Mirad al Cristo de La Laguna y confiad en Él

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Remigio Beneyto Berenguer *

 

 

Se acerca septiembre, y sigue latente mi ilusión por acudir a visitar al Cristo de La Laguna, mirarle, estar un rato con Él, contemplarle, y trasladarle mis preocupaciones.

 

No estoy deprimido, pero sí estoy indignado.

 

A nivel internacional, y, aun sabiendo cómo funciona la diplomacia internacional, se me revuelven las entrañas al ver a Trump y a Putin de manera tan amistosa en la Cumbre de Alaska. Ya sabía que “los perros no se muerden entre sí”, pero todo lo que está ocurriendo en la invasión de Ucrania me parece inaceptable desde el derecho internacional.

 

Nos estamos acostumbrando a la locura de la guerra en Ucrania con miles de muertos; Trump dice que no es necesario el alto del fuego, que se puede avanzar en el acuerdo de paz mientras se sigue luchando en el frente. Inconcebible.

 

Me molesta muchísimo ver cómo se intenta humillar al presidente de un Estado soberano, Ucrania, incluso hasta en la forma de vestir, diciendo Trump que es un traje muy bonito y que se ve bien. Y lo mismo hace un insignificante periodista. ¡Qué falta de diplomacia! No obstante, la respuesta de Zelensky al periodista ha sido genial: “Usted, en cambio, sigue con el mismo traje que la última vez”.

 

Me molesta muchísimo que Trump haya blanqueado a Putin. La Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra Putin, pero evidentemente ni Estados Unidos ni Rusia reconocen la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.

 

Me molesta muchísimo que el problema de la invasión de Ucrania por Rusia haya de ser resuelta por una cumbre bilateral entre Trump y Putin, sin estar presente Ucrania y sin estar presente la Unión Europea.

 

Me molesta que sea la jefa de Protocolo de Trump quien reciba a los líderes de los Estados más importantes de la Unión Europea, al secretario general de la OTAN y a la misma presidenta de la Comisión Europea. ¡Qué falta de diplomacia!

 

A nivel internacional, se me revuelven las entrañas al ver lo que está ocurriendo en Gaza, al igual que lo que ocurrió el 7 de octubre en Israel por el ataque del grupo terrorista Hamás. Los niños, los ancianos, las personas vulnerables en Gaza deben de atormentarnos en nuestra vida.

 

¿No hay nadie que pueda parar esta sinrazón? ¿Acaso no se puede dialogar con los países árabes para que paren el terrorismo de Hamás? ¿Acaso no se puede parar la actuación del gobierno de Israel? ¿Para qué sirve el derecho internacional?

 

Me preocupan las guerras silenciadas repartidas por el mundo, especialmente en África y en algunos lugares de Asia.

 

A nivel nacional, España está en llamas. Hay que prevenir antes de lamentarse. ¿Dónde están las inversiones en la prevención de incendios? ¿Dónde la limpieza de los montes?

 

Es una vergüenza, y los ciudadanos estamos cansados, de que, en lugar de solucionar inmediatamente los problemas, nuestros gobernantes se lancen ataques totalmente partidistas con miras a futuras elecciones, e incluso realicen actuaciones únicamente por motivos populistas.

 

A nivel nacional, es una vergüenza la actuación con los inmigrantes. Son personas, no números. Canarias tiene una sensibilidad especial, mostrando al mundo un actuar elogiable, pero no puede más, no puede garantizar la atención adecuada a estas personas.

 

Siento vergüenza cuando tanto Cataluña como el País Vasco quedan excluidos del reparto de menores inmigrantes no acompañados. Siento vergüenza cuando en todas las otras comunidades autónomas nos molestan también estos menores inmigrantes no acompañados.

 

A nivel nacional, me preocupa que las administraciones, tanto la estatal, como la autonómica, como la local puedan hacer poco, porque prácticamente todo el presupuesto está ya asignado a los gastos de personal al funcionariado, a las pensiones y a la deuda galopante que hipoteca a varias generaciones.

 

¿Cómo se puede dedicar dinero para el arreglo de carreteras, de infraestructuras, de prevención de incendios, y, especialmente, para una mayor atención sanitaria y educativa?

 

A nivel nacional, me preocupan las familias que no han podido ni tener una semana de vacaciones, después de todo el año trabajando sin parar, las familias que no tienen ni aire acondicionado en estos días de calor insufrible, las familias que no pueden llegar a fin de mes, las familias que se rompen y lo sufren los hijos, las familias que abandonan a sus mayores.

 

Me preocupa mucho la pérdida de humanidad; me preocupa que sea únicamente la motivación económica la que esté moviendo el mundo.

 

Por eso, un año más, mientras pueda, como católico, y como Esclavo de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Cristo de La Laguna, mi mirada se dirigirá al Cristo en la Cruz, al Cristo de La Laguna, al Señor Jesús, al Cordero de Dios, que dio su vida cuando derramó su sangre en la cruz, cargando con nuestras debilidades, con nuestro sufrimiento. A Él podemos pedirle que cargue con todos estos fracasos de la humanidad.

 

En el Pregón de la Vigilia Pascual se canta:

 

“En verdad es justo y necesario

Aclamar con nuestras voces

Y con todo el afecto del corazón

A Dios invisible, el Padre todopoderoso

Y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque Él ha pagado por nosotros al Eterno Padre

La deuda de Adán

Y, derramando su sangre,

Canceló el recibo del antiguo pecado”.

 

Nuestra mirada ha de dirigirse al Cristo de La Laguna:

Mirad al Cristo negado por nosotros y dejaos mirar por Él.

Mirad al Cristo azotado y humillado, y dejaos mirar por Él.

Mirad al Cristo sufriente y crucificado, y dejaos mirar por Él.

 

Los ojos de Cristo, comprensivos y misericordiosos, paternales y amorosos, nos miran desde el Cielo. Hemos de contemplarle, sabiendo que el fin no es la muerte, que si así fuera, nuestra fe sería vana.

 

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Los cristianos somos hombres y mujeres de esperanza, porque el sepulcro está vacío.

 

Finaliza el Pregón Pascual diciendo:

 

“Es Cristo, tu Hijo resucitado,

Que, al salir del sepulcro,

Brilla sereno para el linaje humano,

Y vive y reina, glorioso, por los siglos de los siglos. Amén”.

 

Y si somos hombres y mujeres de esperanza, nuestra obligación es ser luz del mundo y sal de la tierra. Nuestra misión es hacer realidad en nuestra vida al Cristo crucificado y resucitado. Así podemos cambiar este mundo. Estoy seguro de ello.

 

 

*  Remigio BENEYTO BERENGUER

Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

Departamento de Ciencias Jurídicas

Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 

 

Islas Canarias, 18 de julio de 2025

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