¿Una dieta hipocalórica en plena
pandemia?… Va a ser que no
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Susana Isoletta Cruz *
Difícil es adjetivar los estados de ánimo por los que atraviesas en estos momentos: hartazgo, tristeza, cansancio, frustración y algunas veces, ganas de tirar la toalla.
Un día te levantas con toda la energía del mundo pensando en tus próximos proyectos (esas ideas que se te ocurrieron por la tarde te parecen maravillosas). Pasado el rato, las malas noticias de los infectados, del cierre de ciudades te inunda de pena, impotencia y mal humor. En un tris-tras se rompe en pedazos tu entusiasmo.
Transcurren las semanas, los meses y la cosa sigue igual. Miras hacia adelante y sólo ves temores y una sensación de peligro que no cesa.
Te dices a ti misma que necesitas poner en marcha algún proyecto, tomar una iniciativa muy específica que te ayude a centrarte, algo que dependa lo menos posible de las circunstancias que te rodean.
Le das vueltas durante días, y finalmente, entre varias cuestiones aparcadas tomas una decisión que consideras muy adecuada: ¡harás una dieta! Eso es.
Tienes material y conocimientos suficientes para ponerte las pilas y ser lo más rigurosa y disciplinada posible. Podrás volver a utilizar aquellas prendas tan queridas que ahora no entran en tu cuerpo por más esfuerzo que hagas. Sí, señor.
Con dieta rigurosa y una buena dosis de ejercicio físico lo conseguirás.
No va a ser la primera vez; te anima recordar que en varias ocasiones has conseguido tus objetivos, y estás segura que tendrás éxito.
Y te lanzas. A pesar de la fuerza de tus deseos y los pocos kilos que necesitas reducir te resulta muy difícil. Más infructuoso que ascender por una montaña llena de obstáculos. Día tras otro te dejas vencer por el placer del chocolate, el encanto de una copita con algún amigo.
Vas de mal en peor, no sólo no bajas de peso, sino que convives con el reproche de la comida y con los saltos constantes a la dieta. ¿Sabes? Es que no es el momento, no has escogido el proyecto adecuado.
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que estamos en la peor de las circunstancias emocionales para iniciar una dieta, que siempre representa un aumento del estrés. Por supuesto, hago excepción de aquellas imprescindibles por razones médicas.
Iniciar una dieta ahora cuyo objetivo principal sea el estético, con la dosis de frustración que representa, es casi un acto de masoquismo. Puede simbolizar el deseo de encarnar el papel de una súper heroína o superhombre.
No estamos para héroes, en ningún aspecto, dejemos a los héroes que invadan alegremente los dibujos animados y los video juegos. Permitamos que encarnen su maravilloso papel fantástico, desplieguen su colorida fantasía y despierten la imaginación de niños y no tan niños.
Ahora corresponde, más que nunca, pisar firmemente el suelo, aferrarse a él para poder resistir los embates diarios de la realidad.
Sin pedirlo, lo cotidiano se ha transformado en una cuestión lo suficientemente complicada para que le agreguemos más salsa de esfuerzo, de sacrificio, de rigor. Y una dieta estricta implica una alta dosis de disciplina y tú lo sabes perfectamente.
Puedes pensar que mi postura es pesimista, que si alguien se propone una meta “puede con todo”. Creo que no es pesimismo, sino una mirada realista hacia los sentimientos, un llamado a no sufrir innecesariamente.
La ansiedad oral es la primera y más temprana y la vamos elaborando a lo largo de la historia personal: desde la chupa del bebé, la comida, licores varios y las drogas, por ejemplo.
Con el desarrollo emocional aprendemos a canalizarla de forma satisfactoria, y reaparece de vez en cuando con los vaivenes de la vida.
Es preciso canalizarla hacia objetivos plausibles, a corto plazo y sentir el placer de estar vivos y sanos. En este momento, sencilla y llanamente, de eso se trata. ¿No crees?
* Susana ISOLETTA CRUZ
Lcda. en Psicología por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina)
Especializada en Test Rorschach (Escuela Rorschach de Rosario)
Especializada en Psicología Clínica (Madrid)
2 de noviembre de 2020.
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