VISIONES ATLÁNTICAS / 249
Capitalismo clientelar

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Hugo Luengo *

 

 

En la terminología anglosajona el “crony capitalism” es lo que conocemos en nuestro entorno como “capitalismo clientelar”. Régimen económico que, con apariencia de libre mercado, tiene un alto intervencionismo económico y con él, elevados niveles de corrupción asociada.

 

Se favorece a determinadas empresas que tienen conexiones personales con las administraciones, por vía funcionarial y/o de partido. Con ello se distorsiona la competencia y eficiencia, que estaría soportada en privilegios en forma de subsidios, leyes, ventajas fiscales o conocimiento privilegiado.

 

El “capitalismo clientelar” esconde en nuestro país la existencia de un sistema de financiación ilegal de los partidos, las “cuentas b” que no aparecen en la contabilidad oficial y por ello no son objeto de contraste por las auditorías. Gestionar las “cuentas b” ha producido durante la democracia conflictos de difícil solución, paradigmático caso el de los “ERE” de Andalucía y el imposible fallo del Constitucional.

 

Mientras el partido oficial, “la ganadería”, que conoce el tema mira para otro lado, se producen situaciones incontrolables. Como es el caso de la existencia de un doble canal de comisiones, para el partido en “cuentas b” y para los “conseguidores”, que pueden estar dentro del propio partido, o entre éste y la entidad corrompida. La sistematización de este impuesto por los partidos, ha desarrollado como hemos visto en recientes declaraciones en los juzgados, un sistema de “cupos territoriales”, donde en cada autonomía se reparte el juego correspondiente.

 

La existencia de múltiples partidos y la dependencia económica para soportar sus estructuras personales, lastrada por una ley de financiación de los partidos deficiente, eleva los efectos perversos sobre los partidos que les obligan a ocupar el poder y competir en la asignación de contrataciones públicas.

 

“Capitalismo clientelar” que afecta al propio modelo económico y su aceptación por parte del ciudadano, obligado a elegir entre el “modelo subvencionado”, o bien el “modelo emprendedor”.

 

Ningún país es ajeno al fenómeno clientelar y su corrupción asociada. La ONG “Transparencia Internacional” presente en más de 100 países con sede en Berlín desde 1993, publica anualmente el “Índice de Percepción de la Corrupción”, para todos los países del mundo.

 

Donde, sobre máximo 100, sitúa los países menos corruptos entre 100-50 y los países más corruptos entre 50-0. Ocupan los 10 primeros puestos, con valoraciones entre 90-78, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega, Singapur, Suiza, Suecia, Países Bajos, Alemania y Luxemburgo, 6 monarquías parlamentarias y 4 repúblicas, 8 europeos y 2 asiáticos.

 

A la cola y con valoración por debajo de 16 puntos, Siria, Somalia, Afganistán, Venezuela, Yemen y Corea del Norte. España mantiene una posición 36 con puntuación 60, con EEUU en el puesto 24 con 70 puntos. Ya en la escala de los “países más corruptos” están China en posición 76 con 42 puntos, India 93 con 39 puntos y Rusia 141 con 25.

 

Sistemas políticos que conforme descienden en la escala, se incrementa el abuso de poder, que de forma clientelar es capturado con la cercanía al estado. Acaba manteniéndose con la violencia y olvido de la ley.

 

Ofrece España a la fecha desde el “modelo subvencionado” de estado que defiende, los incrementos de corrupción y déficit de transparencia, que nos acercan a posiciones de “países más corruptos”, en la frontera de los 50 puntos.

 

Lo señala el acuerdo del “Consejo de Europa” de agosto, con el incumplimiento de 19 recomendaciones del GRECO “Grupo de Estados contra la Corrupción”, donde España se estanca en transparencia y ética pública. Concretada en el “régimen de asesores del gobierno”, el “aforamiento de los cargos públicos”, la “regulación de los grupos de presión, los lobbies”, la “financiación de los partidos políticos” y la “independencia del poder judicial”.

 

Síntomas de nuestro “capitalismo clientelar” producto de modelos económicos subvencionados, que de facto bloquean las recomendaciones del Consejo y del Greco; deterioran el “Índice de Corrupción” aquí señalado, la pérdida de confianza de los inversores y el alejamiento del ciudadano de las instituciones, hoy bloqueadas.

 

 

Hugo LUENGO BARRETO

Arquitecto y bodeguero.

 

Islas Canarias, 18 de agosto de 2025

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