EL MONÓLOGO / 221
Huérfanos

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Por Pepe Moreno *

 

 

Estaba el pasado jueves casi dispuesto a sentarme delante del ordenador y a escribir el Monólogo sobre el comportamiento de los distintos grupos políticos en el denominado caso de los menores no acompañados y en eso me empezó a llegar la noticia en la que me hablaba de que Santi se había ido. ¿Adónde? Se había ido.

 

Me llamaron mientras hacía deporte, como cada día, Juan Manuel Bethencourt -dos veces- otras tantas Iván Bonales, José Carlos Marrero, el director de esta plataforma, José Antonio Pérez, redactor de deportes de la Televisión Canaria, buen amigo. También lo hizo Moisés Grillo, el jefe de muchas cosas en el Ayuntamiento de La Laguna, camarada de muchas batallas, periodista y ex de muchas vivencias conjuntas, que fue con primero hablé y que ya me puso en antecedentes sobre la marcha de Santi Negrín.

 

Asimismo, hablé con Gustavo Matos, expresidente del Parlamento, responsable de la peña que nos une y una persona con la que he discutido mucho, pero a la que respeto por su talante en todo momento. Con Carlos Salazar, el responsable de medios en una organización como Hospiten o con Andrés Chávez, el sempiterno. Todos ellos me llamaron por teléfono. Unos para contarme y otros ávidos por conocer qué había pasado.

 

De la sorpresa pasé a la constancia de que Santi ya no estaba con nosotros. Un hombre joven, ducho en las circunstancias de la vida, un fiel exponente de aquello de “quien resiste, gana” y con quien había compartido mesa, mantel, posturas políticas y un sinfín de maneras de ver la vida. Santi se había ido y no había avisado, ni nos había preparado y las lágrimas asomaban en los ojos y casi impedían escribir. Fui digiriendo la información, pero siempre volvía a los orígenes de que aquello no podía ser.

 

Comenzamos la semana el lunes entrevistando a Pedro Martín, senador por esta isla y expresidente del Cabildo Insular de Tenerife. Santi fue in situ al programa y lo vimos como siempre. Con su andar peculiar, con su manera de preguntar, con sus cosas y dispuesto a ser siempre su voz en el programa Despierta Canarias de Radio Marca. Era el día del partido de la selección española frente a la de Albania y dijo lo que pensaba. Estaba ilusionado y dispuesto para cualquier eventualidad.

 

Le preguntó a Pedro Martín por las cosas de la política en los madriles y por el trabajo que desarrollaba. Cuando habló del fútbol le pudo más la tierra, con Ayoze y con Pedri, a pesar de que el primero no jugaba -todos sabíamos de estaba enfermo- y que el segundo sería para entrar en la segunda parte. Las noticias nos situaban ya en los octavos de final.

 

Quiso que esa noche viéramos a los dos tinerfeños en un partido que todo hacía presagiar que pasaría como primeros de grupo e invictos en una fase que haría que a todos nos ilusionara esta selección de la que no los conocemos a una parte de los jugadores. ¿Habían oído hablar antes de Coscurella? ¿Sabían de su melena rizada al viento? ¿Conocían lo bueno que es?

 

A lo que iba. Santi no estuvo el martes porque nos contó él, en un chat que tenemos los que conformamos ese programa, que “he amanecido con fiebre alta. Estómago fatal y malestar general, chungo de dolores. No creo que pueda estar hoy. Lo siento. Si mejoro de aquí a después, tal vez pueda entrar por teléfono. Yo aviso, pero ahora estoy hecho un trapo. Abrazos”, a lo que Juan Manuel Bethencourt, que siempre es atento con todos, le contestó “Ánimo. Mejórate” e Iván Bonales le dijo que “Descansa y ponte bueno”, seguido de un emoticono en el que le enviaba besos.

 

Sin embargo, el miércoles, día en el que entrevistábamos a Carlos Tarife, concejal de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Santa Cruz, escribió que “sigo jodido, pero trataré de estar por teléfono un ratito” para luego anunciar que estaba listo y “ya operativo”. Le preguntó al concejal de la silla, le dijo si era buena idea esto de sentarse a esperar que alguien fallara, le insistió en si el Partido Popular en la capital estaba unido y le hizo una serie de consideraciones más. Hasta que se fue porque se notaba que estaba mal. Y eso fue todo. Hasta el miércoles estuvo al pie del cañón.

 

Luego el jueves no dio señales de estar operativo. Su compañera Raquel nos contaría, a posterior, que el mismo miércoles por la tarde lo llevó a los servicios de urgencias de una clínica privada y que de ahí lo remitieron a las del Hospital de La Candelaria, donde le hicieron las primeras pruebas. Llamó a su madre a media tarde para decirle que lo iban a dejar ingresado, le avisó a Raquel que se iba a quedar y que no se preocupara y estuvo presente en las redes sociales hasta cerca de las 23 horas de ese miércoles.

