EL MONÓLOGO / 216
El Salón Gastronómico y José Carlos

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Por Pepe Moreno *

 

 

Esta semana ha estado marcada por varias noticias que estaban más en el ámbito internacional que en el local, que es lo que a nosotros nos interesa y que es lo que nos importa realmente. De todas formas, aquí sí que han pasado cosas que me gustaría reflejar en estas líneas. Por ejemplo, asistí el martes, miércoles y jueves al Salón Gastronómico de Canarias – GastroCanarias 2024, que se celebraba en el Recinto Ferial de Tenerife en su novena edición y que, al menos para mí, fue un éxito de asistencia, de personal expositor y de comparecencias en lo gastronómico. No quiero entrar en quién ganó en las diferentes variedades de competiciones, pero sí que quiero reflejar el nivel de algunos de los que participaron en las distintas competiciones.

 

En el campeonato absoluto de cocineros ya quedó reflejado que el campeón fue Guillermo García, que fue quien mejor trató la merluza de La Graciosa, preparando un plato que estaba inspirado en las tres técnicas que muchos profesionales no dominan, como son: el puré de papas, el pilpil y la fritura. Es verdad que la suma de puntos de las dos elaboraciones que tuvieron que hacer durante el día les dio el resultado final y que, en la segunda, como la carne de conejo que estaba en su caja sorpresa, le dio los tantos que necesitaba para ganar. Sin embargo, lo que sí quedó demostrado es que sabía manejar la materia prima de la merluza, algo que no hizo del todo el resto de los competidores.

 

He podido saber que había elaboraciones incomibles, que alguno destrozó un producto que debería estar entre los imprescindibles de una buena cocina, que se nos llena la boca de decir que “consumimos productos de kilómetro cero” pero que, a la hora de la verdad, no sabemos lo que se tiene entre las manos. Le he oído decir a algún miembro del jurado que algunos de los platos no funcionaban, ni en sabor ni en presentación, y que les dio pena ver cómo trataban los profesionales a un producto tan fino como la merluza canaria. Y es una pena, pero no quería hablarles de esto.

 

El salón ha tenido otros ganadores como el de la mejor hamburguesa, el de pizzas, el de despiece o tantos otros. De todos ellos tendrán ustedes cumplida información contada por José Carlos Marrero, codirector de esa muestra conjuntamente con Jonay López, director de Ferias y Eventos de la Institución Ferial de Tenerife, entidad que tiene a Iñaki Domínguez como gerente.

 

Pero yo quería referirme al Salón en sí y a José Carlos en particular. Porque sigue siendo el “alma mater” de esa exposición que este año concitó a unos 220 profesionales de la hostelería que durante tres días se desvivieron por mostrar a qué se dedican. No vi nunca tanta gente que se ofreciera, de manera profesional, a mostrar, por ejemplo, las bendiciones del café. Hasta ahora me sonaban algunas de las marcas, sabía, incipientemente, cómo preparar un café, pero desconocía muchas de las cosas que vi en los días en los que duró la muestra.

 

El café es indispensable para mucha gente, fundamentalmente por las mañanas, que dicen no ser personas hasta que no se toman una tacita o “un buchito”. Se crean incluso algunas adicciones y ello no es óbice para aportar beneficios al cuerpo o de conocer las historias que cada especialidad ofrece en olor y marcado sabor.

 

La gama de aromas, la calidad del fruto, cómo lo tratan e incluso lo que hay que hacer para servirlo, que tiene que ser caliente, amargo, fuerte y espeso, me sorprendió desde el principio al fin. La verdad es que todo me cazó y pude ver algunas puestas en escena que nunca había pensado y de las que hemos ido variando con el paso de los tiempos. Ahora somos capaces de ponerles un par de piezas de hielo, si el tiempo es caluroso, le ponemos azúcar, sacarina, estevia o cualquiera de los sabores que nos endulzan y que le restan sabor. No nos gusta muy fuerte porque nos quita el sueño y que no sea tan espeso porque lo queremos más “aguachento”.

 

Sin embargo, el verdadero bebedor de café lo prefiere en la plena extensión de la palabra. Incluso si me apuran, yo despreciaba los cafés hechos con filtros y a los que siempre he rechazado por estar muy aguados. Bueno, pues estos días, y después de escuchar a algunos profesionales, ya no tengo la idea preconcebida que tenía.

 

Lo mismo me ha pasado con el pan, o con la carne, o con la pasta, o con los vinos, o… con tantos productos de los que tenía otra sensación antes de oír a los profesionales antes de llegar al Salón Gastronómico de este año. Se echó de menos a algunas firmas que siempre han estado en el Recinto Ferial y que este año destacaban por su ausencia, pero todo tiene que renovarse y tienen que ir dando paso a otros. Destacaba la presencia institucional y los espacios que habían reservado para mostrar lo que hacían. Los ayuntamientos, que no todos estaban, pero que apoyaban o mostraban lo que hacían en cada una de sus actuaciones de comida o bebidas.

 

Estuve un buen rato, por ejemplo, con Escolástico Gil, que alberga en su municipio, El Rosario, a empresas cárnicas como Egatesa o Montesano, y a las que da la cobertura necesaria cada vez que lo necesitan. Estaba orgulloso de cómo se comportan con los vecinos, los puestos de trabajo que crean y el empaque que le dan al pueblo.

 

Estuve con otros alcaldes orgullosos de las empresas que se han instalado en sus términos municipales. Ninguno de ellos le puso un pero a cómo tratar a esas compañías que se instalan en su término municipal. Solo les piden que sean respetuosos con el medioambiente, que creen puestos de trabajo y que se integren en la sociedad en la que se mueven. No hay nada más.

