Estoy confundido

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Estoy confundido

 

 

Remigio Beneyto Berenguer *

 

 

Con todo respeto voy a escribir una breve reflexión sobre una institución muy seria. Contraer matrimonio es una dilección, una voluntad de entregarse y comprometerse con otra persona. Repito, persona.  Es una decisión de querer a la otra persona. Es una decisión que querer quererse y se hace todo lo que está en nuestras posibilidades por hacer realidad ese proyecto en común. Y todo amor produce vida. Es algo indiscutible.

 

Pero últimamente acontecen unas modas, que, aunque de momento no tienen validez legal, me producen confusión, porque no sé exactamente de qué estamos hablando, y qué falla: si la falta de amor o la ausencia de la persona. Quizá, según posturas dominantes, no falle nada. Es simplemente el ejercicio de la libertad absoluta, de la autodeterminación en su máximo límite, con las banderas de la innovación, de la inclusión y de la ecología, del contacto con el mundo de la naturaleza.  Veamos:

 

Primer supuesto: LA SOLOGAMIA. Es una tendencia en la que una persona decide casarse consigo misma. La justifican en la autodeterminación, en poner la propia felicidad en el centro, en afirmar la relación con uno mismo.  Afirman los defensores que no hay nada malo en quererse a sí mismo por encima de todo. La idea es convertirte en tu mejor amiga, en tu mejor amante, en quererte en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las dificultades.

 

Creo que sobra cualquier comentario. Únicamente diré que entiendo que es la exaltación del individualismo, hasta la desaparición del otro. En mi opinión, es una inmadurez total, una regresión a la infancia, en el “mi” “ma” “ma” “me” “mi” “ma” “muc” “cho”.

 

Pero esto dura poco. Cris Galera, de 33 años, que se casó con ella misma, como una forma de demostrar el amor propio, puso fin a la relación y se divorció de sí misma, porque conoció a otra persona, con la que se va a casar nuevamente, según ella.  Parece ser que el amor consigo mismo suele durar poco.

 

Segundo supuesto: LA OBJETOFILIA. Es una atracción emocional y sentimental hacia un objeto. Uno de los primeros casos fue el de Erika, que se enamoró primero de un arco, luego se comprometió con la Torre Eiffel, luego se casó con una grúa, de la que se divorció y se casó nuevamente con un patinete.

 

Es una exaltación de lo puramente emocional, con una personificación de los objetos.  Pero nadie pregunta al objeto: a la grúa, al patinete, a la torre Eiffel, o la máquina en la que se trabaja, si consienten en contraer, si aceptan ese consentimiento.  Una injusticia para esos objetos.

 

Tercer supuesto: LA MODA DE ABRAZAR A LOS ÁRBOLES.  Parece ser que abrazar a los árboles tiene efectos curativos, calmando la depresión, la ansiedad y el dolor de cabeza. Creo que no existe una prohibición de abrazar a los árboles, pero algún Ayuntamiento, como el de Cabezón de La Sal, en Cantabria, ha pedido a los turistas y visitantes que no los abracen, porque los ponen en peligro, porque se degrada la corteza con tanta efusión afectiva.

 

Lo más sorprendente es que muchos visitantes, como prueba de tal encuentro, se llevan un trozo del árbol abrazado. Alguien se ha planteado si esa planta sintiente quiere ser abrazado o no, pues, al ser sintiente, están invadiendo su espacio vital.

 

De momento no conozco ningún acto de contraer entre la persona y el árbol, pero tampoco quiero dar ideas. Todo llegará o ya habrá llegado. Seguro que alguien se habrá casado con alguna planta, maceta incluida.

 

Como verán ustedes, he omitido otras formas de manifestar esa unión afectiva, por no crear más polémica, como la zoofilia o la necrofilia. Es sorprendente las parafilias que tienen algunos, como la coulrofilia (al ver payasos), la antolagnia (al oler las flores), el androidismo (muñecos o robots con aspecto humano), la acrofilia (con las alturas o personas altas) …

 

Concluyo, ¿cuál es el problema que late en estas modas? ¿La soledad?, ¿La falta de autoestima? ¿La despersonalización del ser humano? ¿La personalización de los objetos?

 

Estoy confundido y asombrado: O yo estoy viejo y desfasado o la sociedad está un tanto desnortada.

 

 

 

*  Remigio BENEYTO BERENGUER

Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

Departamento de Ciencias Jurídicas

Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 

 

Islas Canarias, 5 de septiembre de 2024

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *