EL MONÓLOGO / 297
La ilusión justa

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Por Pepe Moreno *

 

 

Hoy es 20 de diciembre; faltan, pues, dos días para el sorteo nacional de la lotería, cuatro días para la Nochebuena y cinco para la Navidad. Vamos a fijarnos en el lunes, el día por excelencia para la lotería.

 

Ese día los niños y niñas del Colegio de San Ildefonso cantarán los premios y los números agraciados, Hacienda hará su caja por todos, y serán ellos los que se lleven más de 20.000 euros. El importe del Gordo se mantiene invariable desde 2011, pero los precios de la vivienda, la energía, la alimentación y los bienes de consumo se han disparado.

 

El premio de un décimo está dotado con 400.000 euros, de los que los primeros 40.000 quedan exentos de impuestos. Los 360.000 restantes, tras tributar a Hacienda, que serían 72.000 euros, nos dejan un importe neto de 328.000 euros. Con esa cantidad, el afortunado podría adquirir un piso de 90 metros cuadrados, que, en este momento, se mueve entre los 258.000 y los 216.000 euros.

 

El precio medio de la vivienda en venta en el Archipiélago se sitúa actualmente en 3.123 euros por metro cuadrado, según algunos portales inmobiliarios en los que he consultado. Si se compara con hace cinco años, el coste se ha elevado, nada menos que en un 60 %.

 

Para visualizarlo en una vivienda, si se habla de un piso de 80 metros cuadrados, en la actualidad ronda los 250.000 euros y uno de 90 metros supera los 280.000 euros. Por provincias, la diferencia es aún más notable. En Las Palmas, el precio medio baja a 2.857 euros/metro cuadrado, lo que permite comprar un piso de 80 metros por unos 230.000 euros. En cambio, en Santa Cruz de Tenerife, el precio sube hasta 3.302 euros/metro, elevando el coste de un piso similar por encima de los 260.000 euros.

 

Podríamos decir que se trata de un piso, nada de un chalé o de una vivienda lujosa. En Idealista, que es el portal que he tomado de referencia, existían 8.221 casas y chalés en venta en Canarias. Solo 2.189 viviendas (26,6 %) tienen un precio inferior a 320.000 euros, por lo que pueden pagarse sin hipoteca.

 

La provincia de Las Palmas tiene 3.567 casas y chalés en venta, pero el ganador del décimo del Gordo, la oferta, por así llamarla, solo abarca a 1.163 inmuebles. En Tenerife sería mayor el espectro de elección porque el mercado tiene disponibles 4.654 casas y chalés; sin embargo, toda ilusión se pierde si se indica en los filtros que el presupuesto no puede superar los 320.000 euros. La disponibilidad se reduce a unas 1.021 viviendas (un 22 %).

 

La mayoría de los chalés asequibles destinados a ganadores de la lotería en la provincia occidental se encuentran en municipios del sur de Tenerife, como Arona, Granadilla de Abona y San Miguel de Abona. Asimismo, existe disponibilidad en ciertas localidades del norte de la isla, como Santa Úrsula y Buenavista del Norte. En lo que respecta a las islas no capitalinas, destacan opciones en La Palma, especialmente en áreas como Tazacorte.

 

En la provincia de enfrente, Gran Canaria y Fuerteventura se concentran las viviendas con los precios máximos, sobre todo en Mogán y La Oliva y en especial en la zona turística de Corralejo.

 

Y eso solo en cuanto a la venta de inmuebles de segunda mano. Para quienes sueñan con estrenar una casa, las elecciones se reducen bastante. En todo el Archipiélago solo hay 199 viviendas de obra nueva en venta y de ellas, solo 82 cuestan menos de lo que deja el Gordo tras los impuestos.

 

Para ampliar opciones, lo recomendable es buscar pisos, áticos y dúplex. En Canarias hay 8.651 viviendas de este tipo a la venta; 5.657 cuestan menos de 320.000 euros. Menos del 25 % de este montante tienen garaje, el 33 % dispone de piscina y el 35 % cuenta con ascensor. El 60 % incluye balcón o terraza.

 

La conclusión, en este momento, es que el Gordo ya no garantiza mansiones ni chalés de lujo en primera línea de playa. Lo único es que se podría comprar una vivienda sin hipoteca en muchas zonas de Canarias, una posibilidad que no existe en otras regiones de la Península, como es el caso de la ciudad de San Sebastián, en el País Vasco.

