EL MONÓLOGO / 284
Del humo al olvido
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Por Pepe Moreno *
Durante los meses de verano, julio y agosto y gran parte de septiembre, hemos tenido diversas movidas informativas. Por ejemplo, en agosto, entre los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza, la actividad constante de Donald Trump. A nivel nacional, los incendios forestales en distintas regiones de España, en la que sobresalió la polarización política entre el Gobierno y la oposición porque mientras unos les echaban la culpa a otros sobre la actuación en los fuegos, o si había dispuestos de todos los recursos necesarios o las brigadas antiincendios estaban atendidas en sueldos, pertrechos, comidas y preparación. Los del Gobierno decían que habían hecho todo lo que estaba en su mano.
¿Se acuerdan de eso? Que el presidente no aparecía porque estaba en La Mareta, la residencia presidencial en la isla de Lanzarote, que, si los bomberos comían a base de bocadillos por un sueldo de miseria, que los aviones de la UE los habían pedido los gubernamentales tarde y mal… Todos esos dimes y diretes nos aburrían, pero cada uno intentaba arrimar la ascua a su sardina.
Luego se pelearon por el traslado de los menores. Que si ponían palos en las ruedas los del PP, que si los socialistas no decían nada del presupuesto, que no tenían sitio para los niños… y así durante todo este tiempo. Parece que el océano no solo nos separa geográficamente, sino también políticamente. La solidaridad no puede ser una palabra vacía.
Canarias está cumpliendo, pero no puede seguir sola. O el Estado asume de verdad que estos niños son de todos, o tendremos otra crisis que lamentar en unos años. O la de la vuelta ciclista, que ha sido más famosa por las protestas que por quien ganó. ¿Saben quién fue?, ¿su nacionalidad, el tiempo que empleó o a cuánto quedó el segundo?
Pero ayer fue el cuarto aniversario de la erupción volcánica de La Palma, del volcán Tajogaite, en Cumbre Vieja, y que duró 85 días y nos mantuvo en vilo, a todos, desde el primer momento. Fue una lengua de fuego y destrucción que se llevó por delante 1.218 hectáreas de terreno en los municipios de El Paso, Los Llanos y Tazacorte. Esa emisión enterró la vida social y económica de palmeros arraigados a su tierra y de pequeñas localidades como Todoque, El Paraíso, La Laguna o Las Manchas, porque cubrió las áreas habitadas por personas vinculadas a su territorio.
Cuando terminó todo, en diciembre de 2021, la lava había cubierto 1345 edificaciones residenciales (primeras y segundas viviendas), 180 edificaciones agrícolas, 75 edificios industriales, otras 44 edificaciones de ocio y hostelería y se llevó por delante 370 hectáreas de cultivo que albergaban 1360 fincas, principalmente de plataneras.
Acuérdense las veces que vino el presidente Pedro Sánchez y parte de su ejecutivo y que anunciaron en la página web de la Moncloa que destinarían “más de 400 millones de euros en ayudas para La Palma”, ¿y qué fue de todo aquello? Nada de nada. Las angustias de miles de personas han dado paso a una realidad de difícil asimilación. La frase presidencial de “no vamos a olvidar a los palmeros y palmeras y vamos a dar respuesta a todas sus demandas e inquietudes” ha quedado en el olvido y todo es del color que se quiera ver.
De momento se sabe que han dado un total de 10,5 millones de euros en materia de indemnizaciones del Ejecutivo central, cantidad que es corta y que no representa el montante que se llevó el volcán por delante. Hay otros 36 millones de euros para vivienda adquiridas por el Ministerio de Interior que no dan para la vida de los palmeros y que durante mucho tiempo estuvieron viviendo en hoteles, contenedores, casas prefabricadas, al fondo de una calle, en infraviviendas, en casas de unos familiares o conocidos y un sinfín de historias. Trescientas familias siguen sin una casa definitiva y la tierra sigue ardiendo.
También el Gobierno Central y el Canario han destinado unos 10 millones de euros para infraestructuras hidráulicas. O que el Ejecutivo Central ha destinado unos 13,5 millones de euros para los productores de plátano, así como 4 millones de euros para el suministro de 108.000 metros cúbicos de agua en las zonas afectadas y otros 30 millones de euros en ayudas a agricultores y ganaderos.
