EL MONÓLOGO / 232
Malos tiempos para el periodismo

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Por Pepe Moreno *

 

 

No les voy a hablar este sábado de las noticias de esta semana, sino que me voy a referir al papel que juegan los medios de comunicación en una crisis sin precedentes que vive el país general y Canarias en concreto. Hemos dejado que la libertad de expresión deje de ser el debate para plegarnos a lo que diga el poder. Ya no existen disputas, ni los protagonistas de las controversias rivalizan con un micrófono o una cámara delante. Hoy se impone el periodismo de declaraciones, la propaganda y el mensaje que quiere la autoridad.

 

Podríamos decir que nos están “pastoreando” desde hace mucho tiempo y que eso sirve para adoctrinarnos, diciéndonos lo que se debe comer, por donde caminar o lo que debemos hacer, lo que nos lleva a creer o descreer, en función de quién es él lo que dice. Hemos visto cómo hacen leyes o decretos en los que debemos profesar una fe inquebrantable si no queremos ser catalogados en una ideología con la que no nos identificamos. Por eso nos amenazan, nos excluyen y nos imponen castigos para los que no militan en su religión-ideología.

 

Nos consideran, a los ciudadanos, como cosas a manejar: No les importamos, nos consideran tontos. Un gobierno que no lo hace para el conjunto de los ciudadanos, no para el interés general, sino solo para una parte, no es una nación. O vemos cómo se inventan problemas, y los que tenemos no los ven o no les afectan.

 

Los políticos hoy contestan una cosa a las preguntas sobre otras o cuentan cosas por las que no le hemos demandado. Tienen ocurrencias, como que “no podemos atender a más migrantes menores y he pedido a las ONG que no acepten a ninguno más sin previa autorización de la comunidad”. ¿Y en qué quedó aquello? En nada.

 

Los menores siguen atendiéndose y nadie ha hecho nada. Los del Estado porque siguen dando la callada por respuesta y porque los de aquí siguen haciendo lo posible para que no puedan ser acusados de racistas o de algo peor. La polémica acabó en el momento en el que algunos de los juristas consultados dijeran que los menores son responsabilidad de los Gobiernos Autonómicos.

 

Por ese tipo de mentalidad y anuncios nuestros valores están siendo arrasados. Nos están alterando emocionalmente. Unos pensando que ese tipo de ideas es la que vale y otras, las menos, diciendo que, si fuera tan fácil, hace tiempo que se habría implantado. Por eso están triunfando las posturas populistas, porque calan entre una parte de la población. Se busca el aplanamiento de la mente por lo banal, lo superfluo, lo intrascendente, el materialismo, el relativismo: pan y circo en versión moderna.

 

Van a los países africanos y prometen planes de empleo y más de 250.000 puestos de trabajo sin importarles nuestro paro, los miles de paisanos que en este momento no encuentran un empleo porque las condiciones en las que se ofertan son, cuando menos, leoninas. Que no hay dónde quedarse, que los hijos, si los tienen, los han de dejar atrás y que cobran tan poco que más del 70 % se les va en alquiler, si es que encuentran dónde pernoctar.

 

La gente confunde medios con redes. Por estas circulan los medios, pero no todo lo que transita por las redes son medios. Podríamos decir que son foros públicos digitales, que no son lo mismo. Y ahí es donde nacen las fake news, las noticias falsas, esas que antes llamamos “leyendas urbanas” y que ahora están a la orden del día sin que nadie se percate de ello o incida o para que los ciudadanos crean algunas de ellas con el fin de alterar comportamientos, costumbres y tradiciones y así modificar todo lo que les estorba y no se empareja con su ideología.

 

Igualan por abajo, en vez de por arriba y de esta manera nos dicen, desde el poder, que todos deberíamos cobrar lo mismo, una especie de nacionalización de los sueldos. Es una forma de estar sometidos a las órdenes del Estado y que le demos las gracias por lo que han hecho. Nos estamos muriendo de hambre, arruinando porque no encontramos trabajo o porque la cesta de la compra ha subido un 27 % desde los años de la pandemia.

 

Para que se hagan una idea, el aceite se ha disparado un 63,5 % y el azúcar un 45 % en los últimos años. El Gobierno, como si no existiéramos, nombra a un director general para el “derecho de los animales”, ¿esto lo hacen pensando en nosotros, los que tenemos que buscarnos la vida todos los días?

 

Por ejemplo, ¿ustedes se han parado a pensar que, con la pandemia, en la que murieron en las residencias, casi setenta mil mayores, se ahorraron seguir pagándoles esas pensiones de jubilación y viudedad? ¿Verdad que no? Ese tipo de consideraciones se consiguen con periodistas, políticos y gentes mediocres que repiten esos mensajes sin rechistar las indicaciones de su sistema de propaganda que sustituye a la comunicación.

 

Estamos en la era de la información digital donde las redes sociales se han convertido en una fuente principal de noticias para los jóvenes. Plataformas como Facebook, Twitter, Instagram y TikTok ofrecen un acceso instantáneo a una amplia gama de contenido, desde noticias hasta entretenimiento.

