EL MONÓLOGO / 271
Lo que importa es la gente
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Por Pepe Moreno *
Muchos temas en estos siete días que median entre el anterior monólogo y este de hoy. Comparecencias públicas de dirigentes en sus sedes, corazón en vilo por lo que puede pasar. Bombardeos sin piedad en Ucrania y en Bagdad, en la franja de Gaza y en Tel Aviv. Personas muertas por las que no sentimos casi nada y reivindicaciones que no sabemos si están manejadas por unos o por otros. Gritos de desespero que claman en un desierto de sentimientos y una muerte en las cercanías que nos atrapa porque era uno de los padres de esta Comunidad Autónoma, que fue alcalde cuando había muchas cosas que hacer.
La razón es que han sido muchos los que esta semana han hablado de Manuel Hermoso Rojas, el que fuera cuarto presidente de la comunidad autónoma, precursor de la hoy llamada Coalición Canaria, alcalde democrático de Santa Cruz de Tenerife y gestor primero de las Agrupaciones Independientes de Canarias (AIC) o de la Federación Regional de las Agrupaciones (FRAIC) cómo se llamó luego. Se ha escrito largo y tendido de su figura y de sus pasos en la política y no pretendo yo hacer lo mismo.
Manuel Hermoso fue un precedente en todos estos campos, porque no había nada. Fue vicepresidente del Gobierno que formó Jerónimo Saavedra, al que luego censuró y se convirtió en presidente. Cuando iba a ser nombrado vicepresidente, José Carlos Mauricio, que era como su alter ego en el nacionalismo de entonces, convocó una manifestación en Gran Canaria para “evitar que un insularista estuviera en el Gobierno de Canarias”. Sin embargo, dos años después, le dio por arroparlo, ser la pata izquierdosa de la Coalición Canaria e incluso compartir escaño en el Congreso de los Diputados. No se arredró, Mauricio, en pactar con el Partido Popular de José María Aznar y en convertirse en interlocutor.
De Manuel Hermoso todo el mundo hablaba bien. He visto en estos días a Fernando Fernández, que fue presidente y se sometió a la única cuestión de confianza que se ha presentado hasta ahora, decir que era su amigo. No lo dudo. Es su palabra y no tengo ganas de polémicas. Sin embargo, fueron las AIC las que se abstuvieron en esa confianza que pedía Fernández y que provocó su caída en beneficio de Lorenzo Olarte que le sustituyó hasta el final de esa Legislatura convulsa y que hoy se pierde en las oscuras lagunas de la mente.
Aún resuenan en mi mente las palabras de Hermoso, que entonces era el alcalde de Santa Cruz, pero que se sentaba en el Parlamento de Canarias, porque era diputado y para eso había sido elegido, que “no podían otorgarle la confianza a una persona que no había tenido la confianza de preguntarles a ellos qué les parecía”. Y no dijeron ni blanco ni negro. Se abstuvieron y decayó el presidente.
Los veo entrar en la sala y uno de los consejeros, él y yo lo sabemos, me hizo la seña de que el presidente caía. Yo, que trabajaba en aquella época en “Jornada” que era un periódico que salía sobre las dos de la tarde, transmití a mi redactor jefe, que era José Méndez, que provenía del deporte, la sentencia que me habían trasladado y ese fue el titular de aquel día: “El presidente del Gobierno no supera la cuestión de confianza”.
Y se acabó la especulación, la serie de despropósitos que se vertieron en aquellos días, y el propio Fernando Fernández, que estuvo luego desaparecido, que siguió en el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez hasta que recaló como eurodiputado en las huestes del Partido Popular.
Eran otros tiempos en los que no había tantas redes sociales y lo que hacía un dirigente político no tenía tantas aristas como las tiene hoy. Nadie cuestionaba si estaba bien, que tuviera esos contactos o si colocaba a un responsable de asociación de vecinos en esta o en aquella empresa. No se miraban esas cosas, entre otras cosas, porque nadie las podía comprobar.
Hoy perdemos el tiempo en cuestiones como los pinganillos para traducir las palabras, o el monólogo, que un dirigente político dice en una conferencia a lo que va y tiene poco que ver con el gobierno de las gentes, están allí por otros ideales. No miramos si hay algún acuerdo, lo que nos importa es una polémica sobre los auriculares para no oír a una España plurinacional. No importa que nadie le hiciera caso a una propuesta realizada sobre la vivienda, lo que de verdad era una discrepancia era el uso de los traductores. Bien, es verdad que era un gasto superfluo y que, teniendo un idioma común, eso se podía obviar, pero fue lo que sobresalió.
Estamos faltando a la confianza y proliferan las posturas electorales por encima de las políticas que ayuden a la ciudadanía a salvar la situación en la que están. Ni hay casas para vivir, ni dineros con los que sobrevivir, ni situaciones que no sean en precario para afrontar una situación como la que tenemos en Canarias. Ellos, los que están en esos puestos, solo miran el rédito que le sacarán a lo que están viviendo, pero no harán nada extraordinario por arreglarlo.
