En defensa de la cultura canaria

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Artículo publicado en los periódicos EL DÍA y LA PROVINCIA el 1 de febrero de 2025 

 

 

Juan-Manuel García Ramos *

 

 

Dijo, hace ya muchos años, el gran antropólogo francés Claude Lévi-Strauss que para que una cultura sea realmente ella misma y esté en condiciones de producir algo novedoso, esa cultura y sus miembros deben estar convencidos de su originalidad, y también de su no subordinación ante otras.

 

Gran observación la de Lévi-Strauss, en especial si la asumimos desde nuestro presente, a punto de caer en manos de una cultura global que todo lo vuelve homogeneidad, supeditación a dictados que muchas veces desconocemos dónde se originan y con qué fines, negando, en buena lógica, la diversidad que ha enriquecido al mundo desde que es mundo con su memoria a cuestas.

 

Cuando hemos usado el constructo atlanticidad para definir la cultura de Canarias, nos hemos referido siempre a una memoria colectiva compartida con otros pueblos vinculados al océano común; a una memoria colectiva habitada de mitos grecolatinos, de gestas descubridoras, de rutas comerciales, de periodos de convivencia, de maneras de mirar al mundo y de descifrarlo, que ha generado modos cercanos de erguir fábulas, recreaciones de una realidad construida entre todos.

 

Los canarios somos los primeros indígenas procedentes del África cercana llegados a nuestras islas hace milenios, lo que algunos historiadores llaman aborígenes de modo muy confuso, y somos las arribadas de europeos ansiosos de nuevas tierras vírgenes y del reflujo de otros pueblos americanos recalados en nuestros suelos. Una mixtura de distintas comprensiones del nacimiento de la humanidad, un caleidoscopio de cristales diversos con los que observar la historia en general y la historia en particular.

 

Después de 1492, Europa dejó de mirar al Mediterráneo y se hizo atlántica, y en esa mutación, en ese debate, estuvo muy presente Canarias merced a su condición de islas fronterizas entre lo que dejó de ser entonces el mundo conocido y el mundo desconocido.

 

Las leyes y los convenios de la España del siglo XV nos depararon una situación ventajosa ante los nuevos tiempos que se venían encima. Para los primeros analistas del descubrimiento de América, esos nuevos territorios se llegaron a considerar nuevas islas canarias aún por descubrir, como nos lo ha contado con precisión el gran hispanista Fernández-Armesto.

 

Y en esa indecisión geográfica y cultural seguimos instalados. Sin sentirnos África, ni Europa, ni América, y, al mismo tiempo, sentirnos todos esos continentes a la vez en nuestra localizada situación en este Atlántico Medio. Enriquecidos por esa ventajosa confusión de papeles.

 

A la hora de preguntarnos por la originalidad que nuestra cultura pudiera aportar a la cultura planetaria, o, si preferimos, a la circunscrita al Atlántico, no nos costaría hablar de algunos rasgos definidores. François Mitterrand dijo que la geografía siempre estaba antes que la historia y en ese sentido cabría enumerar parte de nuestra física espacial donde:

 

1) El Teide es la tercera estructura volcánica más alta del mundo después de dos volcanes hawaianos.

 

2) Somos habitantes de bosques milenarios de laurisilva con una antigüedad de unos 5 a 23 millones de años, bosques herederos de la Europa Central y del Mediterráneo desaparecidos por las glaciaciones sufridas.

 

3) Somos la región de la Unión Europea con mayor biodiversidad en relación con su superficie.

 

4) Poseemos cuatro parques nacionales de los 15 que hay en toda España.

 

También podríamos hablar de la historia que nos singulariza:

 

1) Fuimos el único archipiélago de la Macaronesia habitado antes de la llegada de los europeos.

 

2) Nos constituimos en llave para el descubrimiento de América, merced a una laguna jurídica en la cláusula octava del Tratado Alcaçobas-Toledo de 1479-1480, y cofundadores del concepto de lo atlántico en los siglos XV-XVI.

 

3) Somos uno de los tres pueblos del mundo, junto a los egipcios y los peruanos del sur, que momificaron a sus mayores.

 

4) Fundamos literaturas en Hispanoamérica. En Brasil, en Cuba, en Guatemala, con José de Anchieta, con Silvestre de Balboa, con Luis Melián de Betancurt.

 

5) Hemos sido pioneros en la introducción en España del Modernismo y las Vanguardias. Tomás Morales y la generación de Gaceta de Arte.

 

6) Exportamos estadistas que llevan sangre isleña: Francisco de Miranda, José Martí, José Gervasio Artigas…

 

7) Hemos contado con mujeres fundadoras de movimientos emancipadores, como lo fue Mercedes Pinto con su código feminista.

 

8) Hemos aportado a las ciencias, las tecnologías y el arte en general personalidades de la talla de José de Viera y Clavijo, de José Clavijo y Fajardo, de Agustín de Bethencourt, de Pérez Galdós, de Óscar Domínguez, de Manolo Millares, de Alfredo Kraus…

 

9) Fundamos ciudades en América. Montevideo, San Antonio de Texas, municipios como el Tenerife, en Colombia…

 

10) Nos expresamos con la dicción y la cadencia que Gabriel García Márquez detectaba y valoraba en el habla de su inmortal Simón Bolívar…

 

Estos catálogos, siempre ampliables, de algunos rasgos definidores de nuestra identidad cultural sería conveniente trasladarlos a nuestras jóvenes generaciones, cada vez más entregadas a esa cultura global que poco a poco borra rasgos de otras diversidades, todo lo aplana y lo convierte en mercancía, con el afán ya denunciado de unimismarnos en un solo patrón de reconocimiento como seres humanos de este mundo.

 

Como también apuntó Lévi-Strauss, no consigo entender cómo la humanidad podría vivir sin algún tipo de diversidad interna. Apagar esas diversidades de los pueblos del mundo es como apagar cada uno de los mundos íntimos de cada uno de los seres que lo habitan.

 

 

*   Juan-Manuel García Ramos (La Laguna, Tenerife, 1949)

Político, profesor universitario y escritor

Doctor en Filología Románica

Catedrático de Filología Española de la Universidad de La Laguna (ULL).

Actualmente es Catedrático Emérito de la misma universidad.

Académico de número (2001) de la Academia Canaria de la Lengua.

Ha sido vicerrector de la Universidad de La Laguna (1985-1987)

Viceconsejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias (1987-1989)

Consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias (1989-1991)

Diputado y presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Parlamento de Canarias (1995-1999 y 2015-2023)

Presidente de honor del Partido Nacionalista Canario (PNC)

Presidente de Honor del Ateneo de La Laguna

Socio de Honor del Instituto de Estudios Colombinos de La Gomera.

Tiene la Medalla de la Asamblea General del Poder Popular de Cuba.

Premio Canarias de Literatura 2006, en reconocimiento a toda su trayectoria profesional.

 

Islas Canarias, 3 de febrero de 2025

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