EL MONÓLOGO / 268
Ruido, clics y bufandas

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Por Pepe Moreno *

 

 

Escribir esta semana sin hacer una referencia a lo sucedido a el puerto de La Restinga, es como si no tuviéramos corazón, es como si hiciéramos un monólogo sin salsa, sin chicha ni limoná. Murieron siete personas, todas mujeres, unas menores y otras en edad adulta, pero siete en total. Una situación que todavía me indigna y de la que no quiero hablar hoy porque la mente podría jugármela y decir algunas cosas que me salen del corazón y que me podrían traer algunos problemas legales, porque de los otros, de los sentimentales todos andamos hoy sobrados.

 

Es evidente que algo habrá que cambiar. No puede ser que los que iban a ser rescatados mueran en el mismo muelle. Algo no funciona bien. Coincido con el presidente del Cabildo de El Hierro en que hay que buscar otra fórmula. Lo mismo que José Antonio Madiedo, que es el actual presidente de la Asociación Española de la Marina Mercante y fue, en el pasado, director de la Marina Mercante, después de nuestro Pedro Anatael Meneses, y dijo que era previsible e intolerable. No podemos, hoy, echarle la culpa a los que han perdido a siete de los suyos o que se angustien por llegar a tierra después de haber hecho una travesía de no sé cuántos días. Algo hay que hacer. No podemos seguir así. De todo ellos me ocuparé en un próximo monólogo porque hoy estoy muy ofuscado por lo sucedido.

 

La semana pasada me ocupaba del caso Gustavo Matos y le dedicaba el artículo porque entendía que se habían dicho muchas cosas que no tenían demasiado fundamento. Algunos llegaron a decir que Gustavo Matos estaba aforado y eso dificultaba su proceso. Era algo como no tener idea de que nuestros diputados, los que tienen escaño en Teobaldo Power, hace tiempo que derogaron eso de tener unos jueces para ellos. Hablaba de que alguien pueda ser condenado porque no hace lo que otros quieren. Y lo pudimos ver esta misma semana en otro titular del mundo en el que se decía que “La Policía sostiene que la trama que amparaba Matos en Canarias actuaba como una «estructura mafiosa clásica». Otra vez la palabra “narco” con la de “político” para crear más morbo y, de esta forma, generar visitas en una información que aporta poco, o nada, en el contexto general de la información. Es lo que se llama “periodismo de bufanda” y que nació en lo deportivo, aunque hoy en día se ha extendido a todas las formas de contar las cosas, siempre desde el prisma del que mantiene a ese, llamado así, medio de comunicación.

 

Estoy cansado de que hoy, cuando analizamos una noticia, pensemos más en qué tendrá ese medio contra el aludido que con el fondo de la información. He leído, recientemente una entrevista en la que un determinado personaje habla del denominado periodismo de bufanda, que se practica en todo el mundo, pero que en nuestra en España se hace con mayor impunidad, aunque no carezca ni de rigor, ni de seriedad y ni tenga ningún ápice de ética profesional. Hay una iniciativa parlamentaria, en el Congreso de los Diputados, para que los medios, llamados “agitadores” no estén entre los acreditados y que de esta forma se recuperen las formas.

 

Lo que pasa es que podríamos discutir si todos le hacen “la puñeta” a los profesionales o si, con sus preguntas y puestas en escena, están menguando la forma de hacer de periodismo de los medios tradicionales. La medida en cuestión, la de no acreditarles, ha salido adelante gracias a la mayoría del bloque de investidura, pese al voto en contra del PP y de Vox. Y eso trae controversias. ¿Es libertad o vigilancia de lo que se dice o cómo se dice?