El ejecutivo canario ha adquirido unas 100 viviendas, además de las 40 casas prefabricadas instaladas en los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane, en los que se han alojado aquellos que perdieron sus inmuebles por el volcán.
Mucho titular, foto oficial y cifras que suenan bien en rueda de prensa… pero que en la práctica saben a poco. Pero de esos más de 400 millones anunciados a bombo y platillo, lo que realmente ha llegado a las manos de la gente se queda en menos de la mitad, y a cuentagotas.
Entre burocracia, trámites interminables y la eterna pelea de “esto le toca al Estado” y “esto al Gobierno canario”, los damnificados han pasado de la emergencia a la paciencia, y de esta al hartazgo. Lo que parecía un compromiso de país ha terminado pareciendo un programa piloto de resistencia ciudadana.
Y lo más curioso es que, si uno escucha a los responsables políticos, el problema ya está resuelto. Las notas de prensa están llenas de palabras como “recuperación”, “normalidad” y “reconstrucción”, pero basta un paseo para ver que eso es un eslogan y la reconstrucción, una obra a medio hacer.
Quizá el gran logro de las administraciones ha sido convertir el volcán en un símbolo turístico: ahora hasta se venden excursiones para ver la colada. Lo que no se vende tan fácil es la desesperación de quienes todavía esperan que les devuelvan, lo que el volcán les quitó y lo que el Estado les prometió.
Al final, parece que el único que cumplió plazos fue el volcán, porque los políticos siguen en erupción permanente, pero de promesas.
Muy lejos quedan las perras que figuraban en los Presupuestos Generales del Estado y que, de momento, se quedan en los 100 millones de euros de 2023, porque están sin transferir los 100 millones de 2024, ni los de 2025. Pero no se libra el Gobierno de Canarias, que en el 2024 consignó 50 millones de euros y la misma cantidad este año y tampoco han llegado.
Pagaron 73,77 millones de euros el Consorcio de Compensación de Seguros, que incluso abrieron la mano para que, si la construcción no era arrasada en los siguientes días, pudieran pagar la cuota, por eso figuran otros 23,3 millones que aportó la propia asociación.
En julio de 2024, el Gobierno de Canarias, a través de la Viceconsejería para la Recuperación Económica y Social de La Palma, puso en marcha el primer Plan de Pagos. Era para compensar a las personas afectadas el valor de las propiedades que perdieron, empezando por las viviendas habituales, ejecutándose los 200 millones ingresados por ambas administraciones, pero 25 viviendas siguen sin abonarse por problemas con los expedientes. Y están pendientes de pago tanto las segundas viviendas como cerca de las 1.360 fincas agrarias, principalmente de plátano, pero también de aguacate, cítricos o viñas.
La crisis volcánica más relevante en España en los últimos 50 años aún deja secuelas en el Valle de Aridane. Los 252,2 millones de euros prometidos por el Gobierno para la reconstrucción, junto con otros fondos anunciados, no han llegado completamente. A pesar de los indicadores económicos positivos que mencionan desde Madrid, en La Palma prevalece la percepción de que quedan muchas necesidades pendientes y que la solución depende principalmente del apoyo financiero efectivo entre Canarias y el Estado.
Cuatro años después, La Palma sigue esperando menos discursos y más hechos. La lava se enfrió, pero la herida sigue abierta. Y aunque las fotos de las coladas ya son parte de los folletos turísticos, la vida de los afectados no cabe en el catálogo. Quizá ha llegado el momento de que el Estado y el Gobierno de Canarias dejen de inaugurar promesas y empiecen a reconstruir realidades. Los palmeros necesitan que alguien, por fin, cumpla lo que prometió cuando las cámaras estaban encendidas.
Terminó el verano, pero no los fuegos: ni los de los montes, ni los de la bronca política, ni los de la paciencia de quienes siguen esperando soluciones. Entre promesas que no se cumplen, peleas por menores que parecen de nadie y una reconstrucción de La Palma que avanza a paso de tortuga, la sensación es que seguimos viviendo en un país que confunde titulares con soluciones. Ojalá que el próximo verano no lo volvamos a contar igual… pero viendo cómo arden los mismos temas una y otra vez, habrá que ir comprando más extintores.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
Islas Canarias, 20 de septiembre de 2025.
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