 

De esta forma hemos visto como personas con Alvise Pérez, con un partido como “Se acabó la fiesta”, ha conseguido nada menos que tres eurodiputados y más de 800.000 votos en las pasadas elecciones europeas del 9 de junio en España. Tiene una ideología parecida a VOX y con condenas por informaciones falsas, como la del respirador de Manuela Carmena o la más reciente del niño asesinado en la localidad toledana de Mocejón, -que él dijo que el que lo mató era un inmigrante y no era así- pero a los que le votan no les importa.

 

En un reciente estudio llevado a cabo en agosto por el diario El País y Cadena SER, las redes sociales se consolidaban como la principal fuente de noticias falsas en España. La encuesta, que incluyó a 2.000 personas, revela que el 56,9 % de los participantes identifican las redes sociales como el medio donde más se encuentran con información engañosa o incorrecta. Según el informe, la mayoría de la ciudadanía española afirma encontrarse con noticias falsas al menos una vez a la semana.

 

Este hecho no es sorprendente dada su naturaleza de rápida difusión y a su alcance masivo. Sin embargo, el hecho de que más de la mitad de los encuestados consideren estas plataformas como la principal fuente de fake news subraya la necesidad de un escrutinio y una regulación más estrictos para combatir este fenómeno.

 

La televisión, tradicionalmente considerada una fuente confiable de información, ocupa el segundo lugar con un 34,3 %. Por otro lado, el 25,2 % de los encuestados identificaron a influencers y youtubers como fuentes de noticias falsas. Con respecto a los medios tradicionales, los periódicos que existen únicamente en versión digital (18,4 %) y aquellos que publican tanto en papel como en digital (16,8 %) también se mencionan como fuentes de fake news.

 

Todo esto nos lleva a la conclusión que parece haberse puesto de moda la degradación de la sociedad, y, por supuesto, la del lenguaje, no solo entre los sectores de menor nivel educativo, sino entre profesionales de clase media, incluso alta. Y nos conduce a que los medios de comunicación son los que están propiciando un uso de lenguaje obsceno, irrespetuoso y vulgar. En la radio, la televisión y las llamadas redes sociales, son los sitios en los que cualquier analfabeta logra abrir su propio canal o plataforma a través del cual lanza acusaciones injuriosas y difamatorias contra cualquier persona, pública y privada, sin ningún elemento probatorio que lo compruebe.

 

La sociedad en la que vivimos hoy día es un espectáculo, la vida es una distracción, incluso la muerte se convierte en un entretenimiento en el que se da el pésame por un mensaje de texto, ya sea en wasap o en un simple SMS. El mundo capitalista es un espectáculo donde unos viven y los demás sobreviven en un mundo cada vez más deshumanizado.

 

Estamos viviendo una época en la que las palabras vuelan, literalmente. Nunca habíamos tenido tanta información a nuestro alcance como actualmente, en tantos formatos y en tantos lugares simultáneamente. Sin embargo, insisto en que hemos perdido el respeto por la lengua. Y aquí, nosotros, los profesionales de la comunicación, somos los responsables. Tenemos el poder de transmitir ideas, de informar, de entretener y, sí: ¡también de formar y de divulgar! Y… ¿Si no somos capaces de respetar la lengua, de que sirve todo este esfuerzo informativo?

 

Mirémoslo de cerca. En cualquier telediario, diario o revista, la lengua se convierte a menudo en una víctima inocente. Errores gramaticales, ausencia de pronombres débiles, barbarismos, frases hechas mal utilizadas, y toda una serie de perlas que harían daño a cualquiera con un poco de conciencia lingüística. Y no hablemos de los letreros y títulos que se emiten en pantalla, muchas veces traducciones automáticas, o incluso de los subtítulos, que a menudo parecen hechos por un extraterrestre con un diccionario de idiomas de tercera mano o por el mismo ChatGPT.

 

Ahora mismo navegamos, todos los medios, en un mar de interrogantes. Ya nadie confía en los nosotros, ni los ciudadanos, ni los políticos, porque a todos lo que nos está dominando el temor a lo que viene y la incertidumbre. Carecemos de conciencia crítica y nos quedamos con los titulares que nos dictan, sin ir más allá de ellos. Si Maduro “decreta” la Navidad para octubre nos creemos que van a cantar villancicos, poner el árbol en esa fecha y que el niño-Dios nace antes. No obstante, nadie se plantea que vendrán los aguinaldos, las pagas extras, las vacaciones pagadas y que, por tanto, una parte de los descontentos de ahora verán dinero con los que paliar sus urgencias.

 

Con todo este panorama, el futuro de los medios está bastante negro. Y a medida que caen, aumenta el ruido. Antes un político tenía que lidiar con los periodistas y ahora no por qué, ya que tienen otras opciones para transmitir mensajes, como los influencers. De esta manera los prefieren, antes que hacerlo frente a un verdadero vigilante del poder. No corren buenos tiempos para nuestra profesión, pero es que ustedes, los consumidores, prefieren este tipo de comunicaciones. Y si no es así que se lo pregunten a Ibai Llanos.

 

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 14 de septiembre de 2024

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