EL MONÓLOGO Nº059
¿Sabemos lo que es soberanía?
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Pepe Moreno *
Esta semana se ha hablado mucho de lo que ha pasado en Ceuta, una situación sin igual que ha permitido la entrada en la ciudad autónoma de más de ocho mil personas que han ganado, a nado, la orilla española viniendo desde la parte marroquí. Una acción que se ha realizado con la anuencia de la policía de ese país y que ha desembocado en una crisis diplomática de la que aún estamos sufriendo las consecuencias.
Y digo que aún la estamos padeciendo porque no habrá representación en la Embajada porque su titular no volverá a nuestro país hasta que no se haya solucionado lo que lo motivó su retirada para informar a sus superiores a cuenta de la presencia en nuestro suelo del representante del Frente Polisario, ingresado en un hospital de Logroño aquejado de una enfermedad oncológica que se agrava al estar contagiado por COVID-19.
Es decir, la soberanía de España está en entredicho porque hemos acogido al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado desde el pasado 22 de abril en el hospital de Logroño bajo una identidad falsa, y que, según dicen fue con la intención de ocultar su hospitalización a Marruecos. Como contaba, desde entonces, las relaciones con el país vecino se han ido tensando, originando las oleadas migratorias de las últimas horas…. Pero ¿quién es este hombre?
Por lo que sé, Brahim Ghali nació en Esmera, en la región de Saguía el Hamra, uno de los antiguos territorios que formaban parte del Sáhara Español. Durante su juventud, destacó en la militancia política por su implicación en la lucha por la autodeterminación del pueblo saharaui, formando parte de varias organizaciones, como el Movimiento Nacional de Liberación Saharaui, y participando en disturbios como la Intifada de Zemla.
Pocos años más tarde, en 1973, fundó el Frente Polisario, y en 1976, fue uno de los precursores de la República Árabe Saharaui Democrática que propició una guerra entre el Frente Polisario y Marruecos, que no finalizó hasta 1991, cuando ambos países decidieron pactar una tregua. Sin embargo, tras casi 30 años de paz, el pasado año se reanudó el conflicto armado entre Marruecos y el Sáhara, en un movimiento a cuyo frente estaba Brahim Ghali.
En su biografía pública, el ahora líder del Frente Polisario, ha sido secretario general del movimiento desde su constitución y también ha ejercido el cargo de ministro de Defensa en el primer gobierno. Además, fue nombrado en 1999, representante del Frente Polisario en España y, meses más tarde, embajador saharaui en Argelia. Ahora, a sus 71 años, Ghali se ha convertido en la cara visible de la lucha del pueblo saharaui, desempeñando la labor de secretario general del Frente Polisario y, desde 2016, la de presidente de la República Árabe Saharaui Democrática.
Su labor como líder del movimiento saharaui durante estos últimos años ha convertido a Brahim Ghali en el enemigo número uno de Marruecos. Por eso, la decisión del Gobierno español de hospitalizar a Ghali, enfermo de Covid, bajo una identidad falsa en Logroño el pasado 22 de abril no gustó a los dirigentes marroquíes. Según confirman algunas fuentes, el líder saharaui se encontraba en estado de gravedad, a punto de morir en un hospital de Argelia, y España acudió a la llamada gracias a sus estrechos lazos con el pueblo saharaui.
Marruecos ya advirtió a principios de mayo que la decisión de España de acoger a Ghali sin avisar al país norteafricano podría tener serias consecuencias. De hecho, el propio ministro de Derechos Humanos marroquí, Mustafá Ramid, aseguraba que el Gobierno español ya «conocía el alto precio» por «subestimar a Marruecos».
Y dicen que, de aquellos polvos, estos lodos. Por eso, la ocultación del Gobierno español es lo que dicen que ha desatado una respuesta por parte de Marruecos, que se ha saldado con la relajación de los controles fronterizos, generando una crisis migratoria sin precedentes en nuestro país. Durante los últimos días, más de 8.000 inmigrantes han logrado pasar la frontera de Ceuta ante la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes, sembrando el caos en la ciudad autónoma de tan solo 85.000 habitantes.
Dice el diccionario de la RAE que soberanía es “poder político supremo que corresponde a un Estado independiente”. Y esto, que es un ataque a la soberanía de un país como el nuestro, ha provocado una crisis sin precedentes. Asalto a las fronteras en Ceuta y Melilla, el anuncio de miles de pateras en la costa más cercana a Canarias y el chantaje permanente de Marruecos que se ve envalentonado para llevar a cabo estas acciones y algunas más. Sabe además que cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, que el nuevo presidente, Joe Biden, ha mostrado soporte a las tesis de la monarquía alauita y que solo la UE ha salido en defensa de España y de sus fronteras.