 

También me sorprendió ver a casi todos los cabildos insulares, que cada uno tenía un sitio en el que degustar lo mejor de lo que se hace en su isla, para enseñarles a los visitantes las producciones y para darle publicidad a sus profesionales. El Hierro, por ejemplo, es algo más que quesadillas y vino. Alpidio Armas, el presidente, y su vicepresidente, David Cabrera, dieron una muestra de lo que significa esa isla en el contexto regional. O Fuerteventura, que sabe que presentarse en ese Salón, no tiene por qué ser únicamente con la carne de cabra o con los quesos y tiene que explicar un poco más algunas cosas. O Tenerife, que contaba con varios espacios dedicados al vino, a Santa Cruz, a comarcas específicas o industrias concretas.

 

Este año la edición estaba dedicada a la isla de La Graciosa y desde allí vinieron profesionales que con su gorro tan característico y sus camisas enseñaron lo que hacen con pescados y salazones. En fin, que han sido unos días en los que uno ha visto a mucha gente. He departido con viejos conocidos y he estado un tiempo dedicado a eso que en antes llamábamos “el comercio y el bebercio”. Hay que ver cómo ha cambiado todo esto, la revolución que ha supuesto la entrada de las nuevas tecnologías en un mundo que servía para alimentarnos y que hoy es mucho más.

 

Durante tres días, el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife ha sido el mayor escaparate de la cocina, de sus productos y de la forma de elaborarlos en sus cocinas o en su tratamiento. Han sido días intensos en los que he visto cómo se desenvolvía José Carlos Marrero. Un extraordinario anfitrión. Conocedor de todos los que allí estaban, de las empresas que exponían, de las autoridades que querían conocer los entresijos de la feria, de los visitantes que lo paraban en cualquier pasillo y le preguntaban por esta o aquella cuestión. Que departía con los profesionales, con sus paseos, con las manos en la espalda, pendiente de todo y de todos. Lo mismo le podía un micrófono para hacer una recomendación, cuando pasaba y había actividad en algunos de los escenarios, que se paraba ante un estand y le comentaba algo al responsable de la firma expositora.

 

Sigue siendo el que consigue a la mayoría de los expositores, el que se desvive para que cada uno alcance los objetivos que se propone y el que logra la unión de todos. Por eso mismo va a ser muy difícil que se desligue de una muestra en la que todo el mundo tiene el hueco que ha conseguido. Pienso en su familia y en las veces que le han dicho que ya está bien. Él les hace caso a todos, pero luego decide lo que le pide el cuerpo, pero eso no va a ser siempre. Ha visto cómo, a su alrededor, la vida nos pone a cada uno en su sitio, lo que no va a ser óbice para que cumpla con su misión.

 

Es un personaje singular, narrador de múltiples vivencias y anécdotas, conocido en todos los ámbitos y amante de cada etapa. Ha sido, y es, periodista responsable de medios de comunicación, cronista del devenir de cada tiempo y con experiencia sobrada para tener en cuenta sus criterios. Es el mejor postor de un modo de vida para contarlo. Siempre me ha llamado la atención la manera en la que ha relatado, el modo en el que le han pasado las cosas, con esa forma tan canaria de hablar y entonar. Es alguien tan especial que siempre ha logrado levantarse ante las adversidades que le ha planteado la vida.

 

Este artículo de hoy quiere ser el homenaje al que habitualmente agasaja a los demás y está escrito con el corazón, más que con la cabeza, que también piensa lo mismo que siente. ¿Cuánto tiempo más podrá José Carlos dedicarse a ese Salón Gastronómico? Nadie lo sabe. El peso de los años y sobre todo de la familia será fundamental para seguir ahí y eso lo sabe nuestro protagonista. Nadie concibe ese esfuerzo sin el de José Carlos detrás. Si este año hubo ausencias, imagínense lo que puede pasar si no está su alma madre detrás de ello. Y entiendo a su familia y a los que le dicen, generalmente los que le quieren, que es tiempo de descansar, pero es que su descanso va ligado a llevar a cabo este Salón.

 

He visto cómo supera los diez mil pasos, que dice la aplicación, solo haciéndolo por los pasillos del Recinto Ferial, como sus desvelos para que esta o aquella empresa esté en las mejores condiciones o cómo mejorar la presencia de los distintos expositores, y eso no tiene precio. Tiene pensamiento ideológico, pero por encima de todo, tiene sus ideas, que una vez coinciden con unos, y otras veces con los contrarios, porque es hombre de calle, fundamentalmente.

 

Por eso no quiero acabar hoy sin proponer una idea que hace tiempo me ronda en la cabeza y es que debería alguien proponerlo para un reconocimiento por lo que ha hecho y luchado. Es la persona ideal y debería ser un ejemplo para el devenir de los tiempos. Ahora que estamos tan imbuidos de las redes sociales. Que estamos tan pendientes de lo que sucede y de lo que se dice, deberíamos ser conscientes de que no todo es del mismo color y que hay gentes que se desviven por seguir con unas tradiciones que solo apreciamos cuando se trata de “pasar un buen rato” o de vivirlas en su momento. José Carlos le ha dado un rango a la gastronomía canaria de la que han aprendido otros que hoy se consideran “maestros”, sin ser peritos en nada.

 

Creo que el papel desarrollado por José Carlos Marrero y su aportación a la gastronomía canaria ha sido fundamental en todo este devenir. Hay que procurar que alguien, quien sea, lo tenga en cuenta y se lo premie. Ahí lo dejo, que hay quien tiene responsabilidades para ello. Gracias, José Carlos, por la experiencia.

 

 

*  José MORENO GARCÍA

Periodista

Analista de la realidad.

 

Islas Canarias, 25 de mayo de 2024

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