EL MONÓLOGO Nº022
Actitudes en tiempos inciertos

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José Moreno García *

 

Estamos en un tiempo nuevo, lleno de incertidumbre en el que habrá que escoger muy bien cómo serán las pautas de convivencia y en el que la dicotomía entre salud y economía servirá para saber qué futuro podemos tener. Si escogemos el tema de la salud por encima de la economía podemos encontrarnos con un panorama en el que estaremos más o menos sanos, pero llenos de pobreza en el que los recursos irán menguando porque la economía se nos irá hundiendo y por tanto tendremos menos dinero para buscar los remedios sanitarios que sigan protegiéndonos.

 

Si escogemos la economía, en una sociedad que vive, principalmente, de los que vienen del exterior subirán los contagios, nos expondremos más y habrá más población en riesgo de caer en las manos de un virus que ha roto todas las previsiones posibles. Habrá más dinero, pero habrá que emplear mucho en atender a una población que en determinadas épocas pondrá en un brete a la sanidad pública. Será una cuestión para analizar y para ver qué actitudes priman.

 

¿Podría todo esto solucionarse con las pruebas a los visitantes en los aeropuertos? Unos dicen que sí y nos ponen como ejemplo lo que está pasando en Madeira o en otros destinos, y otros se inclinan por la vehemencia y el escaso rigor de protección que ese tipo de test pueden tener en esta pandemia. Pero mientras discutimos sobre esto no se hace nada y cada día vemos cómo más países nos ponen en unas listas negras que se convertirán en el hundimiento de todo nuestro entramado económico.

 

No se toman decisiones en Canarias y las toman en el exterior recomendando que no se venga a estas islas a pasar las vacaciones. ¿Y qué provoca todo esto? Pues que los pocos establecimientos hoteleros canarios estén ahora discutiendo si cierran o aguantan. La mayor cadena turística de las islas, Lopesan, está debatiendo si el lunes cierra los pocos establecimientos que abrió después del estado de alarma, con más ímpetu que reservas, que todo hay que decirlo, y con volver a poner a su personal en ERTE o directamente al paro.

 

Es terrible lo que está pasando. El Gobierno de Canarias emite una serie de normas, la mayoría afectando a la hostelería y al sector turístico, con el objetivo de aplanar la curva de contagios. Han prohibido reuniones de más de 10 personas, el uso de mascarillas en todo momento -incluida la estancia en la playa-, el ocio nocturno, fumar en terrazas, limitar el horario de bares y restaurantes a la medianoche o protocolos especiales en hoteles y establecimientos turísticos.

 

Todo esto, que puede que sirva para preservar los contagios, va en contra de toda una actividad que hasta ahora servía de reclamo a los que nos visitaban. Es cierto que todo el mundo -el mundial- está igual, pero deberíamos haber buscado otras formas de preservar lo que la naturaleza nos dio y que no es otra cosa que somos islas, que el mar delimita toda la movilidad y que ese seguro se podía preservar con otras medidas como asegurar que nadie nos visitara siendo portador de la COVID-19 o que las infecciones no fueran a más. También habría que haber apelado más a la responsabilidad ciudadana para que esto no se nos desmadrara. Hagan un simple examen de conciencia para ver si algo de esto se ha llevado a buen término.

 

Días pasados intenté cenar en un restaurante lagunero, omitiré el nombre por pura prudencia, pero relacionado con un arbusto tinerfeño, en el que a las 20,45 sólo tenía ocupada una mesa. Recordemos que estos establecimientos cierran a las 0 horas por prescripción legislativa. Pues con mucha displicencia de la persona encargada nos dijo que sin reserva no era posible. Un poco más allá, en la misma calle, recalamos en otro sitio cuya encargada nos saludó con un “bienvenidos” con el que nos invitaba a tomar asiento en una mesa. Las dos actitudes son antagónicas, pero reflejan lo que se puede hacer en una época en la que la incertidumbre parece la aliada perfecta para saber hasta dónde se puede llegar. En un caso se conforma con lo que se tiene y en el otro se busca el aliciente necesario para poder llegar a algo más todos los días.

 

Estamos en un momento en el que no se sabe si los ERTES se han prolongado hasta final de año, o hasta la primavera del 2021, o si para los afectados será este el último mes que cobran completo, o si desde octubre solo podrán hacerlo al 50 por ciento de lo que hasta ahora tenían consignado. Pero, eso sí, todos los partidos políticos nos han contado en los medios de comunicación que han logrado arrancar al Gobierno de Sánchez un trato diferenciado. Lo hizo CC que envió una delegación, con José Miguel Barragán y Fernando Clavijo, que dicen que pactaron la dichosa prórroga a cambio de que Ana Oramas diera su voto afirmativo a los Presupuestos.

 

Lo hizo Pedro Quevedo y Román Rodríguez a cambio de lo mismo. Lo dijo el presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres tras entrevistarse con la ministra. Pero ¿qué hay de cierto y amarrado? Pues parece que nada de nada porque a esta hora aún se debate el cuándo, el cómo y el qué en estas moratorias de la suspensión de los contratos laborales. Son las actitudes de nuestra clase política que siguen pensando que cualquier titular de medios de comunicación es mejor que la realidad diaria.

 

No tenemos nada. Ni aviones con turistas, ni hoteles abiertos y empleados trabajando y cobrando, ni comercios abiertos, ni autónomos planificando el futuro, ni expectativas para un porvenir en el que la economía no sea un agujero negro. Tenemos a mucha gente que no sabe cómo encarará el otoño. ¿Se imaginan que sensaciones tendrán los componentes de orquestas, los conductores de guaguas discrecionales, los agricultores que no saben quién les comprará sus cosechas o los ganaderos que no saben qué hacer con sus cabezas de ganado? Esto por poner solo unos cuantos ejemplos de las actitudes que algunos de nuestros compatriotas pueden estar gestionando en estos días de desconcierto y negros presagios.

 

Y no les hablo del comienzo del curso, que está más en el aire que el nombramiento del próximo responsable del SCS. Nadie sabe cómo será y ni siquiera se conoce la fecha del comienzo de las clases y si se realizará al mismo tiempo en todas las islas.

 

¿Qué hacer con todo esto? El pueblo llano casi nada, pero entre todos podemos tener actitudes que valgan para hacernos a todos la vida más agradable y sobre todo más llevadera. Exigir a nuestros gobernantes que piensen más en los ciudadanos y menos en los votos. Que nos cuenten la verdad. Que requieran a sus superiores para que estas islas no se conviertan en un terreno valuto en el que la pobreza le gane la partida al progreso y en el que todos los esfuerzos vayan caminando al lado de la superación.

 

¿Lo harán? Eso está por ver. La prueba está en la carajera formada por los socialistas tinerfeños ante el nombramiento del nuevo responsable del Servicio Canario de Salud por entender que no puede ser el propuesto porque ya estaba en el anterior gobierno de CC, sin pararse a pensar que a lo mejor el hombre sabe y lo respetan en los estamentos sanitarios. La política por encima de la gestión. ¿Ustedes creen que están para eso? ¿Sabemos algo de una viceconsejera de Turismo nombrada antes de la pandemia y de la que se desconoce qué ha hecho en todo este tiempo por un sector que se hunde sin remisión?

 

En fin, para acabar esta reflexión me queda la tremenda duda de saber qué están haciendo los que pueden hacerlo por despejar las terribles incógnitas que ya tenemos instaladas en estas islas. Como se ve la lista de los asuntos que despejen algunas cuestiones es larga. Insisto, los que pueden ¿están haciendo algo?

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

La Laguna (Tenerife), 5 de septiembre de 2020.

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