EL MONÓLOGO / 241
La macroilusión que nos venden

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Por Pepe Moreno *

 

 

Hay cosas que no entiendo, que me cuestan, que entren en mi cabeza y que encuentren una explicación. Por ejemplo, si nos dicen que cada vez tenemos menos hijos, ¿cómo es posible que cada vez se contraten más profesores? Si cada vez están cerrando más aulas, porque ya no hay tantos alumnos, ¿cómo es posible que cada vez se pidan más dinero para la construcción de esos colegios?

 

He preguntado por este asunto y me han contestado que lo que se pretende es bajar progresivamente, y a partir del próximo curso, las ratios (número de alumnos por profesor) en distintas etapas y niveles, así como aumentar la plantilla docente.

 

En los centros con más de ocho unidades quieren suprimir los denominados grupos mezcla o mixtos en el segundo ciclo de Educación Primaria y además se reducirían las ratios de distintas especialidades docentes para una mejor atención a la diversidad. Es decir, nada en realidad y todo en teoría.

 

En abril de este mismo año, el Diario de Avisos decía que, con esta medida, se pretendía que de esta manera se vaya alcanzando las cifras que hay en otros niveles de Infantil y Primaria, contribuyendo a la detección temprana de posibles disfunciones o trastornos en el proceso de aprendizaje; mejorando aspectos como la orientación, la intervención o la organización de los centros, ayudando a los docentes y a este alumnado y a sus familias a reducir el fracaso escolar. ¿De verdad es que están pensando en nosotros o en los colectivos del profesorado?

 

Hay mucha controversia sobre esto. Ya decía el consejero de Educación, Poli Suárez, que rebajar la ratio de alumnos por aula es un reto y que como mucho se podrá contratar a unos doscientos cincuenta profesores, pero que los 5.400 que quieren algunas plataformas sindicales son impensables. Porque esa es la cifra que manejan algunos, que abogan por contratar 5.000 profesores más para adecuar el volumen de docentes a las necesidades de la enseñanza pública no universitaria entre los dos próximos cursos académicos, una cuestión que consideran «esencial» para el sistema. Esta cifra se reparte en 1.000 docentes para la implantación de la Educación Infantil de 0 a 3 años y 4.000 para el resto de las enseñanzas, por lo que, a ellos, la plataforma, sugiere contratar a razón de 2.500 por cada uno de los dos cursos escolares próximos.

 

Casi nada lo del ojo y lo llevaba en la mano. Dicen algunos de los integrantes de esa plataforma que los docentes en Canarias enfrentan jornadas semanales de trabajo que en muchos casos alcanzan las 48 horas, superando en más de diez horas el límite legal de 37,5 horas. “Esta sobrecarga laboral incluye no solo el tiempo dedicado a impartir clases, preparar o corregir exámenes, sino también el trabajo administrativo, reuniones, la cumplimentación de innumerables formularios para la Administración y otra maraña de labores puramente burocráticas que acaban ocupando un alto porcentaje de sus esfuerzos”.

 

Que le pregunten a cualquiera las horas en las que tiene que hacerlo, subido a un andamio o con una bandeja en la mano o atendiendo detrás de un mostrador. Eso sí que es echar horas y no siempre reconocidas.

 

Los maestros dicen en su informe que “en otras comunidades como Madrid, Andalucía y Cataluña, los profesores enfrentan situaciones similares, con jornadas semanales que superan las 50 horas en algunos casos”. En las islas, la media de trabajo semanal de los docentes sigue siendo de 43,8 en primaria y 49,6 en secundaria, que también es alta, aunque no tanto como las mencionadas anteriormente. Sin embargo, ellos quieren que se contraten a más personas con titulación, algo que no estaría mal, pero que no se puede. Hay que tener en cuenta que actualmente hay 170.749 estudiantes en el sistema, frente a los 200.000 de hace diez años. Es de esas cosas que no entiendo.