Hoy estamos pendientes de si la Legislatura sobrevive. De si esa inestabilidad en la que se encuentra este tiempo, con los socios de gobierno poniendo en duda el apoyo que dieron en su día al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, puede poner en riesgo la reforma del REF. El asunto se aprobó el pasado miércoles en la Comisión de Hacienda y Función Pública del Congreso de los Diputados y que permitía materializar la RIC en la adquisición y construcción de viviendas destinadas al alquiler. Pero ¿saben a quién beneficia esa medida? A empresarios, inversores, asesores fiscales y administraciones canarias que son los que tienen la pasta para ello.
El Diario de Avisos publicaba esta misma semana que eran los trabajadores de Canarias los segundos que menos cobran de España, unos 1.872 euros al mes, frente a los 2.290,46 de media en todo el país. Somos los segundos porque en Extremadura se cobran 36 euros menos al mes. El que no se consuela es porque no quiere.
No obstante, es que los habitantes de estas islas se encuentran entre los que más horas trabajan al mes, según los datos de costes laborales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que revelan que la población isleña encabeza también el número de horas no trabajadas, eso que se llama absentismo laboral. Lo que pasa es que somos la cuarta comunidad con mayor tiempo de trabajo y estamos por detrás de Madrid, Baleares o Castilla-La Mancha, lo que quiere decir que aquí trabajamos una media de 132,9 por persona y mes.
Pueden estar contentos nuestros gobernantes porque, según los datos, la brecha salarial del Archipiélago con la media nacional se ha ido agrandando en los últimos años y si en el primer trimestre de este año fue de 418,43 euros (18,2 %), hace tres años la diferencia era de 315,7 euros (un 15,7 %). Es decir, ahora es mayor.
En años anteriores, la diferencia salarial era aún más estrecha, excepto en 2021, cuando se disparó hasta los 516 euros, afectada por las consecuencias de la pandemia y del cero turístico. En el año 2019, justo antes de la COVID-19, los canarios solo cobraban al mes 282,8 euros menos que la media de los trabajadores del país.
Todo esto es lo que diferencia a los actuales gobernantes de un Manuel Hermoso o de otros que lo hacían en un tiempo en el que todo eso importaba y mucho. Nos hemos acostumbrado a que figuremos en unas clasificaciones en las que tienen lugar más despidos, más quiebras y más desahucios. Y a los que ocupan un puesto relevante les importa poco, porque el pueblo no se va a quejar.
¿A quién le va a importar que seamos los campeones en esos apartados? Eso sí que es una falta de confianza. Para que lo sepan, los procedimientos por despido registrados en los juzgados de Canarias durante el primer trimestre de 2025 crecieron un 8,3 % con respecto al mismo periodo del año anterior (de 2.567 en el invierno de 2024 a 2.780 en este comienzo de año), no muy lejos del triple que la media del Estado, fijada en un 3,1 %. Somos líderes en despidos porque tenemos unos números que están a 14 puntos por encima de Madrid. La tasa media nacional fue de 84,6 y nosotros, estamos ahora en 124,2. ¿Es como para preocuparse?
Los que sí que lo están son los de Cáritas en la provincia tinerfeña que esta misma semana revelaban que atendían a casi 15.000 personas en 2024, y pese a la leve mejoría en los indicadores, la pobreza continúa cronificada y la vivienda se ha convertido en una “emergencia silenciosa”, al atender a 1.252 personas sin hogar o en exclusión residencial, un 70 % más que hace 5 años. ¿Podría este asunto poner en entredicho a un Gobierno?
Podría ser, lo que pasa es que hoy son los partidarios de una opción política los que hablan. Ninguna de las respuestas es suficiente para saber qué pasa y son las administraciones públicas las que fallan ante una situación mantenida de “personas atrapadas en la exclusión”.
Fue bastante contundente el obispo de la Diócesis, Eloy Santiago, al precisar que la memoria no contaba solo con cifras y números, sino que hablaba de personas, porque los números son fríos y nos pueden llevar a engaño, ya que representan un 12 % inferior a la de 2023. Lo que pasa es que estamos volviendo a los datos de hace cinco años, cuando teníamos entre nosotros la pandemia.
Esto es lo que diferencia a los actuales dirigentes con los de antes, tipo Manuel Hermoso, y lo que hoy los diferencia. Somos más, en eso estamos de acuerdo. Parece que lo que hoy prima son las pagas y las manutenciones por parte del cauce oficial, pero hay más compatriotas que lo están pasando mal y ante ello prima un periodismo declarativo por encima de las acciones.
Podría acogerme a la nostalgia, pero no es lo mejor. Lo que sucede es que lo que vale son las noticias, y estas nos traen incertidumbre y malos augurios. Manuel Hermoso supo combinar en sus mandatos, cuando fue alcalde, vicepresidente, presidente o diputado, lo que quería el pueblo llano en todo momento. Hoy parece que son otros valores los que predominan y de eso no nos damos cuenta.
Hizo una moción de censura a su propio presidente y dijo después que no era contra Jerónimo Saavedra, sino al Gobierno Central por no comprendernos. Lo cierto es que Felipe González siguió en la Moncloa y él pasó a ser presidente. ¿Era eso lo que buscaba? No lo sé, pero, como dice alguien, “así son las cosas y así se lo hemos contado” No les importa la gente, porque para eso hacen una declaración y aquí paz y en el Cielo lo que toque ¿Estamos de acuerdo? Usted mismo para responderse.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 21 de junio de 2025
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