EL MONÓLOGO / 239
Un futuro incierto

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Por Pepe Moreno *

 

 

Mañana empieza el último mes del presente 2024. Nos quedan 31 días de este año para que se nos acabe, o nos quedan 24 días para que lleguemos a la Nochebuena y uno más para la Navidad. Ya pueden decir aquello de “felicidades” en estos días y además las calles ya están iluminadas para tal festividad y las calles están llenas de gentes que llevan de un lado para otro los paquetes que les certifican como “pajes” de sus Majestades o de Papá Noel, que estos días está muy atareados, como siempre.

 

A esto le tenemos que añadir que ya hay varios colectivos, como los taxistas o los conductores del transporte, que ya han comenzado a pedir que se jubilen antes. Y lo hacen con huelgas y sus protestas en las calles para reivindicar sus peticiones ante unos patronos, generalmente en la parte pública o entes abstractos de difícil identificación, a los que pedirles que les traten de otra forma o que los jubilen antes de los 65 años, que ellos no están para hacerlo con esa edad.

 

Es una cosa que no entiendo, porque ahora mismo todas las conversaciones que capto es que no hay dinero para aguantar esto y que los jóvenes de hoy mantienen a los que ya se han jubilado, pero que cuando ellos lleguen, no habrá dinero. Dicho de otro modo, tendremos menos capital que provenga de las arcas del Estado, y, además, podrán acceder a ese estado más tarde.

 

Los especialistas se jactan en decir que cada vez hay más gente mayor, que perciben más años su pensión y además cada vez hay menos jóvenes trabajando o cobran menos, por lo que su aportación es más pequeña. Todo esto nos puede llevar a pensar que las pensiones públicas serán más bajas. Es posible que ese gran coco que es la UE nos diga eso de que “el Estado español es muy generoso con los mayores”.

 

Sobre todo, si la comparamos con otros países, como Alemania, pero lamenta que no sepamos invertir bien nuestro dinero para tener un complemento en la jubilación, pero claro, si no tenemos ni para comer, ¿cómo vamos a ahorrar para un régimen al que ya nos enfrentaremos en el futuro?

 

Pero no se asusten. El Gobierno no dejará de pagarnos a los mayores a la hora de no poder trabajar, pero es posible que la jubilación sea después de los 66,5 años a los que hoy tenemos que llegar y que la pensión, lo que se cobra, sea de menor cuantía. Y todo esto porque cada vez hay más personas a las que se les hace más difícil cotizar por los 38 años y tres meses que ahora se miden, así como que tengan una buena base de cotización al llegar a los 66 años y ocho meses que hoy nos exigen para llegar a cobrar por no trabajar, lo van a tener crudo.

 

El año que comienza dentro de poco lo hará con cambios; por un lado, se amplía en tres meses el mínimo exigido para jubilarse con una vida laboral larga. Y, por otro, quienes no tengan tantos años cotizados deberán esperar para jubilarse dos meses más respecto a los que lo hicieron en 2024.

 

Dicen que el año que viene, que solo falta un mes para que entre el 2025, nuestras pensiones van a subir un 2,8 %, el IPC del mes de noviembre, que es el que refleja la inflación. Esto se debe, sobre todo, por la Ley 20/2021 que establece que sea la fórmula de revalorización establecida. Con esto, se busca asegurar que las pensiones mantengan el poder adquisitivo de los beneficiarios. Pero claro, hay quien gana más con su pensión que algunos jóvenes con su sueldo. Por eso los “abuelos/as” son tan perseguidos los días 24 de cada mes por sus “nietos” e hijos.

 

Pero es que, además del 2,8 % de revalorización de las pensiones contributivas, el Gobierno ha previsto una compensación adicional para las pensiones no contributivas y las complementarias.

 

Expliquemos ligeramente que las pensiones no contributivas son aquellas que se otorgan a personas que no han cotizado lo suficiente para acceder a una pensión contributiva, pero que, debido a su edad avanzada o a una situación de discapacidad severa, se encuentran en una situación de vulnerabilidad económica. Para el año que viene, 2025, estas pensiones también recibirán un ajuste del 2,8 %, lo que equivale al mismo porcentaje de revalorización que las pensiones contributivas.

 

Sin embargo, una vez revalorizadas de acuerdo con el IPC con ese 2,8 %, las pensiones no contributivas se incrementarán adicionalmente para reducir en un 20 % la brecha existente, hasta alcanzar el 75 % del umbral de riesgo de pobreza, que se calcula a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) para un hogar unipersonal. El Gobierno ha prometido converger en 2027 las pensiones no contributivas con ese 75 % del umbral, que supondrían casi 8.300 euros anuales o 592 euros mensuales.

 

El año que viene también aumentarán las pensiones complementarias, que son las prestaciones adicionales que se conceden a ciertos colectivos como parte de acuerdos laborales o a través de planes de pensiones privados. En concreto, aquellas vinculadas a las Cajas de Ahorro o las derivadas de mutuas laborales también verán un ajuste basado en el IPC interanual, aunque con ciertos matices en cuanto a la fórmula y los requisitos de cada tipo de pensión.

 

Por tanto, ya tenemos a todos los colectivos frotándose las manos porque verán revalorizadas sus pensiones para el año que viene. Pero esta situación actual tiene sus más y sus menos y sobre todo debemos tener en cuenta la opinión de los economistas que nos advierten que esto no puede durar siempre.