Ceuta es una ciudad dominada por los acuartelamientos en la que predominan los funcionarios militares. Es un inmenso cuartel en el que resuenan los toques de cornetas y cuya vida ciudadana se marca al son de diana o de retreta. Sus gentes, dotadas de un carácter mundano, dispuestos a acoger a todo el mundo, abierto en sus relaciones y acostumbrados a las vivencias multirraciales, se ha visto desbordada por una ingente llegada de jóvenes que cruzaron a nado la liquida frontera de El Tarajal.
Dicen que llegaron más de ocho mil personas de los que unos 2.500 eran menores que hoy se hacinan en las escasas dependencias que han dispuestos para su acogimiento. Pero ¿qué ha pasado en el resto del país? ¿y qué han hecho las fuerzas políticas? Pues parece que nada, más bien han criticado y cada uno ha intentado sacar su tajada en forma de votos o de colocar sus mensajes.
Se ha echado en falta la conciencia de país, de defender la integridad de un territorio o las ganas de anteponer un concepto de nación por encima de las ideas políticas. Así parece que nos avergüenza una bandera que debería ser de todos y no un símbolo más propicio de opciones de derechas que de un país. Creemos que este tipo de defensas deben estar más enmarcadas en derechas que en izquierdas y que defender estas ideas se enmarcan más en épocas del pasado que en la modernidad. Cualquiera es bueno para poner en entredicho el concepto de soberanía e incluso nos criticamos a nosotros mismos en vez de hacerlo con los extranjeros. No somos capaces de defendernos y hasta descalificamos a los que lo hacen.
A lo largo de la historia reciente solo han visitado, como presidentes de este país, esa ciudad autónoma tres personas. Adolfo Suárez porque estaba en entredicho ese territorio tras la marcha verde. José Luis Zapatero, que visitó estas ciudades en 2006 para reivindicar su españolidad frente a las reclamaciones marroquíes y ahora Sánchez Castejón ante una crisis sin precedentes.
Hay incluso quien critica esta presencia y que no tuvo el mismo gesto cuando han llegado a Canarias casi 30.000 migrantes en pateras y cayucos. No es lo mismo. A Canarias llegaron marroquíes, senegaleses, malienses y otros subsaharianos como puerta de entrada a un mundo que a ellos se les dibujaba como mejor de lo que tenían en sus países de nacimiento. Vivimos una arribada de 63 personas al día durante el 2020, mientras que el caso que estamos tratando, en solo un día, atravesaron la frontera más de 8.000. ¿Hay diferencias? Parece que sí.
Pero es que además Ceuta es un territorio de unos 18 kilómetros cuadrados en el que ya hay más de 85.000 habitantes. ¿Es lo mismo que en nuestro Archipiélago? Ustedes mismos para responderse. He visto en estos días numerosos videos en los que se reclama que no se ha tenido la misma sensibilidad del Estado para unas islas como las nuestras que con Ceuta, pero ¿es comparable lo que allí ha sucedido esta semana con lo que ha pasado en Canarias?
Yo creo que no y ni siquiera la UE ha sabido contestar a unos hechos en los que todos los días nos hemos vuelto inmersos. A nuestras costas han llegado embarcaciones que no hemos sabido cuál era su puerto de partida. Hemos descubierto cuerpos en vez de gentes y no sabemos cuántos se ha tragado el océano.
Ninguno de los partidos políticos ha estado a la altura de los hechos que hemos sufrido y vivido. Nadie ha sabido dar respuesta a los hacinamientos en Arguineguín. Luego hemos asistido a la puesta en funcionamiento de campos de internamientos en los inmigrantes han compartido condiciones de vida que ninguno de nosotros desearía. ¿Y han hecho algo? Los ministros que han venido no han sabido, o no han querido, dar una solución a este problema. Pero ahora criticamos la celeridad de una presencia, la de Pedro Sánchez, en una ciudad desbordada por una llegada de personas inusual a todas luces. Insisto que ninguno ha dado una respuesta que solucione, pero también reclamo una mayor visión de conjunto.
Nuestra desunión es fuente de flaqueza y de eso se aprovechan los que quieren otros resultados que a todas luces son espurios. No somos nadie, ni tenemos fuerza para imponer nuestros derechos y de eso me parece que todos tenemos culpa. Un país como Marruecos, que tanto depende de los demás, tiene más ideales que el nuestro. Dicen que a los que nadaron para cruzar la frontera simplemente les dijeron que el futbolista Cristiano iría a jugar a Ceuta. Dudo mucho que un reclamo así mueva a los españoles a moverse a un territorio extranjero. Ni siquiera eso nos motiva. Pero sí que nos sirve para criticar lo que hagamos en defensa de lo nuestro.
* José MORENO GARCÍA
Periodista.
Analista de la actualidad.
La Laguna (Tenerife), 22 de mayo de 2021.
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