 

Durante más de dos años, estos personajes han protagonizado episodios de acoso, interrupciones y amenazas. No hay ni una sola medida que esté exenta de discusión o debate y todas pueden ser tratadas a favor o en contra. El pasado 20 de mayo se vivió un nuevo incidente. Durante una rueda de prensa tras la Junta de Portavoces, los periodistas acreditados abandonaron la sala ante las constantes interrupciones de Vito Quiles, ligado al pseudo medio EDATV. La semana anterior, el agitador Bertrand Ndongo ya había boicoteado otra comparecencia, lo que generó un plante colectivo de la prensa. Estos personajes, por así llamarlos, utilizan sus medios o las redes sociales para atacar a los profesionales y señalarlos públicamente. Incluso se denunciaban amenazas, descalificaciones o que inclusive realizaran advertencias de que se harían públicos los domicilios de los que denunciaran estos abusos. ¿Es eso periodismo? ¿Se pueden atacar a otros medios para “domesticarlos”? Nuestra razón principal es la de contar cosas que les puedan interesar a la sociedad.

 

Estamos en una discusión sobre la veracidad, porque lo que sucede es que la gente no se cree las noticias falsas, sino en que ya no cree en la verdad. Todo esto lo que hace es que hay una crisis de realidad porque la desinformación es parte de un modelo de negocios, en tanto las redes sociales se benefician de las emociones que desatan los titulares escandalosos o las noticias abiertamente falsas. También hay que reconocer errores, para aceptar que muchos medios han terminado imitando a las redes y eso es malo, ya que están corriendo para alcanzar los clics necesarios y así presentar sus informaciones como las más leídas o vistas, cuando no se trata de ello.

 

Todo esto está contaminado por las perras, el dinero, que lo está desintegrando, por la irrupción de información gratuita, que lo hace poco fiable o que lo que es directamente falso. Hace poco, cuando les desvelé a unos estudiantes de la facultad de periodismo que estaba suscrito a varios medios de comunicación y lo que pagaba mensualmente por esas suscripciones, los que me oían, profesionales que un día trabajarán en esos medios, me afearon que pagara y que eso tenía que ser libre. Les pregunté cómo los gerentes de esas empresas podrían pagar sus sueldos. Me hablaron de la libertad de expresión, de un periodismo ciudadano o de las razones para difundir esos hechos, pero nunca me hablaron de la fiabilidad.

 

Hoy nos encontramos con el auge de las noticias falsas y la creciente polarización política como motivo por el que los ciudadanos han perdido confianza en los medios de comunicación. Incluso estamos ante un escepticismo con los medios más reputados. La inteligencia artificial, la IA, está generando unos contenidos que permiten ayudar en la redacción de artículos. Otra cosa es verificar esas historias porque el uso creciente de esta técnica está en la desinformación y la pérdida de confianza en la calidad de la información. Vivimos una crisis reputacional con la información, por eso es crucial que los medios encuentren un equilibrio entre la autopromoción y la ética periodística. La proliferación de noticias falsas y la manipulación de la información están minando la credibilidad de los medios tradicionales, porque ahora mismo crea un ambiente de escepticismo y desconfianza entre la audiencia.

 

No es algo único de los medios, ya que con la inteligencia artificial se pueden crear fotos falsas de lo que puede ser un recibo o de un personaje público e incluso del deterioro que se ha producido en un coche. Eso puede producir que esas empresas se deban adaptar a esa nueva herramienta informática. Dicen que los mercados informativos están invirtiendo en métodos de verificación automática y estableciendo vínculos con empresas internacionales que buscan restaurar la confianza pública. La lucha contra la desinformación se ha convertido en una prioridad, y solo a través de esfuerzos coordinados y tecnologías avanzadas se podrá recuperar la credibilidad perdida.

 

Hay estudios a favor y en contra. Unos alaban la llegada de este tipo de materiales de comprobación o de periodismo diferente y otros dicen que, aunque el consumo de noticias a través de redes sociales ha aumentado, los medios tradicionales continúan siendo la principal fuente de confianza para la mayoría de los ciudadanos. Han proliferado los que tienen información no verificada, los que tienen una viralización de contenidos engañosos y se nota la falta de regulaciones efectivas que generan un entorno donde la credibilidad se convierte en un valor diferenciador de los medios tradicionales. Sin embargo, hay otros informes en los que se pone de manifiesto la transición en los modelos de uso y acceso a las redes sociales como fuentes primarias de información, indicativo de un cambio de tendencia en materia de percepción de la prensa, radio y televisión tradicional.