 

La subida aplica, como ya hemos escrito, a partir del 1 de enero de 2025 en la gran mayoría de pensiones, salvo en aquellos casos que cobren más de una. A inicios de este año, las pensiones contributivas se revalorizaron un 3,8 % porque la inflación media fue mayor, mientras que en 2023 lo hicieron un 8,5 %. En total, se espera que durante el año que viene se destinen a este menester, el de las pensiones, unos 28.000 millones de euros, lo que significa un déficit real que supera ahora mismo los 65.000 millones de euros.

 

Esa cifra que se incrementará a medida que los baby boomers, los que nacieron entre 1958 y 1977 y que representan una gran proporción de la población española, se retiren y comiencen a percibir sus pensiones. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) advierte que, si no se aplican reformas, este déficit, que ahora se sobrelleva, va a continuar aumentando, comprometiendo la viabilidad del sistema en los siguientes años.

 

Para afrontar esta situación, algunos economistas ya se han comprometido a hablar de la importancia de implementar cambios en el sistema de pensiones que no solo permitan cubrir el retiro actual, sino que también proyecten un sistema más sólido y equitativo para las futuras generaciones. La clave podría ser en encontrar un equilibrio entre la financiación del sistema y el mantenimiento de unos ingresos públicos que permitan una vida digna a los jubilados.

 

Los entendidos ya han elaborado sus propuestas que van desde aumentar las cotizaciones de los trabajadores, retrasar la edad de jubilación y reducir esos emolumentos para los que ya se han jubilado. Pero esta última es una opción que ya está descartada porque, según dicen algunos, los que ya cobran tienen un contrato implícito que garantiza su nivel de vida tras la jubilación y poner en práctica esta medida sería quebrar dicho acuerdo.

 

Por tanto, nos quedan las otras: las de aumentar la edad de jubilación, porque ahora mismo, según la opinión de esos estudiosos de la cuestión económica, «la cuestión no es cuándo quieres jubilarte, sino si el sistema puede permitirse pensiones tan generosas». La razón es que mantener el sistema congelado, con el envejecimiento de la población, una esperanza de vida mayor y cada vez más jubilados, es totalmente imposible. O subir las cotizaciones, algo que por ahora se considera poco factible, porque los jóvenes, que cuentan con ingresos más bajos que otras generaciones, serían los que más sufrirían al tener estos sueldos más bajos, y no podrían pagar más costes.

 

Sobre la opción de revalorizar las pensiones en función de la inflación, los economistas dicen que es insostenible a largo plazo para la Seguridad Social, porque este modelo no puede mantenerse indefinidamente sin ajustes.

 

Son muchos los que coinciden en que hay que reducir el importe que se paga a los pensionistas, porque algunos expertos ya hablan de que el sistema de pensiones ya está quebrado, sin embargo, la potentísima fuerza electoral de los pensionistas hace pensar que se mantendrá, tal vez, con algunas restricciones más, pero básicamente igual. Por tanto, continuará siendo un sistema de reparto, como hemos visto más arriba.

 

Lo que está pasando es que el problema de este sistema, al igual que el fiscal, es que, lejos de estimular el ahorro, lo desincentiva. Y esa es la base del bienestar del futuro. Este es uno de los motivos por el que la economía española lleva tanto tiempo atascada. Por tanto, la economía española continuará perdiendo posiciones. El sistema de pensiones se mantendrá más o menos en los términos actuales, aunque con algunas mayores restricciones que dificultarán su acceso.

 

Todo esto nos llevará a que se estén generando dos categorías sociales. Una es la de aquellos que han tenido un trabajo estable durante su vida laboral y que gozarán de buenas condiciones para su retiro. La otra es la de aquellos otros que no saborearán los mismos privilegios. Estas son tendencias que ya están en marcha, no hay que esperar a que sea así.

 

Hace mucho tiempo que deberíamos haber hecho la tarea. La de incentivar el ahorro en todas sus formas, que debería ser clave de prevención para el futuro. Y esto se hace con reformas fiscales y, al tiempo, introducir elementos de sostenibilidad en el sistema. Esto implica, claro está, que las ventajas fiscales de los planes de pensiones privados no estén tan absurdamente limitadas como sucede ahora. Del mismo modo, no cabe duda de que el crecimiento económico es la mejor garantía para cualquier sistema de pensiones, con independencia de que sea de reparto o de capitalización. Pero para conseguirlo y sostenerlo en el tiempo hace falta, una vez más, ahorro.

 

Pero claro, nuestros dirigentes políticos están en otras cosas. Están en hacer política con todas esas cosas, con congresos federales, con la forma en la que repartirán a los menores no acompañados, con la inclusión, con preceptos que no siempre se entienden y que hacen que hoy tengan otras prioridades como que “papá Estado” siempre acompañará. No se hace nada para que el esfuerzo siga siendo válido. Hoy lo que prima son otros conceptos. Y claro, así nos va. De momento, tengan en cuenta lo que aquí se dice, porque no se sabe cuánto tiempo estará vigente. Ahora las pensiones subirán el siguiente mes, pero ¿lo podremos mantener en el tiempo?

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 30 de noviembre de 2024

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