EL MONÓLOGO / 286
Entre flotillas y limbos

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Por Pepe Moreno *

 

 

En la posdata del artículo de la semana pasada me comprometí a referirme, con más tranquilidad, a la figura de Duce Xerach Pérez, y lo haré en el primer folio de este monólogo. Se nos fue una luchadora, y no lo digo solo por su trayectoria política o profesional, sino porque nunca aceptó quedarse quieta.

 

Fue diputada, consejera, viceconsejera, profesora universitaria, novelista y gestora cultural, y en cada faceta mantuvo esa inquietud que la distinguía: la de abrir puertas donde muchos preferían dejarlas cerradas. Tenía claro que la cultura no es un adorno, sino un motor de identidad y de desarrollo, y lo demostró con proyectos que hoy forman parte del paisaje de Canarias, como el TEA, o el Espacio Cultural El Tanque, donde otros apenas veían ruinas industriales.

 

Su paso por la política estuvo marcado por un carácter inconformista. En Coalición Canaria llegó a ocupar cargos de peso, pero nunca se dejó domesticar del todo. Tenía ideas propias y las defendía, aunque eso la situara en posiciones incómodas. Esa independencia le granjeó tanto admiración como recelos, pero a ella parecía importarle poco: era de las que pensaban que lo peor que puede hacer un político es acomodarse. Con los años, cambió el Parlamento por la universidad y los despachos por las aulas, convencida de que la formación también es un terreno de transformación social.

 

Sin embargo, si algo la hizo conocida más allá de la gestión cultural fue su vertiente literaria. Se reinventó como autora de novela negra con una protagonista muy suya, la inspectora Anchieta, a la que llevó de viaje por Hong Kong, São Paulo, Venecia o Londres. Era, en el fondo, una manera de hablar del mundo desde Canarias, de situarnos en un mapa global sin perder nuestra voz. Sus libros estaban impregnados de ese compromiso con la memoria y con la dignidad, incluso cuando hablaban de crímenes y corrupción.

 

Dulce no tenía miedo de alzar la voz. Hace pocos años relató con valentía episodios de acoso y abusos de poder que había sufrido en sus inicios, en una época en la que casi nadie se atrevía a contarlo. Se nos fue demasiado pronto, con apenas 56 años, pero deja un legado de obra escrita, de proyectos culturales y de ejemplo personal. Ella lo hizo en la política, en la cultura y en la literatura, y lo hizo siempre con esa mezcla de inconformismo y pasión que la definía. Por eso su ausencia se siente tanto, porque no abundan quienes se atreven a ser incómodos y necesarios simultáneamente. Descansa en paz, Dulce. Nunca te olvidaremos, entre otras cosas, porque fuiste única.

 

Eso fue el viernes, 26 de septiembre, el día del simulacro de erupción volcánica en el norte de Tenerife. Ahora, esta semana, las noticias más relevantes han sido lo de la tasa en por transitar a cualquier hora en coche por el Teide, la interceptación por la policía israelí de la flotilla de activistas que se dirigían a Gaza, o que en Extremadura se dieron cuenta de que un menor que le queríamos enviar era mayor de edad. Incluso en la información de un medio de comunicación nacional, señaló que Aragón detectó hasta 19 menores que no lo eran.

 

Lo de los barcos que se dirigían a un puerto de Gaza ha provocado incluso una ola de reacción con manifestaciones en casi todas las capitales de provincia. El título de “naufragio de la propaganda” venía que ni piri pintado para esta ocasión. Todo sucedió en la tarde noche del jueves, una vez que entraron en la zona de exclusión. Colau y compañía buscaban el efecto propagandístico de un incidente en alta mar, pero todo sucedió con más pena que gloria. Aunque más desairado, todavía fue el papel del buque español que solo les acompañó cuando no hacía ninguna falta.

 

Habrá quien se pregunte por qué la flotilla no esperó a saber si Hamás acepta el plan de paz pactado por Netanyahu y Trump en Washington. El problema es que corrían el riesgo de que la guerra se hubiera acabado antes de asomar su cabeza en ella.

