Conflictos
sesudos
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Ramiro Cuende Tascón *
El desconcierto que generan los conflictos que no alcanzamos a entender es insufrible. Las matemáticas nos hablan mínimos y máximos. De los mínimos comunes, frente a los máximos multiplicadores de la incertidumbre es algo que tendríamos que analizar en profundidad, por si hubiera solución. No es sencillo.
Cuando pienso en que no lo es, no olvido que una parte de la humanidad nunca ha vivido mejor, otra lo ha hecho como siempre, en una digna indigencia. Siempre que pienso en esa dignidad me quedo pensando en sus miradas, el resto es una vida repleta de dramatismo, desgracia, pobreza, dolor, abuso, y tantas desgracias que no nos atrevemos a mirar de frente. No hay comida, ni luz eléctrica, ni agua corriente, ni hospitales, ni tantas cosas a las que los llamados occidentales, aquí entran Australia y Nueva Zelanda, hoy también una pequeña parte de Asia, y ¿a saber China?, no le damos importancia, las consideramos una cuestión natural. La historia de la humanidad es una sucesión de conflictos en todas partes del planeta, con algún descanso que otro para cargar pilas.
Por cierto, alguien me preguntó el otro día por Puchimón, que no sabemos de su existir, ha estado tan confinado que se ha corrido la voz que se ha ido asesorado por Torra a Corea del Norte para intercambiar ideas con el catalán, hijo de nobles que se arruinaron por las cosas que nos pasan a todos, aunque no lo parezca. Parece que está con el norcoreano catalán que asesora al pelón, Alejandro Cao de Benós de Les y Pérez, alias “Chon Sŏn-il”, significa “Corea es una”. El Pérez lo usa poco, por respeto a su madre. Procede de una familia de la nobleza, por vía paterna desciende de los barones de Les, marqueses de Rosalmonte y condes de Arjelejo, aristócratas con reconocimiento de grandes de España, vinculados durante siglos al Ejército y la Armada de España, de ideas carlistas y de extrema derecha, no se sabe por qué perdieron todo y su abuelo acabó trabajando de guarda para Repsol Butano, gracias a la familia del fallecido José Sazatornil. Mañana sabremos del de Waterloo.
Y, además salimos del desconocido, diría novedoso, Estado de Alarma, en el que nos ha metido a todos por igual el odioso bichillo, le pese a quien le pese. A unos por esto, a otros por aquello, con las salvedades propias de variables tan curiosas como; países y ciudades con alto índice de turismo, los desplazamientos, el estado de la sanidad, entiéndase sus medios, el estado de nuestras residencias de mayores, con honrosas excepciones, la inexistencia de productos básicos como las mascarillas que se vienen usando en otros países hace muchos años, y que por estos lares no tenían sentido de ser, sí las tiritas, el esparadrapo, la gasa o la vieja mercromina, hoy sustituida por sus próceres farmacéuticos.
Y, tengo que decirlo para no enfermar, ¿a qué ha venido la discusión sobre el número de muertos? Me ha parecido penosa, pienso que vivo en un país mucho más civilizado, que un importante número de los políticos a los que he seguido, viéndolos intervenir en el parlamento, que viene de la palabra parlar, a más, parlamentar. O sea, el lugar para entablar conversaciones con la parte contraria para intentar ajustar la paz, una rendición, un contrato o para zanjar cualquier diferencia. Lo que han hecho es tirarse muertos a la cara. Miseria en vena.
Pues, si le digo le miento, salvo dignas excepciones como la de la Sra. Oramas, el Sr. Quevedo, ambos, y lo digo con orgullo, canarios, el Sr. Esteban, bilbaíno de pro, y la Sra. Sagastizabal, de Éibar se siente lekitxarra, el Sr. Bal, onubense, formado en Madrid, y alguno más que se me escapará seguro, de parlamentar nada; solo improperios, insultos, mentiras, pedradas verbales, caras para el terror como la del diputado de Talavera de la Reina, que fichó por los de unión del pueblo navarro con 19 años, que lo debe estar pasando fatal, visto lo visto.
