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Remigio Beneyto Berenguer *
El 29 de agosto de 2023 escribí en Canarias en positivo un artículo titulado: “El maestro ciruela” y lo iniciaba de este modo: “Hay un refrán que dice: “El maestro ciruela, que no sabía leer y puso escuela”. Siempre se ha dicho que la ignorancia es atrevida.
El problema es que el ignorante no sabe que lo es, se piensa que es sabio y entonces es cuando se torna incluso ridículo”, y el ignorante habla de todo, como los “petardos” de las televisiones que opinan del cambio climático, de la amnistía, de la invasión de Rusia y de la globalización económica sin saber de nada. Algunos de las televisiones se llaman “periodistas o analistas de la sociedad”.
Afirmar que la entrada o no de una señora en una cofradía es un tema que “perpetúa una situación de discriminación de las mujeres contraria a la Constitución”, cuanto menos, es una aseveración arriesgada, porque supone que quien realiza esta afirmación sabe a ciencia cierta que hay una discriminación y que esta discriminación es contraria a la Constitución, pero, al mismo tiempo, afirma que se dará ocasión al Tribunal Constitucional “a aclarar o cambiar su doctrina como consecuencia de un proceso de reflexión interna”.
El atrevimiento es increíble, pues el que realiza estas afirmaciones, sin ningún tipo de rubor, lanza al Tribunal Constitucional el reto de iniciar una reflexión interna para aclarar o cambiar su doctrina. A pesar de que el Tribunal Constitucional haya expresado en multitud de sentencias que tiene una doctrina consolidada sobre el tema, el afirmante dice que no, que la tiene confusa y debe aclararla.
Y si no es confusa, ha de cambiarla, para acomodarla a la Constitución, puesto que la que tiene consolidada el Tribunal Constitucional es contraria a la Constitución. La inconsciencia de estas afirmaciones por quien las realiza es total.
Pero aquí hay algo ineludible, que estoy cansado de repetir, pero para quien no quiere oír, sobran las palabras, a saber: Lo que está en juego es la libertad, o mejor, las libertades. Está en peligro la libertad religiosa, en su vertiente individual y comunitaria, de cientos de personas, reconocido en la legislación nacional e internacional, y en los Tribunales naciones e internacionales.
Está en peligro el derecho de asociación, en su vertiente negativa, reconocido en multitud de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y está en peligro la autonomía de la Iglesia, ya que se trata no de asociaciones civiles sino de asociaciones canónicas, de asociaciones públicas de fieles.
Quizá el problema es que no se sabe ni lo que es una asociación pública de fieles, ni lo que es la autonomía interna de las iglesias, ni lo que es la libertad religiosa en su dimensión comunitaria, ni lo que es nada de nada.
Se repiten tópicos como patrón de dominación, como exclusión sistemática de mujeres, como pérdida de respeto, frases hechas que quizá pueden tener sentido en otras esferas de la vida, pero que habrán de ser demostradas en la cuestión que nos ocupa.
Estoy harto de que se sacrifiquen los derechos fundamentales y las libertades públicas por una mal entendida igualdad, por una supuesta discriminación inexistente, aduciendo, con mala intención o con una ignorancia supina, que se está produciendo una falta de respeto hacia las mujeres, abocando a una serie de afirmaciones que no vienen ni a cuento ni a ocasión de nada.
Termino diciendo que, cuando uno realiza unas afirmaciones, aunque sea citando a otras personas, ha de contrastarlas, máxime cuando pueden acarrear consecuencias. Esto es lo que hacen los periodistas.
* Remigio BENEYTO BERENGUER
Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
Departamento de Ciencias Jurídicas
Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.
Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Islas Canarias, 31 de marzo de 2024
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