 

En la situación actual, ganar el Gordo de la Navidad puede ayudar a pagar deudas, aportar para una vivienda o mejorar la estabilidad financiera de la familia, pero tener solo un décimo ganador ya no transforma tu vida como antes. Este hecho evidencia que el premio más reconocido del país ha perdido poder adquisitivo: ya no es suficiente para comprar un piso cómodo. Tanto han cambiado las cosas que, hace quince años, con el importe del “Gordo” se podían adquirir hasta dos viviendas, mientras que ahora apenas alcanza para un piso mediano en zonas menos demandadas.

 

A pesar de estos datos, el 40,1 % de las personas en España que participan en la Lotería de Navidad destinaría el premio a saldar deudas, manteniéndose esta opción como la preferida desde 2017. No obstante, la tendencia a utilizar el premio para la adquisición de vivienda ha experimentado un notable incremento, concentrando el 38,9 % de las respuestas y alcanzando su máximo histórico.

 

Casi cuatro de cada diez ciudadanos optarían por invertir un premio millonario en la compra de una vivienda, lo que refleja un desequilibrio entre los ingresos percibidos y los precios del mercado inmobiliario. Incluso tras resultar agraciado con un premio, acceder a la vivienda continúa representando un desafío considerable.

 

Actualmente, solo el 15,1 % de las personas utilizaría el premio para ahorrar, una cifra mucho menor que el 24–25 % registrado durante la pandemia. Según los expertos, esto se debe a la necesidad de satisfacer gastos inmediatos y al aumento de precios de productos básicos, lo que lleva a tomar decisiones pensando en el corto plazo.

 

Pese al repunte de la compra de vivienda, la mayoría de los españoles seguiría gastando el primer premio de la Lotería en pagar deudas o tapar agujeros. Esta alternativa la eligen un 47,2 % de los encuestados, un porcentaje que ha descendido varios puntos en años de estudios y encuestas. También caen las opciones de “ahorrar para tener un colchón financiero”.

 

Pablo Rodríguez, el consejero de Obras Públicas, Viviendas y Movilidad, dice que “no existe una varita mágica para resolver este problema”. Claro, las varitas mágicas no existen en ningún ámbito más que en el de la ilusión. Ahora mismo lo que se tiene es un contexto de déficit de construcción y tensiones en el mercado. ¿Y qué hace el cargo público? Declaraciones y buenas palabras, nada más, porque no hace mucho más.

 

En el 2009 se construían en Canarias 35.000 viviendas al año y en la última década unas 1.000. No hay nada que se pueda hacer desde ese departamento cuando la población crece a un ritmo endiablado, con más de 25.000 personas al año, y el ritmo de construcción no pasa de 5.000, y con un cambio social que multiplica la demanda porque son hogares cada vez más pequeños, con una media inferior a dos personas.

 

El problema es que la gente vive en el corto plazo: paga hipotecas hoy, alquileres hoy y facturas hoy. Y mientras se anuncian planes, mesas de trabajo y futuras promociones, la realidad es que cada año se construyen menos viviendas de las que se necesitan y cada año somos más. No hay varita mágica, cierto, pero tampoco se ve voluntad de romper inercias ni de asumir decisiones impopulares.

 

Los datos más recientes confirman esa sensación: la vivienda sigue subiendo, el alquiler no afloja y la construcción pública continúa muy por detrás de la demanda real. En Canarias, la presión demográfica, el turismo permanente y la escasez de suelo útil han convertido el acceso a una casa en una carrera imposible incluso para quienes trabajan y cobran con regularidad. Que casi cuatro de cada diez personas destinarían el Gordo a comprar vivienda no es una elección, es una declaración de emergencia social. No es ambición: es supervivencia.

 

Desde las administraciones se insiste en que “no hay soluciones inmediatas”, que el mercado es complejo y que los resultados llegarán a medio y largo plazo. El problema es que la gente vive en el corto plazo: paga hipotecas hoy, alquileres hoy y facturas hoy. Y mientras se anuncian planes, mesas de trabajo y futuras promociones, la realidad es que cada año se construyen menos viviendas de las que se necesitan y cada año somos más. No hay varita mágica, cierto, pero tampoco se ve voluntad de romper inercias ni de asumir decisiones impopulares.

 

Así que el lunes cantarán los niños de San Ildefonso, Hacienda hará caja y algunos brindarán con cava tibio. Al final, la Lotería de Navidad no reparte riqueza, reparte alivio. Un respiro breve en un país donde incluso la suerte paga impuestos y la vivienda se ha convertido en un premio mayor. Quizá por eso seguimos jugando: no para ser ricos, sino para no sentirnos definitivamente perdedores.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

 

Islas Canarias, 20 de diciembre de 2025.

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