EL MONÓLOGO / 265
Habemus lío: Anunciar no es hacer
AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…
Por Pepe Moreno *
Tenemos Papa, y eso es una buena señal. Salió en el segundo día del conclave y es Robert Francis Prevost, el primer Papa estadounidense. Allí, en Estados Unidos, le llaman el “cardenal latino-yanqui” y ha escogido el nombre de León XIV. Era uno de los nombres que sonaban para el Pontificado, convirtiéndose en líder de 1.400 millones de católicos. Nació, como ya ustedes deben saber, en Chicago; pasó gran parte de su vida fuera de los Estados Unidos. Dirigió la oficina del Vaticano que selecciona y administra a los obispos a nivel mundial. Incluso cuentan que estuvo varias veces por Tenerife.
Ahora habrá que ver si cumple con las expectativas que algunos se habían hecho con él. Si será un viajero, si continúa la labor de Francisco, de quien dicen que era un fiel discípulo, si es progresista o conservador.
Vamos con el artículo de hoy referido al debate celebrado días atrás en el Cabildo de Tenerife sobre el estado de la isla. Hubo más anuncios que hechos y ha habido más marketing que cosas realizadas. Ya han pasado dos años de Legislatura y las colas en las autopistas siguen. Nos hablan de los trenes y casi nos dan ganas de buscar una estación para sacar nuestro tique para hacer un viaje, cuando resulta que no está aprobado el proyecto o quién lo realizará. En lo único que se ponen de acuerdo es en sacarnos las perras.
Dice Rosa Dávila que llevará al Congreso Insular de Coalición Canaria la posibilidad de un impuesto como la ecotasa, aunque su socio de Gobierno, el PP, ya ha dicho que ellos no la ven. Parece una cosa para contentar a los que han convocado la manifestación para el día 18 de “Canarias tiene un límite”. He hablado con algunos hoteleros y están preocupados por todo este asunto.
Partiendo de los encuentros que tuvieron en Londres, las previsiones son malas y se dice que especialmente para Tenerife, cuyas ventas para el verano en el Reino Unido, han caído un 8 %, mientras que, en otros sitios, que podrían ser competidores nuestros, están creciendo. Abundan a que todo esto es por considerarnos ofensivos con el que nos visita o que en Tenerife no les tratamos bien.
En las conversaciones con esos hoteleros me preguntaban si lo que pretendían, los gestores institucionales, era continuar haciéndonos antipáticos. Me decían, vehementemente, que aquí, en nuestra isla, nos estamos equivocando, y que lo íbamos a pagar muy caro, especialmente las personas más desfavorecidas porque no van a tener las ayudas necesarias para mantenerse.
Hay mucha gente que opina que es necesario un gran debate en Tenerife, sobre el futuro que queremos en lo económico, en la carga medioambiental y social. Y eso solo podemos hacerlo, incluyendo una discusión en la que esté incluido un estudio riguroso sobre la capacidad de carga de este territorio y no un ambiguo lema de “cambiar el modelo”. Hace falta más discusión, pero nos eternizamos en ello porque aquí sobran cosas inacabadas.
Debe ser un momento para la serenidad y no trabajar a impulsos, que es la modalidad que ahora parece imperar. Hay que planificar el futuro pensando en las generaciones que vienen, con posibilidades que nos sirvan a todos, ahora y después. Proyectar una forma de vida en la que haya mejores infraestructuras, con mejores carreteras que no estén tan colapsadas como las existentes hasta ahora.
Pensar en unos servicios sanitarios que den atención a los pacientes, con hospitales, bien dotados de material y de profesionales de la salud, y no como los que están, con uno en sur, más avanzado gracias a los ciudadanos, y el del norte, que parece más una residencia geriátrica que un policlínico en el que atender a los pacientes. Llevamos más de 20 años de promesas incumplidas en eso de la asistencia médica y eso redundaría en el Hospital Universitario de Canarias y en el de la Candelaria, que son los dos centros de referencia y que aliviarían a los que hoy acuden a esos centros.
Hacen falta planes para construir viviendas públicas, pero con reflexiones y reglas que duren, porque esos procedimientos nos deben servir para los siguientes veinte años. Construcciones que podría afrontar el Cabildo, en costo y en proyectos, para que nadie se quede sin un techo durante su vigencia.
A nadie se le escapa que carecemos de residencias geriátricas, sobre todo las municipales, que es donde deben estar los mayores, lo que aliviaría las camas hospitalarias que hoy ocupan esas personas a los les han dado el alta, pero que nadie se las lleva porque las casas actuales, ni están preparadas ni sus moradores saben cómo atenderles.
Tenemos un ciclo integral del agua, lleno de parches, del que todo el mundo habla, pero que nadie lo termina de proyectar. Nos falta trazar un programa a diez años para terminar con los vertidos que ahora se hacen al volcán y al mar. No somos capaces de reintegrar ese líquido depurado a la agricultura, a precios que sean asequibles y no ilógicos, por caros, como sucede hoy.
