad de Derecho. Para nosotros, los profesores, ha sido un honor teneros como alumnos.; en vosotros siempre hemos observado el trabajo, el estudio, el respeto, el hacer las cosas bien. Os aseguro que sois uno de los grupos en el que nos hemos sentido respetados e incluso queridos.

 

Sois buenas personas y eso se nota. No tengáis miedo de ser buenas personas, hombres y mujeres de buen corazón, y que hablan desde el corazón al corazón de los otros hombres. Impregnad el mundo de ternura, de afecto, de educación, de humanidad, de elegancia, de saber estar. Os sentiréis bien con vosotros mismos, seréis buenos profesionales porque respetaréis al que tenéis delante y seréis respetados y apreciados.

 

Siempre he pensado que una Universidad es excelente porque sus profesores lo son, pero también he sentido que un profesor consigue más fácilmente esa excelencia en una Universidad que se esfuerza por hacer cada vez las cosas mejor.

 

Sentiros orgullosos de ser alumnos del CEU y, a partir de ahora, alumni de nuestra Universidad, la UCHCEU, dichosos de haber compartido aula con vuestros compañeros, que estarán siempre en vuestros corazones. Aunque vayáis eligiendo caminos distintos, y os vayáis separando, acordaos de todo lo que habéis vivido juntos, estimaos siempre.

 

Sentiros orgullosos de haber asistido a las clases de vuestros profesores, que formarán parte de vuestra vida. Espero que os hayáis dado cuenta de la excelencia de vuestro profesorado: hombres y mujeres, vocacionados para la docencia, animados para la investigación y entregados a la gestión.

 

Os confieso que siento profunda admiración por mis compañeros profesores. Cada vez que les escucho en sus intervenciones (clases, conferencias, escritos o conversaciones) pienso: ¡Madre mía, cuánto saben! Cuando sea mayor, quiero ser como ellos. Quien me conoce bien, sabe que lo digo de verdad.

 

En nuestra Universidad estamos en el taller de un artesano, en el que cada una de las obras, creadas por la mano del alfarero, es única y exclusiva. Me habéis oído decir muchas veces que cada uno de nosotros es único e irrepetible, que nunca ha habido, ni hay ni habrá nadie en la historia como nosotros.

 

Debemos, pues, pregonar nuestra singularidad, sin tener miedo a ser diferentes, pues lo somos. Pero esa singularidad y excelencia debe revertir en el bien común, en toda la sociedad.

 

La Universidad es el templo del saber, no únicamente una oficina de empleo, aunque también. No puede rebajarse la excelencia, concebida como sacar lo mejor de cada uno, no comparándose con los demás, sino procurando ser lo mejor que podamos ser, y eso, tanto en conocimientos y competencias, como en actitudes y valores. La Universidad no puede convertirse en la vulgarización de la mediocridad.

 

En estos cuatro años hemos podido apreciar en vosotros que la Universidad iluminaba vuestra mente y vuestro corazón. Hemos visto como, además de una acumulación de conocimientos, competencias, habilidades y destrezas, ibais adquiriendo una madurez personal. Os hemos visto crecer en madurez intelectual y personal.

 

Sé que lo tenéis claro, pero os lo recuerdo: Ser universitario es un estilo de vida e imprime carácter. Personalmente creo que no se puede ser universitario a ratos. Ser universitario, y más ser profesor universitario, es haber elegido el servicio al estudio y al saber, para siempre. En la Universidad el profesor ha de sentirse llamado a enseñar, a compartir el fruto de su esfuerzo, de su investigación, de su estudio.

 

Pero el alumno ha de sentirse llamado a aprender, ha de interesarle el saber. Ha de venir ya motivado a la Universidad, ha de amar el Derecho antes de empezar, y es entonces cuando empieza la aventura. Si el alumno no tiene mentalidad universitaria, seguirá atascado en el Bachiller o incluso en la Secundaria.

 

Estáis a punto de terminar vuestro Grado en Derecho. Y quiero lanzaros un grito, como el que profirió San Juan Pablo II, en el inicio de su pontificado: “No tengáis miedo”.

 

Vosotros estáis llamados a ser juristas, no operadores jurídicos. Me pone nervioso el término de operador jurídico. Se espera mucho de vosotros. Nuestra sociedad necesita de buenos juristas, necesita defensores del Estado de Derecho, de legisladores que legislen por el bien común, necesita de un sólido ordenamiento jurídico, de la separación de poderes, de la defensa de los derechos fundamentales y libertades públicas. Vuestro reto es hechizador y embriagante.

 

 

*  Remigio BENEYTO BERENGUER

Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

Departamento de Ciencias Jurídicas

Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 

Islas Canarias, 31 de mayo de 2024

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