EL MONÓLOGO / 282
Más deuda que gloria

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Por Pepe Moreno *

 

 

Me he encontrado con algunas personas y todos han coincidido en que los escritos últimos eran muy largos y que se convertían en un “peñazo”, por eso desde hoy voy a escribir los artículos más cortos y que se lean con fluidez.

 

Durante toda la semana hemos estado hablado de Ryanair, del fiscal general del Estado y de deuda. Como siempre hay, depende de a quién oigamos. Hay varias posturas y casi ninguna definición. Hemos hablado de “quitas de deudas”, de “cuentas más saneadas”, de “condonación de deudas” o de no entender cómo algunos la rechazan. Yo, que quiere que les diga, pongo la duda en las dos partes. Uno porque esta es la forma que tienen de mantenerse en el poder, y otros porque lo que dicen es que la deuda seguirá existiendo, pero con otro titular.

 

Después de lo que dijo el gobierno de condonar esos 83.252 millones de euros de deuda a las comunidades autónomas y que ha sido presentada como una medida orientada a la justicia y la cohesión territorial. Pero claro, eso tiene truco o varias versiones. Desde el punto de vista técnico, esta operación consiste en transferir una deuda desde las comunidades autónomas hacia el gobierno central, ya que únicamente un acreedor puede realizar una quita o condonación formalmente. En consecuencia, el contribuyente español sigue siendo el responsable final de la deuda.

 

Escuché, en la mañana del miércoles, a Fernando Clavijo con Roberto González, en la COPE, y explicó que “no hay quita de deuda porque lo que se hace es trasladar el titular y, en vez de ser la deuda de Cataluña, o de Andalucía, o de Valencia, lo que se produce es un débito de todos los españoles”. Ese es el truco, porque, como decía aquel aserto, y que sirve para todo, “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Cambien la palabra energía por la de deuda y verán que no hay nada que las demuela, sino que cambia el titular de esta.

 

A nosotros, los canarios, lo que está ocurriendo es que nos están endeudando más, porque la deuda que pasaría al Estado es muy inferior a la que tendríamos que asumir. Nos han repetido, hasta la extenuación, que somos la comunidad autónoma menos endeudada. Que hemos hecho bien nuestro trabajo, en eso de las cuentas. Que lo que se recaudaba era la misma cantidad de lo que se gastaba en servicios, por eso ahora sería tremendamente injusto que tengamos que asumir parte de la deuda de otros que no han sido tan serios en la gestión de los dineros públicos.

 

Esta forma de condonar las deudas sin condiciones ha recibido múltiples críticas. Se argumenta que no considera la equidad ni la eficiencia, y que favorece a quienes han gestionado mal sus recursos, perjudicando a los prudentes. El método de repartición es poco transparente y depende de criterios como la población ajustada y el nivel de endeudamiento, pero según algunos expertos, los datos usados no reflejan correctamente la infrafinanciación ni el esfuerzo fiscal. Cataluña recibe mucho más de lo justo, mientras que Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía o Canarias reciben significativamente menos.

 

No me fio nada de lo que dice una, la consejera, ni la otra, la ministra. Incluso he oído esta mañana a Matilde Asián, la responsable canaria de la Consejería, decir que se trata de una operación contable sin ningún beneficio real para los ciudadanos porque el dinero no podrá destinarse —dice— para políticas sociales, de inversión o en vivienda. Sin embargo, es que, además, a las islas solo se le quita el 50 %, y esto es porque los de Hacienda estatal computan los recursos del Régimen Económico y Fiscal (REF), lo que se traduce en un recorte de 1.700 millones de euros.

 

Por un lado, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, defiende una tesis como que somos la cuarta región más beneficiada en la condonación por debajo de Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana. Y, por otro lado, que esto es un simple apunte contable con el que la deuda pasa de la Comunidad Canaria al Estado, un poco de ficción, aunque, por otro lado, sí son recursos que la comunidad autónoma manejaría y que hasta el momento no ha podido porque es dinero que debía pagar.