 

Como tampoco concibo que cuando comenzó la actual escalada de precios se echara la culpa al conflicto entre Rusia y Ucrania, algo que aún, tres años después, sigue enquistado, es decir, que continúan las hostilidades. Con Rusia no hacemos ningún tipo de comercio y los cereales que venían de Ucrania se habían puesto por las nubes. Acuérdense que había ganaderos que no podían dar de comer a sus reses y las destinaban al matadero, sin que la carne hubiera descendido de coste. Bueno, pues ahora nos dicen que el Índice de Precios de Consumo (IPC) cerró el mes en el 1,5 % en tasa interanual y que eso es bajar.

 

¿De verdad usted ha visto a alguien que les diga que la cesta de la compra no ha subido tanto? El aceite, por no ir más lejos, se ha puesto casi imposible y cuando parecía que iba a bajar, nos dicen, ahora, que no lo hará tanto por la sequía que hay. Y es que, como decía mi padre, hay excusas para todo.

 

Hoy todo nos cuesta más caro, pero nos hacen ver que no tanto como algunos quieren y de esta forma dicen que hoy es un 1,5 % más alto que en el mismo mes de 2023. Los sueldos no han subido tanto, si es que su convenio se ha renegociado. Lo que pasa es que los medios de comunicación, esos que subvencionan el poder político, nos cuentan que “ese 1,5 % supone la tasa más baja en tres años y medio, la más baja desde el 1,2 % de abril de 2021, justo el mes en el que comenzó la ola inflacionaria”. ¿Se da cuenta cómo nos manejan?

 

Yo es que flipo con lo que leo y nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Leído en un periódico esta misma semana sobre los precios: “El 2 %, poco más o menos, es la tasa ideal de inflación, la que debe registrarse en períodos de crecimiento económico estable. En los primeros meses de 2021, los del comienzo de la crisis de precios, el IPC se situó en las Islas en una media de un 1,55 %.

 

No obstante, en agosto de ese año ya se fue hasta el 2,4 %, para comenzar así una escalada histórica y extraordinaria que lo llevaría al 9,5 % en agosto de 2022. A comienzos de este año aún se mantenía en el 4 %, y no fue hasta septiembre cuando bajó al fin del ansiado 2 %. Así que con ese 1,5 % del mes pasado, es decir, después de dos meses seguidos con un IPC en tasas saludables, el Archipiélago puede dar por superada la ola inflacionaria”. ¿De verdad?

 

Todo subió hasta casi el diez por ciento y ahora nos tenemos que sentir satisfechos porque “solo” lo hizo un 1,5 % sobre el casi diez de hace unos meses. Vayan a un supermercado y hagan la prueba. ¿Se gasta, si compra frutas y verduras, lo mismo que en el mes de agosto? ¿No ha subido todo una barbaridad? Pues, según algunos no, o debe ser que en la “macroeconomía” las cosas se ven de otra manera.

 

Otro asunto que no termino de comprender. Antes lo que decía un gobernante iba a misa, porque comprometía su palabra y eso es muy serio. Leído en El Día ayer, viernes. El titular decía que “Canarias recibe los 50 primeros millones del Estado para la atención de niños migrantes” un dinero que le prometió Pedro Sánchez en su entrevista en La Palma cuando recibió a Clavijo después de mucho insistir.

 

Y en el cuerpo de la noticia se dice que “el Gobierno de España transferirá a Canarias en los próximos días los primeros 50 millones de euros para sufragar los gastos derivados de la atención de los niños y jóvenes migrantes llegados a las costas del Archipiélago sin la compañía de un familiar adulto”. Es decir, que estamos en las mismas. A pesar del titular, el dinero no ha llegado.

 

Recordemos que primero lo prometió Pedro Sánchez. Luego, hace tres semanas, fue la ministra de Hacienda, María Jesús Montero la que se comprometió a transferir a la comunidad autónoma los 50 millones de euros que estaban previstos en los Presupuestos Generales del Estado y otros 50 más para hacer frente a la atención de los menores no acompañados que llegan a las Islas a bordo de cayucos y pateras. A esta hora no ha llegado ni uno solo y lo que hay son promesas.

