EL MONÓLOGO / 209
Turbulencias por una manifestación
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Por Pepe Moreno *
Hemos asistido en los últimos días a, puede llamarse así, un cambio de postura del Gobierno de Canarias sobre la manifestación del próximo sábado, 20 de abril, sobre el modelo económico de estas islas y que se celebrará en cinco de las siete islas.
Primero estaban en contra, luego matizaron esa postura y ahora incluso tienen ganas de ir, pero no lo harán, no vaya a ser que la gente se les enfade y los eche de la misma, como ya sucedió en el pasado en otras convocatorias.
Recuerdo la que se llevó a cabo contra las torres de alta tensión que estaban diseñadas para pasar por los montes de Vilaflor, y que defendía a capa y espada la Unelco de entonces y hoy Endesa. Aquella protesta sacó a más de 150.000 personas a la calle aquel 22 de noviembre de 2002 en Santa Cruz de Tenerife.
En aquella ocasión la ciudadanía llevaba tiempo sin participar en una manifestación en la que todo cupiera, lo mismo que en esta prevista para el día 20, en la que ya se ve ganas de hacerlo. Además, en aquel entonces, había un canal de televisión, hoy desaparecido, al que no le habían dado dineros para hacerse con los derechos de una serie que quería emitir, por lo que se mosqueó cantidad, y les dio los micrófonos y las cámaras a los convocantes de esta marcha para que “calentaran” el ambiente.
Recuerdo cómo hacían tertulias, encuestas, reportajes, programas especiales, en los que siempre estaba presente el “espíritu de Vilaflor”. Se apostaba por el soterramiento de la línea eléctrica, mientras que los responsables de la compañía eléctrica se explayaban en explicar que eso no podía ser y que, si había una avería, cosa que raras veces pasa, no podrían encontrar el tramo que no conducía la corriente. Y así estuvieron durante un mes hasta que llegó aquel mes de noviembre y se materializó en la mayor protesta medioambiental que había tenido lugar en la isla.
Hace más de 20 años la presión de la gente logró frenar el trazado, pero esas torres están hoy más a la vista, por la autopista del Sur, con unos colores que sobresalen en el horizonte y con una distribución que parece que la han hecho para castigarnos a todos, fueran o no asistieran a la manifestación.
Recuerdo que fueron a “la manifa” gentes que tenían responsabilidades políticas como Ricardo Melchior, que a la sazón era presidente del Cabildo de Tenerife y había sido empleado de la compañía eléctrica, o de Ana Oramas, alcaldesa de La Laguna, o Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz, además de otros dirigentes de Coalición Canaria. Fueron increpados violentamente por cientos de manifestantes, por lo que se vieron obligados a no poder sumarse a esta protesta.
Los cargos públicos abandonaron la marcha escoltados por agentes de la Policía Nacional, la Local y por miembros de seguridad del partido socialista. Se salieron, porque, se entendía en aquel momento, que no se podía estar “en misa y repicando”. El proyecto del trazado, dijeron los medioambientalistas, afectaría a algunas especies endémicas que estaban en peligro de extinción.
Hoy estamos en otra igual. Hay ganas de salir a la calle y protestar por cómo nos trata la vida y por la cara que se ha puesto la misma, porque no han hecho viviendas asequibles o por unas vías de comunicación que cada día están más atascadas, sin que el Gobierno haga nada para que la vida de los ciudadanos sea mejor.
No salimos a la calle por una Sanidad que ha ido empeorando cada vez más. Que tiene a mucha gente en los pasillos de las urgencias de los hospitales. Que, a pesar de que las empresas de ambulancias han comprado camillas para que los pacientes no detengan a unos vehículos que están al servicio de la población, los sindicatos de esos centros han dicho que no cumplen con los requisitos y que ese no es el sitio de los enfermos.
No les importa que descansen en una silla, con los sueros puestos o revolcándose de dolor. No. A ellos, a los sindicalistas, lo que les importa es seguir siendo imprescindibles, o que se oigan sus reivindicaciones de personal y presupuestarias, y a menudo usan al paciente como arma y sus familiares como barricada.
Tampoco nos manifestamos por una cesta de la compra que cada vez se encarece un poco más. Me mandaron cómo ha subido el coste de la vida en una sociedad como la nuestra, cuyos sueldos son cada día más cortos. Ya hay familias, desde hace meses, que no comen carne o pescado todos los días de la semana. Como los productos elaborados, y más baratos, han sustituido la dieta de personas que necesitan más para comer, pero que no les llega. Ha subido la carne de pollo o de conejo, que estaba en unos niveles más accesibles, pero que ahora está en precios casi imposibles.
En el mes de marzo estamos un 3,5 % más altos, tres décimas por encima de la media nacional y ocupando el penúltimo puesto, que es de Extremadura, una décima más alta que Canarias. En cambio, este asunto no nos sirve para salir a la calle. Salimos por un cambio de modelo turístico que, hasta ahora, nos da de comer. Sin embargo, el turismo mantiene a otros sectores relacionados como es el de construcción.
También al sector primario con sus productos, o el de la Función Pública con la cantidad de papeles que han de solicitar desde hoteles o la hostelería. Vive igualmente el de transporte, con los visitantes que llegan o se van o hacen excursiones, el de los guías, por lo que tienen que explicar… y así podríamos seguir hasta el infinito, porque por una razón o por otra, todos tenemos que ver con los servicios que damos a los que nos visitan.