 

Ahora bien, al sumar la cantidad que el Estado quiere perdonar a las Islas y la cifra extra que pide nuestro Gobierno, que es lo resultante de sumar las partidas, el Archipiélago se obtiene un total de 4.900 millones, un dinero que serviría, al menos en teoría, para tener unos presupuestos autonómicos más desahogados.

 

Esta cifra supone, para que se hagan una idea, el 41,4 % de las cuentas, que en el año en el que estamos ascendían a 11.678 millones de euros. No obstante, la cuestión no queda ahí, porque significa buena parte del dinero que se invierte en áreas como Sanidad, Educación, Vivienda, Servicios Sociales o Industria.

 

Insisto en que no me fio de ninguna. Lo anunciado por el Gobierno central es como una partida de ajedrez con un jaque permanente: o atiendes el anuncio, o te dejo sin rey, y todos sabemos lo que eso significa.

 

Lo que está en el pensamiento de todos es que hay una quita de deuda y que ese fue uno de los epígrafes que se pactó en su momento con Ezquerra Republicana para la investidura y que necesitan sus votos, o que se fíen de Sánchez, para seguir en la Moncloa. Por el contrario, en ese mismo bloque, el de la izquierda, Sumar ha anunciado que presentará enmiendas para cambiar los criterios de reparto.

 

Hay más, porque la agencia internacional Fitch Ratings de calificación crediticia, con sedes en Nueva York y Londres, ha desmontado uno de los principales argumentos del Ejecutivo: que la quita mejorará la calificación crediticia de las comunidades. La agencia afirma que solo una de las 15 beneficiadas verá reducido su coste de financiación. El resto seguirá igual o incluso peor si el Estado incurre en más déficit.

 

Fitch Ratings nos califica con una A en casi todos los apartados, lo que significa que tenemos, España, en su conjunto, una calidad crediticia elevada y expectativa de riesgo de crédito reducida. La capacidad para la devolución del principal e intereses es fuerte, pero es más vulnerable a cambios en circunstancias y en condiciones económicas que las anteriores.

 

En resumen, la supuesta solidaridad interterritorial es solo una medida oportunista que perpetúa la indisciplina fiscal, incrementa las desigualdades y debilita el sistema de financiación. La condonación podría justificarse si corrigiera desequilibrios o fuera parte de una reforma profunda, lo cual no ha ocurrido.

 

La finalidad real de la medida es política, no económica: surge del pacto de investidura con ERC y su generalización pretende simular imparcialidad. Tampoco existe un consenso claro ni entre los partidos oficialistas, expertos u opositores sobre su conveniencia.

 

Al final, lo que llaman “quita” no es más que un cambio de ventanilla: la deuda sigue existiendo, solo que ahora la pagamos todos. Es el viejo truco de mover la carga de un sitio a otro y venderlo como un gesto de justicia. Lo que en realidad se premia es la mala gestión, mientras quienes han hecho los deberes acaban pagando por los que no supieron, o no quisieron, cuadrar las cuentas.

 

Me niego a tragar con el relato edulcorado de que esta operación va a mejorar nuestra vida diaria. Ni la sanidad tendrá más médicos, ni la educación más profesores, ni la vivienda será más asequible. Lo único que hay es un maquillaje contable y una coartada política. Lo demás, humo.

 

Y lo peor es que en Canarias, que a menudo presumimos de ser prudentes con el gasto, nos toca aplaudir la función sabiendo que nos han vuelto a colar un gol. Los mismos que se llenan la boca hablando de cohesión y solidaridad son los que, a la hora de la verdad, nos cargan con una deuda ajena. Es como invitarte a una fiesta y, al final, hacerte pagar la cuenta.

 

Así que sí, esto va de números, pero sobre todo va de política, de pactos de investidura y de supervivencia en el poder. La aritmética puede cambiar, pero la moraleja es la misma: cuando se trata de repartir, Canarias habitualmente acaba poniendo más de lo que recibe. O, dicho de otra forma: la deuda cambia de dueño, pero el pagano sigue siendo el mismo: usted y yo.

 

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 6 de septiembre de 2025.

 

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