EL MONÓLOGO / 103
El negro como pintura del futuro
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Por Pepe Moreno *
Estamos en otra semana, pero los temas que nos preocupan siguen siendo los mismos. No se despeja nada y parece que los días son una repetición de lo que ya hemos vivido, aplazando las decisiones, que no están en nuestra mano, y esperando a que alguien se dé cuenta de que muchos de nuestros conocidos viven en una zozobra de la que no saben cómo salir.
Hay una guerra que puede empeorar por momentos, con decisiones de la OTAN en la que sobresalen la preparación de un conflicto nuclear, y con todo eso, se encarecen los combustibles y la energía eléctrica, por lo que todo cuesta más, no solo la producción sino el transporte de estos, lo que hace casi inviable trabajar en los márgenes que antes se tenían.
Porque estamos en un mundo globalizado donde todo tiene su influencia. Nuestras estanterías de toda la vida aparecen repletas, pero nos siguen afectando las noticias sobre el desabastecimiento que se produce en otros lugares y por eso la tentación es la de llenar el carro de la compra y entonces nos contagiamos y acaparamos, nos llevamos cajas completas de leche y cervezas, provocando que algunos lineales aparezcan vacíos, como si faltaran cosas.
Por mucho que nos adviertan que no debemos hacerlo, no nos fiamos y nos llevamos a casa cosas que no nos hacen falta con intenciones de que no nos cojan desprevenidos. Además, desconfiamos de las noticias que nos trasladan los medios de comunicación consolidados y las autoridades que deberían tranquilizarnos. Nos dejamos llevar por el afán compulsivo de las compras, acumulando productos de los que nunca hemos tenido tales cantidades, por lo que seguramente nos caducarán, pero no importa, ya los tenemos.
Cuentan en la autoridad portuaria que los pocos barcos que atracan lo hacen vacíos y las patronales anuncian que pararán la actividad de algunos sectores como el de la construcción y que algunos plataneros están pensando en dejar de cortar esa fruta, ya que una vez que llegan al continente no hay camiones para llevarlos hasta las cámaras de almacenamiento y se quedan en las explanadas portuarias.
En las últimas horas hemos sabido que los transportistas canarios han suspendido la manifestación motorizada que tenían prevista para el lunes en las siete islas y que amenazaba con colapsar capitales y accesos. Los transportistas canarios tomaron esta decisión en una asamblea en la que había partidarios de llevarla a cabo. Sin embargo, al final no lo harán, una vez que han analizado las propuestas y compromisos hechos por el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, en una reunión mantenida con el sector, a petición del Ejecutivo, y en la que también participaron el consejero de Hacienda, Román Rodríguez, y el de Transportes, Sebastián Franquis.
En ese encuentro se aseguró la bonificación del 100% en el impuesto del gasóleo profesional, adelantada por el Consejo de Gobierno del jueves pero que estaba pendiente del visto bueno de Hacienda. Horas después el consejero Román Rodríguez firmó la orden. La bonificación tendrá carácter retroactivo al 1 de marzo y se extenderá hasta el 31 de julio.
Además, Torres aseguró a los transportistas que percibirán la totalidad de la deuda que tiene el Ejecutivo con el sector por el transporte escolar. Desde 2012 los contratos no se han actualizado en función del IPC lo que ha generado una deuda de 13 millones de euros.
Torres dio su palabra al presidente de la Federación de Empresarios del Transporte (FET), Agustín Espino, que ese dinero lo iban a cobrar. Unas cantidades que, a los transportistas, con el agua al cuello y casi sin recursos, les va a venir muy bien. Además, el presidente Torres se comprometió a adelantar ya 2,5 millones de euros de la última actualización del IPC, quedando pendientes de negociar el resto. Según llegó a decir el presidente de la Federación de Empresas de Transportes, Espino, “a los atrasos hay que ponerle cara y un plan de pagos que es lo que haremos el martes con la consejera de Educación”.
La cuantía total de los dineros que percibirán será de 500 millones de euros. Según las estimaciones que maneja esa cantidad se repartirá de la siguiente manera: los camiones percibirán en un pago único de 1.250 euros; 950 euros cada una de las guaguas; 500 euros cada uno de los camiones pequeños y furgones y 300 euros para cada taxi y limusina. Un montante que, según el presidente de la FET, “es necesario porque el sector ya no aguanta más”.
