VISIONES ATLÁNTICAS / 198
¿Simplificar, para qué?

AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO, TRAS LA FIRMA, PUEDES DEJAR TU OPINIÓN Y RESPUESTA…

Hugo Luengo *

 

 

Neil Gorsuch (Colorado 1967), juez del Tribunal Supremo de EEUU acaba de publicar, “Muchas Reglas, El Peaje Humano de Tanta Ley”, donde señala las profundas distorsiones que causa el exceso normativo. Afirma que cuando no hay suficientes leyes no estamos seguros, pero si hay demasiadas leyes estos fines se perjudican.

 

Pone un ejemplo, que es cercano, donde abrir un restaurante lleva trámites ante 11 agencias con requisitos contradictorios y 30 permisos, que tienen luego 23 inspecciones. Esta situación se agrava con las leyes penales federales, que acaban dejando al ciudadano inerme ante la ley.

 

Gorsuch no es un libertario, pero nos advierte de las perturbaciones ciudadanas de una arquitectura institucional deficiente. En sus palabras “Kafka en América”. Señala la afección distinta para ricos y pobres, de manera que la complejidad se convierte de facto en un subsidio para ricos, poderosos y corporaciones, donde el ciudadano de a pie no llega.

 

Él mismo se asombra cómo una “ideología liberal”, que ha prometido eliminar regulaciones, se ha disparado en la producción legislativa y regulatoria, que acaba siendo laxa para los poderosos y estricta para los débiles.

 

Aquí más cerca nos dice el Banco de España, que en la etapa democrática se han creado unas 200.000 normas para regular 13 sectores se la economía. Ejercen de barrera de entrada, como impedimento que limita la supervivencia de las empresas, haciendo la vida más difícil a las pequeñas. En el caso extremo los locales quedan sujetos a todas las regulaciones, mientras los nuevos que entran las evitan (casos de Uber o Amazon).

 

Hoy el problema para sobrevivir de las empresas en nuestro entorno está en el “compliance “, cumplimiento normativo que se convierte en un instrumento de “gestión de riesgos”, mediante el cual las empresas se asesoran, identifican y alertan de los posibles riesgos país en el estricto cumplimiento de las posibles normas de los distintos escalones jurídico-administrativos, para situarse en las obligaciones regulatorias que les afecten.

 

De forme que el “compliance” se convierte en un instrumento mediante el cual se localizan las empresas, que precisan de seguridad jurídica, plazos ciertos y costes equilibrados. Vivimos en Cataluña el golpe de estado 2017, la salida de unas 9.000 empresas, en respuesta al deterioro de su “compliance”, donde les era imposible mantener la gestión de riesgos, al desaparecer la seguridad jurídica. Caso paradigmático el sector bancario, cuyo negocio está directamente ligado a este factor.

 

Venidos a Canarias, lo asombroso es que teniendo el marco REF y sus ventajas fiscales, no fuimos capaces de aprovechar la fractura de la “compliance catalana”. Además de los problemas de escala, lejanía y fractura territorial, este fenómeno evidencia que la “compliance” canaria ofrece bajos resultados, porque no equilibra una sensata gestión de riesgos.

 

Nos señalan Gorsuch y el Banco de España la eclosión legislativa en las “democracias liberales”, que de facto están demoliendo las democracias. Esta semana vemos autonomías que se ofrecen para recibir grandes grupos empresariales capaces de agitar sus economías. Mientras siguen expulsando a sus jóvenes mejor formados a Madrid o al extranjero.

 

En el caso del mundo agrario hemos demolido su “compliance”, cuando elevamos sus riegos, con los insumos, una equivocada “Agenda 2030”, las regulaciones laborales o el SMI.

 

¿Para qué simplificar entonces?. Para recuperar la democracia es esencial crear un marco jurídico-administrativo, sencillo, claro y de coste fiable. No solo por el hecho de que en España el 98% de la empresa es micropyme, sino que la democracia está obligada a servir a sus ciudadanos y por ello a ponerse en su lugar.

 

Ya las sociedades no están movidas por la “lucha de clases”, sino por los actuales estamentos decisorios, que vienen a estar conformados por “partidos, funcionarios y ciudadanos”, que han convertido a estos últimos en rehenes.

 

Para ello precisan de leyes más complejas y evitar a toda costa simplificar. Con este déficit Europa se hunde.

 

 

*  Hugo LUENGO BARRETO

Arquitecto y bodeguero.

 

Islas Canarias, 26 de agosto de 2024

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *