Aprendamos
la lección

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José Alberto Díaz Domínguez *

 

Cuando éramos bastante más jóvenes creíamos que el atrevimiento, la osadía y el ímpetu eran el motor de las ideas, de proyectos u objetivos que luego, a posteriori, llenábamos de teoría y reflexión. Más tarde descubrimos que el proceso es al revés. Con la edad entiendes que la reflexión y el análisis deben ser el paso previo y no el siguiente.

 

La madurez política o intelectual hacen que pesen más los argumentos que el color político que los promueve, las buenas ideas que las siglas que puedan abanderarlas, las razones al partidismo. Defiendo un modelo de sociedad y creo en un modelo de país; pero respeto, valoro y escucho con atención los argumentos, ideas y razones de quienes piensan diferente.

 

Por eso felicito -y me felicito- por el espíritu que ha impulsado Canarias en positivo. Siempre, pero especialmente ahora, debemos abrirnos a una visión plural y diversa de los problemas, de los retos y de las posibles soluciones. Debemos dar un portazo al cainismo que tanto daño ha hecho a esta tierra. Hay que abrir los ojos y poner las luces largas, porque de otra forma no construiremos el camino que necesitamos para salir de la gravísima crisis que se ha desatado en Canarias y en el mundo. Con tanta humildad como ganas de arrimar el hombro o aportar mi granito de arena, agradezco que cuenten conmigo en la tarea de sumar, aportar y sugerir. Un rasgo de nuestra canariedad consiste en valorar por lo que se aporta y no por la procedencia de quien aporta, ese debe ser el camino.

 

Nuestra generación se enfrenta a un tiempo de dificultades sin precedentes en nuestra memoria. Nuestros padres o abuelos han vivido algo así, pero nosotros no. Los meses que estamos viviendo y los que tenemos por delante son y serán, colectiva e individualmente, los más difíciles de nuestras vidas.

 

Somos ciudadanos del mundo global. Cayeron las fronteras. Se consolidaron procesos de producción con sede en cualquier parte del mundo y en ninguna. Una tela viaja a China, donde elaboran una camisa, en India le ponen los botones, en África la empaquetan y en Europa la colocan en los escaparates de las franquicias. El mundo dejó de ser para reinventarse en lo que ahora conocemos. Cambiaron los procesos, los costes salariales de producción y la recepción salarial del consumo, los beneficios. Ni siquiera nos preguntamos cuánto costaría esa camisa atendiendo a criterios anteriores a la deslocalización que instauró la globalización.

 

Nada queda al margen de la interconexión que caracteriza y define a la globalización.  Sin embargo, un virus asoma en una ciudad china y en infinidad de países se pensó que la globalización haría una excepción, que no les llegaría. Creímos que las pandemias no estaban en el catálogo de realidades inherentes a un mundo en el que todo, sin excepción, se mueve por todas partes a gran velocidad. Así se explica que durante semanas y meses esos países -España entre ellos- no se prepararan para combatir al virus.

 

Hemos descubierto que los virus viajan a la velocidad que lo hacen los productos de consumo. Y, sobre todo, ahora muchos caen en la cuenta de que fue un error haber permitido que la industria local se debilitara. El virus está abriendo los ojos a quienes, dejándose arrastrar por una globalización sin matices ni modulaciones territoriales, los habían cerrado. Toca reconstruir y reubicar industrias básicas en nuestro territorio. Hay que incrementar la apuesta por la economía circular, por la generación de economía y empleo en los kilómetros cero. Hay que promover soluciones locales en el marco de un mundo que no dejará de moverse de forma global.

 

El nacionalismo canario es consciente de la realidad que nos rodea, de las referencias que debemos tener siempre a mano -España, Europa, África, América-. Pero una perspectiva nacionalista debe defender, con inteligencia y sin complejos, la definición y desarrollo de un modelo que atienda, pero de verdad, los intereses de un territorio como el nuestro, con una dependencia exterior tan significativa.

 

Nos corresponde hablar de Canarias y defenderla. Esta vez nuestra recuperación dependerá de la evolución de los países que llenan nuestros núcleos turísticos y compran los productos de nuestro sector primario. A Canarias no le valen en esta coyuntura medidas genéricas aplicables a cualquier punto del territorio. Nunca ha sido así y esta vez tampoco. Canarias necesita recetas propias para salir del tornado donde nos ha metido el virus.

 

Hace falta inversión o, al menos, reducir el coste de la generación de empleo y del consumo. Siempre he defendido aplicar la bonificación de las cuotas de la Seguridad Social y del coste de los autónomos de las Islas. Hay que redefinir la Reserva de Inversiones, de tal forma que no se tenga que esperar a conseguir los beneficios para reservar una parte para su reinversión futura; tenemos que lograr que los beneficios sean un ahorro en la producción, percibida por trabajadores y autónomos.

 

Desde una perspectiva más local, debemos avanzar hacia una mayor eficiencia y eficacia de los recursos, de tal manera que pueda garantizarse una renta básica que genere riqueza y se reparta adecuadamente. No basta con que crezcan unos cuantos, debemos crecer todos. Y además hacerlo entre todos. Son tiempos de saber escucharnos y de ser permeables a propuestas de otros. Canarias debe defender con valentía y firmeza que las medidas que está adoptando el Gobierno de España sean efectivas para una realidad económica y laboral diferente como la de nuestras Islas. Solo con coraje, personalidad y unidad de acción lograremos que Canarias salga adelante a pesar de las enormes dificultades que afrontaremos durante meses.

 

* José Alberto DÍAZ DOMÍNGUEZ
Concejal del Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife)
Alcalde del Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna de 2015 a 2019.
Abogado. Experto en Derecho Laboral.

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