EL MONÓLOGO / 208
Que no nos hagan la Pascua

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Por Pepe Moreno *

 

 

La Semana Santa se acaba. Hoy es sábado, el día en el que, según las escrituras, Jesús reposa en una tumba de la que resucitará mañana domingo, que para eso celebraremos la resurrección y se acabará la restricción de comer carne los viernes y estaremos en un tiempo nuevo de la Pascua. Con todo ello quiero decir que terminamos un período en el que la reflexión y, sobre todo, la forma en la que pensar en los demás, dará paso a una fase en la que se impone el criterio y sobre todo la lógica, eso que tenemos tan olvidada.

 

Recuerdo cuando íbamos a ver las procesiones, todos juntos y en familia. Mi padre nunca fue de muchos desfiles en estos días, pero había jornadas en las que se dejaba llevar por eso de las tradiciones, por eso salíamos y nos poníamos en las aceras para ver cómo salían los distintos cofrades acompañando a sus Pasos, que generalmente estaban compuestos por un Cristo y una Virgen.

 

Nos contaban quiénes habían sido los autores materiales de las imágenes, y nosotros nos concentrábamos en averiguar si quién pasaba lo hacía con la devoción necesaria o lo hacía para que la gente se fijara en su manera de llevar la compostura. Algunos de mis hermanos decían por lo bajini, como si fuera pecado hablar en voz más o menos alta, que quien pasaba era una mujer o un hombre.

 

Y no habíamos llegado todavía al tiempo, como ahora, en el que ser de esta manera o de la otra, si estamos hablando del sexo, es algo personal. Ni había tanta discusión, ni la mujer se sentía discriminada, ni las cofradías o hermandades habían abierto el debate de admitir a las mujeres. Simplemente, podían desfilar y ya está.

 

El Domingo de Ramos era un día de fiesta en La Laguna. Carmen Luz, la hija de Yaya Ríos, era una valedora de este desfile. Desde pequeñas sus hijas supieron lo que tenían que hacer, porque su madre y su padre rezumaban en casa lo que pondrían en práctica en cada procesión. Los niños iban vestidos de hebreos y los palmitos y las ramas de olivo estaban presentes.

 

Era una manera de preludiar un tiempo en el que todo parecía más triste y sombrío. Se había celebrado en todas las parroquias la bendición de los palmos y los olivos. La procesión, al menos hace años, iba presidida por el obispo de la Diócesis y casi cantábamos eso de ¡aleluya!, con cierto entusiasmo.

 

La Laguna ha sido estos días un ir y venir de imágenes, de personas, de sentimientos y emociones que la han convertido en protagonistas de muchas historias. Todo eso y más, aunque también ha habido otras semanas santas. Las de Santa Cruz de Tenerife, La Orotava, Icod de los Vinos, o la representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo en Adeje, donde participa todo el pueblo, y que se ha convertido en un reclamo más que evidente a pesar de los hoteles y playas de la zona.

 

El año pasado, en el que no había restricciones, lo volvimos a celebrar en completa normalidad, aunque había algunas personas usando mascarillas e incluso guardando la distancia de seguridad, pero eran los menos. Otros optaron por la playa y, a la vista de lo caro que se han puesto los hoteles y la poca seguridad que nos daban con el tiempo que tendríamos, en ir y venir de la zona costera.

 

Y en esos paseos descubrí hace unos pocos años la procesión de La Cuesta, que se lleva a cabo con costaleros, formado por hombres y mujeres, que aúpan los tronos y que lo hacen a la forma andaluza con cuadrillas que proceden de la Hermandad y Cofradía de María Santísima de los Dolores. Estas gentes han ensayado durante un mes por los alrededores de su parroquia de Nuestra Señora de La Paz y Unión, cargando el trono y el palio en el que va la imagen.

 

Han ido cogiendo el ritmo y adaptando su cuerpo al peso que cargaban durante las cuatro horas que duró la procesión y la ceremonia del Encuentro con la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo. Ellos sí que saben de eso que se llama la hermandad y que raras veces tienen reparo en quién va a su lado.

 

Conozco a una de sus costaleras, Mariela Verde, que fue unas de las primeras mujeres que entraron en esa Cofradía, hace ya 14 años, con otras cinco, de las que hoy en día quedan tres, y destaca lo bien recibidas que se sintieron desde el primer momento: “Vas con miedo por lo desconocido, pero nos acogieron muy bien, estaban pendientes de nosotras, nos daban ánimos debajo del paso, y en realidad nos cuidamos entre todos y hay un buen ambiente de equipo”.

 

Reconoce que ir cargando el paso es “duro porque es peso, pero con la fe la verdad es que ni se siente, y hay un buen grupo debajo que siempre están animándote y preguntándote si estás bien”. “Y es muy emotivo -añade-, sobre todo en la primera levantada que se hace para sacar el trono de la iglesia, el momento del encuentro con Jesús Cautivo y la última levantada a la vuelta a la iglesia. Vamos debajo y los faldones no nos dejan ver, pero nos lo van diciendo, y se te van poniendo los pelos de punta”.