 

Hasta ahora, el Ejecutivo de Pedro Sánchez no había enviado en 2024 ni un euro para aliviar el impacto económico que supone la acogida de cerca de 5.800 niños, que recae íntegramente sobre las arcas canarias. Según Alfonso Cabello, que ayer lo teníamos en Radio Marca, en los primeros nueve meses del año, el Archipiélago ha destinado 157,1 millones de euros a la atención de los niños y jóvenes migrantes. Esta primera partida se orquesta gracias a un acuerdo entre el Ministerio de Hacienda y el de Juventud e Infancia, dirigido por Sira Rego.

 

Tanto rollo, tanto ministerio y no llega nada para atender a ese colectivo que cada día crece más y más. ¿Cuántos centros hacen falta para acogerlos en Canarias, porque del resto del territorio nacional ni nos acordamos ya?

 

Tampoco entiendo que la Unión Europea prevea que la economía española crezca el doble que la media y que, en sus Previsiones Económicas de Otoño, que se publicaron ayer viernes, se apunte un incremento del Producto Interior Bruto (PIB) de España del 3 % para este año. Nueve décimas más de lo que la institución europea calculaba en primavera y que mantienen al país como la locomotora económica del bloque.

 

El Ejecutivo comunitario señala que el país crecerá un 2,3 % el año que viene y un 2,1 % en 2026 en su informe, que no tiene en cuenta el impacto económico de la DANA. Las cifras de Bruselas también mejoran las previsiones del Gobierno español, que calculaba que España crecería un 2,7 % este año, y rebajan en una décima sus estimaciones para el año que viene (2,4 %).

 

Eso es en un sitio como Canarias, en el que hay 748.000 personas que están en riesgo de pobreza y exclusión social en las islas. De este número, unas 215.000 están en lo que se denomina “pobreza severa”, un 9,7 % de nuestra población. El archipiélago es la segunda comunidad con más personas en riesgo de pobreza y exclusión social.

 

Lo que significa que tenemos en ese índice al 33,8 % de nuestra gente. Y eso que hay un descenso paulatino, muy lento y no suficiente para llegar a reducir esas tasas de pobreza. Es un dato agridulce que se reduce, en 2,4 puntos con respecto al año anterior, pero Canarias sigue muy lejos de la media nacional, que se sitúa en el 26,5 %.

 

Ayer mismo, la Diputada del Común, Dolores Padrón, llegó a decir que luchan contra una pobreza “invisible” que está haciendo «mucho daño» y que abarca en aquellos que, aun teniendo ingresos, se encuentran en condiciones de vulnerabilidad debido a la «precariedad de los salarios», que no les permiten el acceso a derechos básicos como la educación, la sanidad y la vivienda. Entonces, ¿de qué situación macroeconómica habla la UE?

 

Aquí hay trabajadores pobres o jubilados que viven de una pensión “con la que no pueden hacer frente a gastos derivados de educación, que no se cubren si tienen a alguna persona con discapacidad o diversidad funcional; en sanidad, que si no llega a las listas de espera tiene que pagarse un médico; o en vivienda, donde los ciudadanos tienen que asumir el incremento del 16 % de los inmuebles cuando los sueldos solo han subido un 1 %”.

 

¿Se dan cuenta de las cosas que no comprendo? Los sueldos han subido un 1 % y la inflación un 2,3 %, ahora sobre un 9,8 en el 2022, y nos dicen que tampoco es para tanto. O la UE que dice que vamos a ser la locomotora de todos. ¿Cuándo? O son cosas mías o algunos están fuera de la realidad y nos dicen que los que estamos somos nosotros.

 

El de hoy es un mundo irreal que está más pendiente de un falso sentido de la perfección. Recibimos pequeños premios, corazones, me gustas, deditos hacia arriba, y mezclamos eso con la verdad. Todo esto es una popularidad falsa y frágil, que en realidad al final te deja más vacío que antes de que lo hicieras. Sin embargo, parece como si nos quisieran guiar por un círculo vicioso.

 

Cuando hay que contratar a más profesores, cuando la inflación nos lleva a límites inimaginables, en los que ya hay familias que no comen ni carne ni pescado porque se escapa de sus presupuestos, cuando no podemos comprar ni alquilar un techo, o cuando nos dicen que vamos a crecer por encima de todos, en realidad nos están contentando para que les dejemos seguir en su puesto oficial. La verdad es que no comprendo algunas cosas.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 16 de noviembre de 2024

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