 

Es decir, que ya no es solo el periodismo declarativo, sino que se hace eco de las cosas que se publican en las redes sociales. Ese estudio al que me refiero muestra que el 77 % de los ciudadanos considera que los medios tradicionales son más fiables que las redes sociales. Dentro de estos, la radio (69 %) y la prensa escrita (61 %) lideran la lista de credibilidad. En contraste, plataformas como TikTok (28 %) y Facebook (31 %) se perciben como las menos confiables en materia informativa.

 

Estos datos subrayan un aspecto fundamental: la credibilidad se construye con el tiempo y depende de la consistencia en la calidad informativa. La ausencia de filtros editoriales en redes sociales permite que cualquier usuario se convierta en emisor de información, lo que, si bien democratiza el acceso a la conversación pública, también fomenta la propagación de noticias falsas y, sobre todo, las descontextualiza. Todo esto, lo que trae a colación es que la inmediatez y la accesibilidad de las redes sociales han cambiado los hábitos de consumo informativo.

 

Existe una percepción generalizada que señala que la proliferación de bulos y fake news en redes sociales y que ello afecta la manera en la que se comprende la realidad, reforzando la importancia de la verificación de hechos en medios tradicionales. ¿Se acuerdan cómo esas falsas informaciones incidieron en la Dana de Valencia? Se ha comprobado que lo que se pretendía era crear un clima de dejadez por parte del Gobierno y que había una potencia extrajera, con sus trolls de por medio. La falta de mecanismos efectivos para controlar la propagación de información falsa ha convertido a las redes en un espacio de incertidumbre informativa, donde las audiencias deben desarrollar una capacidad crítica mayor para discernir la veracidad de los contenidos.

 

El contexto para los medios no puede ser más complicado. Hoy, los usuarios acceden a la información principalmente a través de las redes sociales y los agregadores de noticias, lo que ha provocado que se hayan reducido las visitas directas a los sitios web de los medios. Es un arma de doble filo, pero del debate pueden salir las conclusiones que nos lleven a saldar estas dudas y, sobre todo, puede salir alguna solución que nos ayude a tomar decisiones.

 

Y vino José Luis Ábalos a la comisión del Parlamento de Canarias que investiga las posibles irregularidades en los contratos de material sanitario por parte del Servicio Canario de Salud (SCS) durante la pandemia y lo negó todo. Se acogió al derecho a no declarar por estar incurso en varias investigaciones judiciales, pero aseguró que García, Koldo, era un mero «asesor del Ministerio y asistente en mis desplazamientos fuera de Madrid». Toma ya. Dijo además a sus señorías que “si hubiera aprovechado mi condición de secretario de Organización, habría habido más contrataciones porque el PSOE gobernaba en más comunidades que Baleares y Canarias». Ósea, que lo negó todo y además que no estaba al tanto.

 

Capítulo aparte quería hablar del 10º Salón Gastronómico de Canarias – GastroCanarias 2025 y del papel que juega José Carlos Marrero. Ya escribí de ello en el pasado, pero el anuncio de que lo deja y que se celebrará cada dos años nos ha dejado, a todos, impactados. Primero porque no creemos que Marrero dé un paso al costado, y segundo porque sigue siendo un baluarte muy importante en esa cita gastronómica. José Carlos, mi niño no podrá dejarlo porque es parte del Salón y por muchos años que acumula no podemos dejar que lo deje. Y creo saber de lo que se está hablando. No dejemos que pase, por el bien de la isla, del Salón, del propio José Carlos y de todos los implicados en esta aventura.

 

En fin, que ayer viernes fue el Día de Canarias, 30 de mayo, pero eso si ustedes me lo permiten voy a abordarlo la próxima semana y hubo referencias a lo que paso en La Restinga, con dos días en El Hierro. Pero por hoy está bien, que ya habrá tiempo de escribir de todo esto.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 31 de mayo de 2025

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