 

Sin embargo, hoy estamos más pendientes de si dejan o no a las mujeres acceder a estas singulares formaciones. Aunque no trascendió públicamente, sabemos que la Cofradía del Lignum Crucis y Nuestra Señora de la Piedad decidió permitirlo hace ya casi cinco años, pero, por primera vez, ha sido este año 2024 en el que varias señoras han solicitado oficialmente incorporarse a la cofradía y procesionar en igualdad de condiciones que los hombres: con el mismo hábito, descalzas y las tradicionales cadenas del Lignum Crucis. En principio eran seis, pero nada se descarta que, en los desfiles, sobre todo el Viernes Santo, hayan participado más.

 

Aún recuerdo cuando veíamos esa procesión en la entrada del túnel, en la calle La Carrera, con los cofrades vistiendo el hábito penitencial, que es una vestimenta de carácter monacal, típicamente castellano, sin capirote, con capucha franciscana y de color negro, y que cuenta con un cordón de soga que se anuda al cuello y a la cintura. Como ya he dicho, los hermanos (y también ahora las hermanas) van todos descalzos y con cadenas, lo que se muestra como uno de los elementos que más identifican a esta hermandad lagunera.

 

Las únicas dos cofradías laguneras que no cuentan con presencia de mujeres son la Muy Antigua y Venerable Hermandad de la Sangre de Cristo y de la Santa Cruz, por un lado, y la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna, por otro. Esta última ha abocado a una mujer, María Teresita Laborda, a acudir a los tribunales para intentar conseguir la entrada de las mujeres después de años de desoír sus solicitudes.

 

La mujer presentó en su día un recurso de amparo ante la Sección Tercera del Tribunal Constitucional tras el fallo del Tribunal Supremo emitido en enero de 2022, que se posicionó favorable a los argumentos de esa asociación religiosa y contra la sentencia de la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife, que inicialmente había amparado la petición de las mujeres y declaró nula parte de los estatutos de la hermandad que impedían su participación.

 

Según se dice en el escrito presentado ante el TC, se busca “una especial trascendencia constitucional” pues puede dar ocasión “a aclarar o cambiar su doctrina como consecuencia de un proceso de reflexión interna”.

 

Hasta ahora la Esclavitud del Cristo de La Laguna ha alegado lo de la tradición histórica, pero el letrado que defiende a esta mujer dice que no es argumento razonable porque “perpetúa una situación de discriminación de las mujeres contraria a la Constitución”. En su momento, el fallo que emitió el Tribunal Supremo, en contra de que las mujeres, generó cierto debate.

 

La Esclavitud del Santísimo Cristo está formada solo por hombres desde 1659 y es una asociación constituida conforme al Derecho canónico con una finalidad exclusivamente religiosa.

 

Unas mujeres que son las que sufren cada día los comportamientos de unos hombres que han perdido todo el respeto por los demás. Mujeres que sufren violaciones. La educación sexual sigue siendo una asignatura pendiente, sobre todo en la escuela, que podría preparar a los niños y a las niñas en la construcción de nuestra personalidad, sentando las bases de una buena autoestima y enseñándonos a mantener relaciones de afecto positivas.

 

La educación sexual va mucho más allá de la mera transmisión de información sobre cuestiones anatómicas, uso adecuado de anticonceptivos o prevención de infecciones de transmisión sexual. Implica proporcionar herramientas para conocerse, aceptarse y capacitarnos para tomar decisiones informadas y saludables sobre nuestra sexualidad y nuestras relaciones. Se trata de algo crucial para nuestro bienestar y desarrollo personal. Y eso parece que a algunos no les interesa, o rechazan, alegando simplemente que se trata de adoctrinamientos.

 

Porque recibir educación sexual no tiene por qué hacer a las personas más propensas a tener relaciones sexuales, sino que lo que aumenta son las probabilidades de tener relaciones sexuales más seguras y así evitar, en gran medida, que se participe en prácticas no placenteras.

 

La responsabilidad actual del personal docente no incluye el ámbito de la educación sexual como parte de su responsabilidad profesional. Tampoco existe un espacio curricular específico para abordar la temática. Y muchos reconocen no tener preparación para abordar la educación sexual en su aula.

 

Por ello, el desarrollo de programas para capacitar a las y los docentes son fundamentales como paso previo a la implantación de una asignatura específica.

 

Así, si la evidencia muestra que la educación sexual temprana lleva a la prevención del abuso sexual infantil, puede contribuir al desarrollo de relaciones saludables y placenteras, la apreciación de la diversidad y la prevención de la violencia, debemos apostar por abordarla como parte de la educación formal. Sobre todo, por las implicaciones que tienen en el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes.

 

Sin embargo, hay mentes que este tipo de cosas ni las entiende ni las comprende. Comencé hablando de cómo había estado esta Semana Santa y he terminado hablando de que algunos no entienden el papel de las mujeres y que la discriminación es uno de los temas que nos puede llevar a otros de mayor calado. Ya sé que no tiene por qué, pero desgraciadamente está pasando.

 

En fin, que ya está a punto de terminar la Semana Santa. Que mañana es el domingo de la Resurrección, que vendrá la primera romería del año, que el cambio de horario nos traerá más luz, tardes más largas y paseos con menos frío, aunque eso está por ver.

 

Y será el preludio, los días que vienen, de las elecciones europeas que nos competen a todos, y las vascas y las catalanas, que pueden darnos una imagen diferente de los que nos queda por vivir. Por tanto, veremos qué nos depara el futuro.

 

De momento, entramos en un tiempo electoral que puede ser el refrendo para algunas políticas o el rechazo de lo que han estado diciendo o haciendo. Será apasionante.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 30 de marzo de 2024

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