Las listas de espera, un reto
del Servicio Nacional de Salud
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Las listas de espera, un reto del Servicio Nacional de Salud (SNS) a afrontar (ya) con determinación.
Antonio Alarcó *
Que la Sanidad Española es una de las mejores del mundo (ahora devastada) es una evidencia científica contundente y que, además, representa una historia de éxito permanente que está en el ADN de todos los españoles, de todas las ideologías y comunidades y ciudades autónomas.
Es verdad que en estos momentos de pandemia está siendo devastadora para el sistema sanitario, y que precisa una actuación enérgica, urgente y coordinada, para reconvertirla. El centro del sistema sanitario “tiene” que ser el ciudadano enfermo y después el profesional, que no siempre ha sido así y por eso se han hecho ciertas cosas mal que es el momento de corregir.
El cambio de paradigma NO, como opción sino como obligación, tiene que realizar la reforma urgente del sistema para que pueda sobrevivir la equidad y sostenibilidad, dos principios inmutables para mantener y prestar el servicio sanitario de forma correcta.
El principio constitucional de que este país tiene 17 y 2 ciudades autónomas no tiene nada que ver con que haya 17 sanidades distintas y 1 inglesa (Ceuta y Melilla). Pues una cartera de servicio universal con un pacto por la sanidad, es imprescindible para la correcta reconstrucción del sistema, donde también se dedique más espacio a la prevención y no sólo a la enfermedad.
Una reforma profunda y actual de lo concerniente al personal sanitario, con más de 117.000 contagiados, con sueldos míseros, interinidad injustificada, reconocimiento de profesión de riesgo, la COVID como enfermedad profesional, nuevas especialidades (urgencias, genética, genómica, etc.) son motivos suficientes para realizar YA una reforma profunda y decidida.
Las listas de espera es una patología del sistema que en estos momentos es angustiosa y que precisa una estrategia-plan de abordaje de la misma. La utilización de todos los medios públicos (horarios expansivos y todos los días) y concertadas, es algo imprescindible que, con transparencia y manteniendo los derechos de los enfermos íntegros, hay que abordar.
Como decimos, en la UE los países signatarios del tratado de Maastricht, la modificación de Ámsterdam y el tratado de Lisboa, (donde pudimos estar presente en varias sesiones), la sanidad será de financiación pública con provisión de servicios libres, que la haga quien la haga con un sistema de acreditación europeo.
La prioridad de las enfermedades prevalentes con una clasificación clara, es una obligación inmediata para abordar este problema angustioso que está produciendo un aumento importante de la morbimortalidad de las patologías, y que no puede esperar un solo día más.
Los planes de diagnóstico precoz y de prevención de cáncer de colón, cáncer de mama, ictus, código riñón etc., no permiten más demora. La pandemia ha hecho que todo esto sea mucho más grave, pero que no se arregla con el manejo de la inercia como parece que se está haciendo desde el Ministerio de Sanidad.
No hacemos política con la sanidad, sino política sanitaria de evidencia. Vaya por delante que, como hemos escrito y dicho muchas veces, el cambio de nombre del Ministerio de Sanidad es imperioso y debe ser de SALUD.
La genómica, medicina personalizada y de precisión, un enfoque global más en la prevención que en la enfermedad, Plan Nacional de Oncología, prevención del Suicidio y enfermedades mentales, evitar duplicación y triplicación de medios y servicios y la creación de Centros de referencia nacional todo dentro de una sanidad en el espacio comunitario europeo, son pautas imprescindibles para garantizar la equidad y sostenibilidad del sistema.
El concepto de ONE HEART, una sola salud, donde este implicada la sanidad, la sanidad animal y el medio ambiente, es una necesidad objetiva del sistema del cambio de paradigma necesario con interconexión digital permanente entre ellos.
Es evidente que la pandemia ha supuesto un bloqueo general de la sanidad NO COVID. La asistencia primaria se ha colapsado y sigue sin recuperarse. Los hospitales de tercer nivel (alta tecnología) han tenido y siguen teniendo un gran problema para atender la cartera de servicios que tienen y que se han acentuado con la pandemia y en muchos casos convertido en “hospitales de infecciosos”, perdiendo la posibilidad de ser centros donde el 73% de su actividad sea quirúrgica y tiene que seguir siendo así.
El miedo al contagio de los pacientes (que es real) y de los profesionales ha hecho que disminuya la actividad quirúrgica más de un 40% incluido en el mundo de los trasplantes aunque en este campo seguimos siendo los primeros del mundo en donación y trasplantes.
Estudios recientes de las listas de espera han puesto de manifiesto que pacientes de cirugía general, traumatología, oftalmología, cirugía maxilofacial, otorrinolaringología y neurocirugía son las especialidades más afectadas y con mayor lista de espera.
Diversos estudios han puesto de manifiesto que la pandemia ha hecho que las intervenciones quirúrgicas diarias que se realizaban en nuestro país han disminuido 70% y en cifras, de 25.000 en 2019, pasamos a 7.000 en 2020.
Las listas de espera en general (quirúrgicas, consultas y pruebas complementarias) ha hecho que los retrasos en los diagnósticos, la evolución de patologías con problemas de posibles agravamientos de enfermedades, en definitiva, más complicaciones, resultados peores, más costes. BASTA YA.
* Antonio ALARCÓ HERNÁNDEZ
Catedrático de Cirugía.
Director de la Cátedra de Telemedicina, Robótica y Telecirugía.
Senador. Portavoz de Sanidad.
Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias)
21 de mayo de 2021.
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