EL MONÓLOGO Nº056
Un artículo agolpado
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Pepe Moreno *
He estado dándole vueltas a sobre qué escribir en este artículo semanal en Canarias en positivo y la verdad es que no se aún a qué dedicarlo. Cada semana hay un hecho informativo al que sacarle punta y no quiero repetirme.
Podría hablarles de los niveles, una vez más, de cómo se están cargando al sector de la hostelería en Tenerife, la única isla en la que se mantiene el nivel 3 de las restricciones, la única en la que siguen prohibidos los interiores de los restaurantes, la única en la que los contagios siguen aumentando sin que se sepa la causa que los provoca, sin que conozcamos si tenemos los suficientes rastreadores para impedirlo y acotar de dónde provienen o sin que sepamos si está en la mano de los ciudadanos que los casos sigan sumándose cada día.
Los dueños de los restaurantes y locales de restauración andan desesperados sin saber cuándo se podrán abrir sus locales, si todo depende, como se ha dicho, de la ventilación o de aparatos que muevan y aireen sus comedores, y si algún día volverá la normalidad para poder atender a la clientela. Nadie les dice nada para mejorar no se sabe qué condiciones para que el virus no se expanda. Hay que pagar la cuenta de esos negocios que hoy se apoyan en unas terrazas exiguas y de las que no pueden sacar la recaudación necesaria para abonar viandas, personal e impuestos.
Todas las variantes que han propuesto son insuficientes para que tengan un trato justo o recuperen parte de esos gastos. Simplemente están pendientes de la rueda de prensa de cada jueves para ver que una semana más se quedan igual, aquí en Tenerife, porque en el resto de las islas las noticias son otras. Han propuesto, y me consta, comprar artilugios para el aire, reducir el aforo, limitar el número de personas por mesas, digitalizar cartas y propuestas de menús, abrir ventanas e incluso someterse a obras para buscar techos más altos o controlar a la clientela. Nada ha servido. Siempre hay una excusa para que la isla en su conjunto siga con esta pobreza y tristeza en post de una seguridad sanitaria que nunca llega.
Sindicatos que piden más restricciones, clientes que huyen porque no se fían de las condiciones y autoridades que son más proclives a seguir gobernando a favor de esas limitaciones que a procurar aliviar la situación actual. Nadie dice nada, es difícil posicionarse en posturas contrarias por lo que puede suceder. Mientras en Gran Canaria los contagios bajan, pero sus UCIs están en niveles preocupantes, en Tenerife el número diario de gentes afectadas por la COVID-19 aumenta, aunque sus unidades de cuidados intensivos no llegan a los índices de la otra isla capitalina. ¿Han oído a las autoridades insulares hablar de algo de esto? ¿Se han posicionado para que se esclarezcan los motivos por los que aquí los contagios aumentan?
Vamos a los números. Según publicaba ayer mismo, 30 de abril, el portal del Gobierno de Canarias, la Incidencia Acumulada a los 7 días en Canarias se sitúa en 46,97 casos por cada 100.000 habitantes y a los 14 días en los 106,39 casos por 100.000 habitantes.
Por islas, Tenerife sumaba ayer 77 casos con un total de 22.664 acumulados y 2.214 activos epidemiológicamente; Gran Canaria tenía 54 y contaba con 21.601 acumulados y 984 activos. En Lanzarote se contaban 12 nuevos casos con 4.956 acumulados y 129 activos epidemiológicamente; Fuerteventura registró un nuevo caso, por lo que tiene 2.256 acumulados y 52 activos. La Palma sumaba uno nuevo, situándose en los 531 acumulados y 35 activos; El Hierro registró tres nuevos, por lo que sus acumulados son 353 y sus activos, 24. Por último, La Gomera no suma nuevos casos, por lo que sus acumulados son 228 y tiene uno activo.
Esos son los números fríos, pero tendríamos que buscar unas explicaciones que nadie nos da y que ningún responsable sanitario, ni insular ni regional, expresa con palabras que todos entendamos a la hora de hacernos una composición mental que nos sirva para hacernos una idea o para remediar lo que pasa. No quiero ser pleitista en este asunto, pero en esta semana, Gran Canaria presentaba una presión asistencial en las UCI, con valores de riesgo alto, con el 17,3% de sus camas ocupadas por pacientes COVID. En Tenerife, el jueves, tenía sus marcadores en riesgo medio o bajo excepto el porcentaje de ocupación en las UCI, del 15,3%. No obstante, la incidencia acumulada a siete días en la isla, de 66 casos por 100.000 habitantes, superaba con creces a la de Gran Canaria que registraba 36 casos por cada 100.000 habitantes. ¿Con qué nos quedamos? ¿Qué valor prevalece?
No hay restaurantes para las cenas, los que no tengan terrazas tienen menos expectativas que un vendedor de hielo en Groenlandia y los que tengan que pagar sus créditos con sus ventas menos esperanzas que uno de Ciudadanos en las elecciones del martes en Madrid. ¿Sigo escribiendo de esto?
También lo podría hacer del terrible suspense que estamos viviendo desde el martes en Tenerife con la desaparición de dos niñas de corta edad y de su padre. Podría especular, contar lo que ya todos vamos sabiendo por lo que cada día se escribe o se dice en los medios de comunicación. Pero solo contribuiría a aumentar el morbo o a decir cosas que no están probadas.
Estamos ante un caso en el que el morbo supera a la realidad y del que queremos saber para escandalizarnos y es muy probable que la contribución a la verdad sea como aquella regla de la multiplicación del uno. Un resultado que no nos conduce nada más que agrandar la zozobra y la incógnita de lo que realmente ha pasado. ¿Sabremos algún día que pasó? Espero que sí, pero ahora mismo nada nos conduce a esa resolución.
Podría escribir de algunos asuntos más como la elección de los miembros del Consejo Rector de la Radio Televisión Canaria y de la presentación de un currículo que tiene más sombras que claros. Que nadie responde a preguntas claves. Que un ataque nunca es una buena defensa, que las dudas generan rechazo, que algunos de los pretendientes a una plaza de profesor se quedaron fuera, precisamente porque los papeles en entredicho generaron una puntuación fraudulenta; que las ganas de incordiar en un partido, hoy en la oposición, no son argumentos para validar unos documentos puestos en entredicho y porque el fin que se busca no debe ser justificado con los medios que se empleen. Pero eso es difícil que lo comprendan algunos políticos que están empeñados en que cuanto peor esté el panorama, mejor para ellos.
Como digo podría dedicarle este espacio a todo eso, pero quiero escribir de algo positivo, para que no me digan que siempre estoy en la crítica.
Por eso es mejor escribir de la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de Santa Cruz de Tenerife que recibió Felipe Miñambres, ex jugador del CD Tenerife, en la década de los 90 y que le fue otorgada por el Pleno municipal el 17 de octubre de 1997, junto a las de otras personalidades y que siempre fue pospuesta hasta ahora que se hizo realidad.
El eterno capitán del Tenerife, con 357 partidos a sus espaldas, santo y seña del tinerfeñismo, que acabó de segundo entrenador, que vivió páginas intensas en un equipo que paseó el nombre de la isla por todo el mundo, que representaba el buen hacer, correcto en su trato, hábil con sus piernas, líder de vestuario y baluarte de una época que nada tiene que ver con lo que hoy vemos en ese mismo club.
Recordar a Felipe es como si volviéramos a gritar aquello de: “Clemente, cabrón, Felipe a la selección” que tantas veces cantamos en las gradas para que el seleccionador español pusiera a uno de los nuestros a jugar contra los más grandes de Europa o del mundo. Aquellos tiempos no volverán, ni ahora estamos para reivindicar a nadie en ese conjunto en el que figuran lo mejor de todos los que juegan al fútbol en la élite española, pero que nos quiten lo gritado. Tuvimos un gran equipo, orgullo de todos y espejo de una época en la que era mejor el resultado en el campo que en las finanzas.
Como ven es casi mejor recordar y mirar lo que tuvimos, que analizar las cosas del presente. Al menos nos da más alegría que la actualidad. Y es que todo ha cambiado. Antes decías aquello de “dice Marichal que las chicas guapas son las del Toscal” y hoy la frase está condenada por todos lados. Nombrar a Marichal es casi pernicioso, lo de las chicas guapas no es políticamente correcto y puede ser considerado un micromachismo y lo del Toscal está más en ruina que un heredero de Mario Conde. En fin, que esto es lo que hay.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
La Laguna (Tenerife), 1 de mayo de 2021.
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