Con la muerte
en los talones

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† Bernardo Álvarez Afonso *

 

Me alegra que este proyecto de comunicación digital, “Canarias en positivo”, salga a la luz. Nace con la voluntad de contribuir positivamente al bien común de nuestra sociedad. En estos días, de gran preocupación y creciente ansiedad, todo lo que nos ayude a pensar para tomar buenas decisiones nos viene bien.

 

Formamos parte de una sociedad desarrollada, que nos gusta llamar “sociedad del bienestar”. Sin embargo, “un bichito” que ni siquiera podemos ver, nos limita la libertad de espacio y movimiento, doblegando todas las actividades más significativas: la economía en su conjunto, las empresas, el trabajo, los viajes, el turismo, el deporte, e incluso las celebraciones religiosas.

 

Contra los hechos no hay argumentos, se suele decir. El Coronavirus está atacando directamente nuestro sistema de vida y bloqueándolo con gran facilidad. ¿Podemos extraer de este hecho alguna enseñanza para el futuro? ¿Esta situación es simplemente una tormenta que pasará pronto, y fácilmente podremos seguir como estábamos hace tres meses?

 

Al lado de frases cómo, “no hay peor sordo que quien no quiere oír”, “no hay peor ciego que quien no quiere ver”, o “no hay peor mudo que aquel que no quiere hablar”. En estos días me he acordado de aquella otra expresión que dice, “no hay mayor ignorante que aquel qué no sabe que lo es”. Ojalá que el COVID-19 nos ayude a descubrir esa ignorancia que desconocemos tener.

 

La situación de «estado de alarma» en la que vivimos actualmente, es una buena oportunidad para detectar ese «virus psico-social», latente en nuestra sociedad, que se llama «delirio de omnipotencia», fanfarronería o suficiencia. Ciertamente, esta es una verdad que ignoramos o nos cuesta reconocer, pero que nos hace mucho daño.

 

No hay persona más frágil que aquella que se siente muy segura de sí misma y cree que lo tiene todo controlado. No hay nadie más débil que quien se cree omnipotente y baja la guardia, porque piensa que tiene soluciones para todo.

 

La pandemia del Coronavirus pone en evidencia que nuestros poderes, como la economía y los avances de la ciencia, no bastan para salvarnos, y que la vida es algo más que tener y consumir. Ha bastado el más pequeño elemento de la naturaleza, un virus, para recordarnos que somos mortales, vulnerables y dependientes. Reconocernos en “la verdad de lo que somos” es un acto de sabiduría.

 

† Bernardo ÁLVAREZ AFONSO
* Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna.
Diócesis Nivariense.

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