A este pago directo hay que sumar la ayuda de 20 céntimos por litro de gasóleo, gasolina, gas y adBlue que abonará el Estado hasta el 30 de junio. La bonificación será directa en el momento de la compra y podría prorrogarse en función de cómo evolucionen los precios en los próximos meses.
Por tanto, parece que el tema de la huelga está solventado con los nuestros. Donde siguen los problemas es al otro lado del océano, en el territorio continental en el que los camioneros parecen decididos a que pasemos hambre, haya desabastecimiento o incluso algún altercado entre la población a cuenta de las mercancías. Allí no atienden a las razones esgrimidas en las mesas y quieren más la hecatombe que la solución.
Los consumidores estamos en medio de estas disputas y lo único que nos preocupa son las carencias que se pueden producir y que para llegar a esos lugares nos cuesta más dinero llegar con nuestros vehículos. Pero nosotros no les importamos nada a esos transportistas peninsulares que parecen que obedecen más a postulados políticos que a razones de necesidad imperiosa.
La luz sigue subiendo y todo se aplaza para el día 29 o 30 que es la fecha propuesta para decirnos qué pasa. Pero ¿qué hacemos mientras? Hay familias que ya no tienen recursos para afrontar, no ya el fin de mes, sino ni siquiera lo que les queda un día 15. Nos trabajamos para vivir, sino que estamos viviendo para trabajar y no ahorramos porque no nos queda nada en nuestras depauperadas cuentas bancarias.
Todo esto se podría resumir en que los precios suben, el sueldo sigue igual porque en este momento la crisis energética, la huelga de los transportistas y la guerra de Ucrania están marcando la pauta. La diferencia más grande de todo este negro panorama se ha notado en los alimentos, sobre todo en el aceite de girasol y los cereales como el maíz o el trigo, importados de Ucrania y Rusia.
Ahora que faltan, tanto ellos como los derivados de esos productos están empezando a subir de precio, y eso quiere decir que cuesta más alimentar a los animales, vender carnes y embutidos, cocinar pan y bollería, fabricar cerveza, producir huevos y leche o almacenar conservas.
Por eso, es previsible que el encarecimiento de los piensos y los cereales provoque que la carne, en general, siga subiendo. Antes de la guerra, el 42% de los cereales que importaba España venían del país invadido, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX). Las alternativas a esta importación todavía no están claras, y de ahí viene el desabastecimiento.
Pero hay más, porque también debemos tener en cuenta que hay que culpabilizar a esta escalada a las sanciones impuestas a Rusia por determinados países. Con ellas aumentan las tensiones de precio entre productos y materias primas, afectando a los resultados de las empresas. La reducción de la oferta de cereales en los mercados rusos y ucranianos impacta a la harina, panadería, bollería y pastelería.
Por tanto, también a las pastas alimenticias, la fabricación de malta y cerveza y de bebidas espirituosas. ¿Qué hacemos los mortales que padecemos esta escalada de precios? Me da que poco, simplemente aguantarnos, porque nadie hará nada por el resto de los colectivos.
Insisto que en Canarias todo esto tiene una repercusión más alta. La industria canaria encara la crisis del combustible y el paro convocado por la Plataforma de Defensa del Transporte por Carretera con “niveles críticos de existencias” de productos lácteos y trigo y derivados, lo que podría llevar al sector alimentario a tener que dejar de fabricar determinados productos. Eso, para una economía que tiene a casi un 40 por ciento de su población en niveles de pobreza es muy duro.
Eso para nuestro Gobierno debería de tener más lecturas y no solo pactar con transportistas, guagüeros y taxistas la devolución de gran parte del Impuesto de los Combustibles. Nos pasamos horas y horas en las carreteras, con un transporte de viajeros malo y a deshora y con unos responsables que no saben qué hacer para evitar las colas. Mientras, nuestras facturas siguen creciendo.
Que vienen tiempos difíciles nadie lo rechaza. Que el futuro tiene pintura oscura tampoco, pero algo habrá que hacer. Hay quien dice que estamos en una economía de guerra, y no lo dudo. Pero también soy consciente de que hay quien le hace la guerra a la economía y eso nos perjudica a todos. ¿O no?
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 26 de marzo de 2022.
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