 

El episodio, con todo el ruido mediático que arrastró, terminó siendo más un simulacro de epopeya que una acción real con impacto. La escenificación estaba perfectamente calculada: cámaras, proclamas y discursos listos para las portadas. No obstante, la realidad es tozuda, y en este caso no se dejó manipular. Lo que debía ser un golpe de efecto acabó pareciendo un ensayo fallido de teatro político en alta mar.

 

Lo curioso es que estas “flotillas solidarias” acaban siendo más recordadas por la propaganda que por los resultados. Quedará la foto, quedará el eslogan, pero a la hora de la verdad no se movió un solo ladrillo en la Franja ni cambió la vida de quienes allí sufren. Eso sí, la agenda política y personal de algunos salió bien nutrida, que para eso se fletó el viaje.

 

También es significativo el papelón español, un acompañamiento tardío y casi simbólico, que terminó reforzando la sensación de improvisación y desgana. Hubiera sido más digno, ni aparecer, que prestarse a un gesto que no convenció a nadie. Si algo mostró este episodio es la distancia entre las puestas en escena diplomáticas y la crudeza de los conflictos de verdad, esos que no se arreglan con pancartas ni ruedas de prensa.

 

Y así, lo que pudo haberse vendido como un acto de desafío terminó siendo lo que fue: una travesía hacia ninguna parte. Un naufragio, sí, pero no de barcos, sino de expectativas.

 

Y luego está lo de los menores. En España, la llegada de menores inmigrantes no acompañados plantea cada vez más retos a las comunidades autónomas. Han comenzado a detectarse irregularidades: adultos que se hacen pasar por menores para acceder a la protección especial que otorga la ley. Este es, claramente, un síntoma de un sistema tensionados y evidencia que existe una presión enorme para dar por válido lo que los menores declaran.

 

Además, el Defensor del Pueblo ha alertado de que los nuevos requisitos del reglamento de extranjería pueden arrojar a la irregularidad a miles de menores, puesto que reglas relativas al arraigo, al tiempo de espera en los procedimientos de asilo, entre otras, no contemplan la situación de los menores migrantes o las demoras que sufren. En ese informe se destaca que muchos menores llegan a cumplir los 18 años sin que se haya resuelto su situación, lo que les deja sin protección ni recursos.

 

Los sistemas autonómicos están al límite y así se han detectado, aquí en las islas, malos tratos, falta de personal formado, centros saturados, y casos en los que menores no cuentan con documentación adecuada incluso años después de su llegada. También se critica que los recursos destinados para su atención muchas veces no sean suficientes ni estén diseñados para la urgencia que supone una llegada masiva.

 

Y no se hace nada, parece que ha desaparecido la conciencia crítica y que la polarización que impera entre los partidos políticos se ha trasladado a los medios de comunicación y a los ciudadanos en sus comportamientos. En realidad, lo que hay detrás es un mecanismo lento, lleno de demoras, incapaz de resolver expedientes a tiempo, que condena a muchos a cumplir los 18 en el limbo. Y cuando llegan a esa mayoría de edad administrativa, se acabó la protección: de un día para otro, de un centro de menores a la calle, sin red y sin futuro.

 

Las comunidades se quejan de falta de recursos, de que el Gobierno central les da con una mano, lo que les quita con la otra, mientras ONG y organismos internacionales denuncian malas prácticas, saturación y hasta malos tratos. Y en medio de ese ruido, los menores de verdad, los que vienen huyendo de guerras o miserias, acaban siendo invisibles, porque el foco se lo llevan siempre los casos dudosos.

 

Quizá lo más triste es que aquí también, como con la flotilla, el espectáculo se impone sobre la realidad. La propaganda tapa la gestión, la foto sustituye al problema y la palabra “menores” se convierte en arma arrojadiza. Y así, lo que debería ser una política de protección acaba convertido en otro naufragio, uno más, pero esta vez de humanidad.

 

Me falta lo de la tasa por transitar por el Parque Nacional del Teide, pero así tengo un tema del que hablar la próxima semana. Es como otra forma de controlar el movimiento. Les hablaré de este asunto la semana que viene.

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 4 de octubre de 2025.

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