Nuestro sistema eléctrico es muy endeble, con materiales viejos y obsoletos que parece cogido con alfileres. Lo del apagón del otro día en la Península se queda en una mera anécdota si pasara en Canarias. Aquí, en las islas, tenemos que acabar con la política farisea de las energías renovables. Hay territorios isleños que hace tiempo que están preparados para esas nuevas fuentes energéticas naturales, pero la escasa preparación de nuestros responsables no apuesta por ellas.
Ponen tal cantidad de requisitos, que es difícil su desarrollo. Necesitamos esos esfuerzos que suplan las carencias que tenemos, pero falta coraje. En definitiva, lo que se llama un futuro factible para todos y que preserve la isla y su entorno.
Si ahondamos en algunos asuntos, veremos que se ha producido una paralización que se ha justificado más de cara a la galería que a la planificación. Hemos asistido a informes que han impactado en el momento, pero que ni eran finales ni decisivos. El tiempo de palacio, que es despacio, se ha convertido en eterno y nadie lo ha remediado.
Ahora, cuando estamos en una discusión sobre el modelo turístico que se debe desarrollar, es cuando, con cabeza, debemos regular las viviendas vacacionales y los hoteles y apartamentos. Es tiempo de preguntarse si ya hemos crecido lo suficiente y parar, o, por el contrario, hay zonas que podrían tener una mayor carga. Todo eso en función de una serie de premisas en las que se combine el turismo vacacional, sin que afecte a los domicilios de la gente, ni a la ley del suelo y procurar que todo se desarrolle con niveles de calidad y de regulación.
Las islas deben ser vivibles y para eso hay que resolver la conexión entre todas las de este archipiélago con criterios de responsabilidad, tanto económica como social y medioambiental, al tiempo que hay que potenciar las infraestructuras turísticas como parques naturales, playas y demás servicios a los visitantes y residentes en las islas.
Estoy seguro de que en ese debate estarán los empresarios, incluso si para llevarlos a cabo hacen falta más impuestos o sacrificios. Ya se han puesto de acuerdo en que, en el mes de julio, entre en vigor el céntimo forestal en Tenerife. Al menos, el Cabildo llevará a pleno su aprobación con la idea de obtener hasta 10 millones de euros para proyectos de gestión y recuperación de los montes tinerfeños.
La medida funciona como un recargo que puede llegar hasta los dos céntimos en el impuesto sobre los combustibles de automoción. Esto se hace con la idea de crear un fondo y utilizar ese dinero destinado a la lucha contra el cambio climático, la prevención de incendios forestales o distintas medidas.
No es lo único. Rosa Dávila, la presidenta de la Corporación insular, ya ha anunciado que quiere llevar al Congreso de CC lo de la ecotasa por pernoctar en Tenerife. Y, aunque no lo dice, excluir a los canarios de ese impuesto. ¿Cómo lo hará? ¿Es posible ello? Dicen que sí, pero los expertos lo niegan. ¿A quién creer?
Lo mismo que un precio para acceder al Parque Nacional del Teide por parte de los no residentes, que entraría en vigor en 2026 y que parece un plan populista más que una idea para regular las visitas. La presidenta ya ha dicho que ha hablado con las empresas transportistas para que las guaguas sean más pequeñas, pero eso ¿hará que vaya menos gente?
Además, a esto se le suman otras medidas enfocadas a mejorar el ecosistema actual de una zona tan valiosa, y a la vez delicada, como es el Teide. En esta se incluye la presencia de guaguas lanzaderas eléctricas para bajar el número de vehículos que acceden al parque o más agentes de Medio Ambiente una vez tome el Cabildo el manejo del lugar.
Sin embargo, no se quedó en eso. Ante un terreno tan extenso, una de las principales críticas a los rectores es la poca vigilancia que ha habido en multitud de ocasiones dentro de los espacios naturales de Tenerife y que son muchos los casos documentados donde se han visto distintos atentados medioambientales en lugares protegidos.
Por eso se anuncia la instalación de un centenar de cámaras vigilantes y una nueva forma de sancionar. Me pregunto cómo lo va a realizar, porque actualmente la ratio de agentes medioambientales es baja. En el mes de mayo del año pasado solo había cinco agentes y estaban convocadas otras 17 plazas, lo que suponía un imposible para prestar todos los servicios en pareja y mucho menos cubrir bajas o vacaciones los 365 días del año.
Y está lo de los semáforos en las autopistas, que nadie ve, pero que convence a la actual presidenta del Cabildo, como aquella de desviar el tráfico por vías secundarias a la autopista. Como dicen algunos, imponen nuevas figuras impositivas y son incapaces de gastarse 1.300 millones cada año de su presupuesto autonómico. Mientras, la porquería sigue vertiéndose en Playa Jardín, en el Puerto de la Cruz, en el Médano, Troya y Puertito de Adeje del sur, playas cerradas a causa de bacterias fecales en sus aguas y arenas. Da la sensación, con todo lo escrito más arriba, que nos estamos disparando en el pie.
Podría ahondar más y preguntar: ¿para qué quieren 100 millones más, si son incapaces de resolver los problemas más básicos? No obstante, no voy a hacerlo. Es cierto que hoy estamos en la dicotomía de más turistas, más precios y que la buchaca de algunos hoteleros está a tope, pero ¿cobrar más impuestos y limitar el territorio es la solución?
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 10 de mayo de 2025
Deja una respuesta