No nos manifestamos por el alto coste de una vivienda, que en este momento es un lujo inalcanzable para nuestros jóvenes, para independizarse. No, por eso no nos manifestamos. ¿Saben cuántos años tienen que ahorrar nuestros jóvenes tinerfeños para emanciparse? Una media de 37 años y pico. La estadística la he sacado de un portal que analiza este asunto y solo está por encima Baleares y Málaga, somos los terceros, por encima de Madrid. Pero contra este asunto no protestamos.
Por el contrario, no quiero decir con esto que no estén en lo cierto los convocantes de esta manifestación del día 20. Tienen razón, porque llevamos mucho tiempo con el mismo modo de gestionar el paisaje y hace falta un meneo a todo esto. Han comenzado con las viviendas vacacionales, prohibiendo algunas de las cosas que durante años han permitido.
Han puesto coto a una actividad en la que mucha gente confiaba ante una ley, la de vivienda, que hacía más propietario al que daba una patada en la puerta que a sus legítimos dueños. A los que habían adquirido ese inmueble, habitualmente con sacrificio, y al que no podían echar o que era más fácil pagarles porque se fueran de la construcción que hacer valer sus derechos de escrituras.
Hoy lo que se ve es que las propiedades se han revalorizado con estos permisos, aunque no se ejerzan nunca, porque hay quienes lo ven como un valor añadido a lo que ofrecen. Dicho en otras palabras, hablan de los metros que tiene la casa, la localización, etcétera, a lo que añaden que además tiene el permiso de vivienda vacacional por si un día quiere dedicarla a ese menester.
Es necesaria esa regulación, pero lo que parece descarado es que lo hagan casi oyendo solo a los hoteleros, que son los grandes competidores de los primeros, y que de esta manera pueden fijar los precios como quieran. Eso es lo que se percibe y haría bien el Gobierno poniendo coto a toda la maraña que no nos deja ver qué está pasando con los servicios.
No renuncian a sus beneficios y, aunque todo sube -precios de materias primas, sueldos, proveedores y un largo etcétera- su cuenta de resultados en los que el porcentaje de sus ganancias suben o no se toca. Da la impresión de que los políticos están más por la patronal que por los empleados.
Vamos a ferias del sector y la cuenta de lo que invierte la parte pública es más grande que lo que hacen los particulares con sus instalaciones, que siguen siendo privadas. Viven de un erario que tendría que ser de todos y no de unos hoteleros que parece que tienen a los que mandan a su favor. Un ejemplo de esto podría ser lo que se gastan en FITUR, en Madrid, o en la Word Travel Market de Londres, en la de Berlín y en tantas otras. O por reducirlas a ámbitos más locales, los 80.000 euros que emplea el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en promocionar siete terrazas de hoteles de la ciudad.
Deshacer hoy lo andado me da que es muy difícil, pero hay que intentarlo y por eso la sociedad está preparándose para una manifestación que será multitudinaria y en la que hay mucho del hartazgo que a todos nos ahoga. Los hoteles no están al alcance de la población que podría hacerlo.
No vamos a esos establecimientos porque no están al alcance de casi ninguno de nosotros, sin embargo, sí que vemos alojados ahí a familias enteras de extranjeros que suponemos que tienen los recursos económicos necesarios para ello. ¿Vendrán con ofertas especiales conseguidas en sus países de origen? Si eso es así, que también lo hagan con gentes de aquí.
Ahora el debate está centrado en una ecotasa turística para aquellos que pernoctan en las islas, un asunto que tendría que haberse abordado hace mucho tiempo y que ha cambiado a los partidos políticos según están en el poder o en la oposición, además de unos hoteleros que se negaban a ser los recaudadores de ese impuesto. Todos tienen en común una cosa y es que ninguno la ha implantado y todos han gobernado. No obstante, todos han cambiado una vez que se han convocado las protestas.
Coalición Canaria siempre se ha opuesto a la ecotasa, pero la novedad es que ahora su líder y presidente del Gobierno autonómico, Fernando Clavijo, ha dicho que «no está cerrado» a hablar del asunto. Sin embargo, su vicepresidente y principal socio, el Manuel Domínguez, líder del PP de Canarias, ha dejado claro que «no habrá tasa turística» y que su partido mantiene la misma postura en la oposición y en el gobierno.
En cuanto al PSOE de Ángel Víctor Torres, anterior presidente de Canarias, hoy ministro y que sigue siendo el secretario general de los socialistas canarios, lo más lejos que había llegado era a comprometerse a “estudiar” junto al sector turístico la posibilidad de implantar una ecotasa, estudio que cuando era el que más mandaba, nunca hizo. Aunque en la campaña electoral de 2019 llevó la implantación de esta tasa, pero una vez llegados al Gobierno, “tararí, que te vi”.
Pero es que, además, ahora su grupo parlamentario, ha presentado una iniciativa en la que pide al Gobierno de Canarias que apruebe un decreto y la aplique.
Nueva Canarias y Sí Podemos no han cambiado, siempre han estado a favor de la tasa turística, aunque han puesto más o menos énfasis en promoverla en función de los pactos alcanzados para gobernar.
En cuanto a ASG, cuyo líder es el actual presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo, siempre ha estado en contra de la tasa turística, pero ahora, «visto el panorama», está «dispuesto a debatir su imposición».
Es decir, que la convocatoria del día 20 ha movido ya algunas posturas que estaban muy quietas. ¿Estamos solo al comienzo de más cosas? Algo hay que hacer, desde luego, y ya estamos viendo que se puede. Lo primero es el lenguaje y luego ya veremos si hay algo más. Lo que no veo claro es lo de otro modelo sin especificar cómo ni cuándo, aunque todavía quedan días para ver cómo algunos mutan.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 13 de abril de 2024
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