 

Nada hacía presagiar la tragedia que horas después recaería en todos los que lo queríamos. En las primeras luces de la mañana del jueves todos los familiares recibieron el mensaje que se trasladaran urgentemente al hospital para despedirse de Santi, porque nada se podía hacer por él en las horas posteriores. El resto ya lo saben. Todo se precipitó y antes del mediodía había terminado.

 

Un Santiago Negrín que lo fue todo en su profesión y que lo dio en sus diferentes puestos. Estuvo en los comienzos de la Televisión Canaria como redactor, destacó en sucesos con un programa propio, tuteló a numerosos profesionales que estos días lo recordaban con afecto. Fue el jefe de prensa de un presidente como Adán Martín, tristemente también desaparecido, con Daniel Cerdán como jefe de Gabinete. Era el que llevaba las relaciones con los medios de Comunicación en el Parlamento de Canarias con Antonio Castro, como presidente de la institución, el responsable de los informativos en la Cadena Ser, lugar en el que ascendió al área de Contenidos y de ahí se fue para ser el primer presidente del ente de la Radio Televisión Canaria.

 

En ese puesto cosechó más alegrías que desagrados, en los primeros tiempos. Había cerrado su entrada con los grandes partidos de esta región, con CC, PP y con unos cuantos del PSOE, pero aquello no le duró y empezaron a criticarle por todo, en lo profesional y en lo personal. Y ahí empezó a romperse lo que para algunos era simplemente un juguete.

 

Se vio sin nadie detrás en algunas decisiones, le retiraron la palabra algunos de los él creía que eran suyos y sus comparecencias en la Comisión Parlamentaria de la Radio Televisión pasaron a ser, como siempre ha sido, un potro de tortura donde una inquisición política derrama más demagogia que verdades. La guerra mediática la sufrió en primera persona y tuvo que dimitir.

 

Decía el otro día un científico que está demostrado que “un minuto de estrés intenso en una persona provoca una caída del sistema inmunitario que dura seis horas, lo que nos predispone a padecer infecciones, enfermedades autoinmunes y cáncer. La persona que sufre ese estrés continuamente está liberando cortisol y catecolaminas, lo que le induce trastornos del corazón, del ritmo, y de la tensión arterial, por lo que tendrá hipertensión y le provocará un metabolismo diferente y, por lo tanto, trastornos digestivos. A nivel cerebral condiciona insomnio e incluso angustia, lo que le llevará a una pérdida de memoria, a tener dificultad en el aprendizaje y una depresión importantísima sobre nuestro sistema inmunitario, tanto el celular como humoral. La causa fundamental es la mente”. ¿Lo quieren más claro? Saquen sus propias conclusiones.

 

Porque esa es una de las bases de que le ha pasado a Santi. No busquen muchas más, que haberlas, podría haberlas. Una persona que sufrió durante mucho tiempo una manera de estrés importante y que salió tocado de aquello.

 

Vi mucha hipocresía en su velatorio. Personajes que en otra época le negaron hasta el saludo, se abrazaban a Inocencio, su padre, o a Tere, su madre, como si no hubiera un mañana. A Raquel le dieron todo el consuelo posible, pero solo, esas personas, saben cómo se las gastaron con un Santiago que padeció como nadie las cosas de la política y de lo mediático. Las soportó con un estoicismo digno de alguien como él. Santi para todos nosotros significaba otra cosa.

 

Era una persona que no guardaba odio y que sabía perdonar y hasta olvidar lo que algunos le habían dicho o hecho. Era, por encima de todo, un individuo que se movía por los renglones de la vida sin alardear de su formación profesional, de su experiencia en diversos ámbitos, con una sólida trayectoria y con un talante digno de una persona noble. Él siempre hablaba de que las múltiples heridas que le había hecho le servían de experiencia para acometer otras tareas. En definitiva, alardeó, y así lo constatamos, de un tipo humilde y que lo natural era su seña de identidad. Se ha ido un gran elemento, como decimos aquí, pero algunos todavía no lo han valorado en su justa medida.

 

Lo vamos a echar de menos en la próxima temporada en Radio Marca. Su saludo, después del silbo gomero que da los buenos días, con esa frase de “¿cómo están fieras?”, nos seguirá persiguiendo. Hoy nos hemos quedado huérfanos de una parte importante del ser de Radio Marca. Me explicó Iván Bonales por qué lo rescató. JuanMa siempre me habló de él. Rafa y Pedro le dieron a todo esto el sentido. Y Selene, Joel y David supieron en cada momento lo que podíamos aportar todos juntos.

 

No quiero olvidarme de Luis y de todos y cada uno de los que nos han hecho la vida más fácil, pero hoy te echaremos de menos a Santi y su chincheta que nos ponía en el presente. No puedo seguir, qué habría más cosas que contar, incluso a los ausentes en ese tanatorio. No merece la pena. Soy un escéptico y eso me borra de cualquier análisis profundo. Te echaré de menos, Santi. Para mí no fuiste un juguete roto, todo lo contrario, un hombre con muchas ideas.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 29 de junio de 2024

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