Parece ser que el conflicto, casi como arte, propuesto desde todo tipo de asesorías al uso, está de moda, por más absurdo que sea se vende de maravilla a un gran público al que le interesa más escuchar a un patán que dice que la tierra es plana, y se lo quedan pensando, incluso hablan sobre el particular, que a un sabio, un científico al que desprecian por complejos atávicos. Personas, con ganas de meter ruido para hacerse ver en este mundo que confunde la realidad con la tomadura de pelo o la locura, eso sí el otro día aprendí que en ese libre contraste se basa la libertad que nos regala la democracia. Lo siento mucho, pero al que suscribe le resulta chocante, incluso cómico, que hoy existan cachondos, como en el caso de “Mad, loco en inglés” Mike Hughes, firmes defensores de su planeidad del planeta.
Ya la astronomía helenística -Eratóstenes- estableció la esfericidad de la Tierra como un dato físico, se tardó algo más en cerrar el debate. Más que menos este es el ambiente que se vive en el Congreso ¿Qué hay de lo mío?, ¿Cuánto nos toca cuando repartan?, ¿Si lo sabían por qué permitieron manifestarse el 8 de marzo? Igual es que pretendían suicidarse colectivamente, es lo único que se me ocurre pensar. Al igual que los de Abascal que juntaron el mismo día 10.000 personas en Vistalegre, igual para para inmolarse juntos en privado.
¿Y, dónde quedo el más mínimo sentido común? En la diversión, mejor tomadura de pelo, con el que se han pasado, no recuerdo si son seis o siete sesiones discrepando a gritos y aplausos, risas y llantos, mientras la ciudadanía, me basta así, dejen lo de ciudadanas y ciudadanos, en la primera entramos la mayoría, las pasaba canutas en sus casas, ya no por el miedo a morir. Si acaso con más desasosiego a cómo sobrevivir, tras el resultado de la fiesta de la discrepancia de una panda de inútiles, liderada por el verso suelto del diputado Fray Rufián de Montserrat. Ahora es cuando toca parlamentar y mojarse el culo para buscar los billetes para no pasar de la pandemia, que sigue agazapada, a la hambruna que vigila silenciosa.
Podría poner cientos de absurdos ejemplos que discurren por la vida como verdades absolutas, que gracias a la vida duran el tiempo que merecen, debería ser ninguno, pero como lo dice Fulanito, que no deja de ser un poderoso mercachifle rodeado de otros tantos como él, pero a modo de mandados y plebeyos. Cualquiera de estos tarados puede decir que; tomar hidroxicloroquina, la lejía o luz inyectada podría ser bueno contra el coronavirus, los científicos pedían cautela y aclaraban que eran necesario someterlo a estudios, el mandatario insistía en hablar de que los resultados iniciales «muy alentadores».
Algo después, de sarcasmos. Hete aquí un conflicto tipo, el presidente de USA, auto asesorado, aunque sea por un equipo de sesudos creyentes de que la tierra no solo es de su propiedad, sino que además es plana. Menos mal que sobre lo de la tierra el presi tiene dudas, porque si no acaba con la ONU o lo intenta, los científicos tienen la razón, pero siempre las de perder frente al líder electo. O sea, el supuesto mandamás que pone en duda la ciencia frente a la superchería y la alegre charlatanería.
Así, sin más. Porque cuando la creencia se impone, no hay hechos contrastados ni argumentos racionales que valgan. La historia ha demostrado que en ocasiones pueden ser muchos los creyentes.
* Ramiro CUENDE TASCÓN.
Arquitecto
Socio de CGA Arquitectos
Co fundador-propietario de Cuende y Gutiérrez Asociados S.L.P. – Arquitectos.
Santa Cruz de Tenerife, 23 de junio de 2020.
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