CANTO A CANARIAS

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Emeterio Gutiérrez Albelo *

 

Arcadias ocultas

en nieblas remotas,

marinos jardines,

cumbres insepultas,

desgajadas notas

de una partitura de vastos confines.

 

Hondos trampolines

-de audaces empeños

y altas bizarrías-;

nidales roqueños

en los que perennes azules risueños

incuban leyendas y cosmogonías.

 

Cajas de armonías,

órganos de piedra que tañe la mar.

Anclados bajeles bajo cuyo sino

trepida la angustia de un sueño marino,

de un ansia imposible: la de navegar.

 

En el de vosotras fundo mi penar,

islas de mis sueños…; pues el alma anhela

de un alto periplo navegar en pos,

dejar en los mares del mundo su estela

y arribar al puerto difícil de Dios.

 

Mas hoy al nombraros he puesto en mi voz

-esquife emigrado de lejanas brumas-

como un llameante sangrar de corales,

y un reír de ondas, y un blancor de espumas,

y un sabor de sales.

 

Mi fervor ansía redes siderales

para la gran pesca de mis ambiciones,

oh peces de inmóviles aletas dorsales,

branquias vegetales

y escamas volcánicas de fulguraciones.

 

Mas ahora os lanzo mis dulces arpones

-amoroso ímpetu de rimas plenarias-;

y a clavarse enteros

en vuestros erguidos lomos montañeros

arrancan mil chispas, rocas lapidarias.

 

Fulgentes Canarias,

marítimos templos,

radiosos ejemplos

de cristalerías,

peñas fabulosas,

volcanes de rosas,

husos de quimera y milagrerías…

 

Firmes islas mías,

de hondos avatares

y extraños portentos,

que surgís, lejanas reinas de los mares,

entre claros símbolos, monstruos estelares

y resplandecientes rosas de los Vientos.

 

Más si ahora os canto con otros acentos

y se transfigura mi cartografía

es que ya os recojo de un nuevo océano

presas en las mallas de mi portulano de juguetería.

 

Es que en guirnaldas de mi alegoría

ya os enhebro a todas… Desde la Gomera

-ostra colombina con su luz perlera-

al Hierro que mueve

la devanadera

de su meridiano…;

al Hierro tan breve

que casi cabría dentro de mi mano.

A la Palma – trompo de azúcar y fuego,

musical peonza con la que yo juego…

A Fuerteventura,

árida cometa

por la cal sujeta,

que nunca ha podido subir a la altura.

Al lírico trote

que en marino campo

tiene Lanzarote

como un hipocampo…

A la Gran Canaria, girasol de oro…

Y a mi Tenerife

que en el eje mismo del gran arrecife

empuña su curvo caracol sonoro.

 

Pues si una a una, Islas que yo adoro,

me entregáis las mieles de vuestro tesoro

os devuelvo a todas vuestras armonías,

os engarzo a todas con igual decoro

en el hilo tenso de mis letanías.

 

Que igualmente os amo, dulces islas mías,

porque sois las cuentas de un mismo rosario…

Y os repaso a todas con la misma unción

mientras abandono sobre el mar canario

un peñón salvaje, triste y solitario:

el trémulo islote de mi corazón.

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