Conjunto escultórico del Monumento a la Paz de Tenerife
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Conjunto escultórico del Monumento a la Paz de Tenerife. Composición y significado de una obra excepcional
Por Santiago Milans del Bosch *
La escultura monumental de Juan de Ávalos ocupa un lugar singular en la historia del arte español del siglo XX, no solo por la dimensión material de sus obras, sino por su concepción integral del hecho escultórico como diálogo entre forma, espacio, naturaleza y ciudad. Su lenguaje plástico, de raíz clásica y vocación humanista, se caracteriza por el dominio del volumen, la depuración formal y una clara aspiración a lo universal, lo que confiere a su obra una cualidad atemporal.
El denominado conjunto escultórico Monumento a la Paz de Tenerife, situado en Santa Cruz de Tenerife, constituye una obra unitaria y coherente concebida para el espacio público, en la que confluyen escultura monumental, arquitectura y simbolismo cívico. No se trata de una pieza aislada, sino de un conjunto articulado, diseñado para cumplir simultáneamente una función estética, urbana y representativa dentro del paisaje de la ciudad.
El elemento central y dominante del conjunto es la escultura del ángel, obra del escultor Juan de Ávalos, realizada con un lenguaje formal sobrio y de gran potencia expresiva. La figura alada se alza en posición vertical, con un tratamiento estilizado del cuerpo y una actitud serena, exenta de dramatismo.
El ángel no aparece en actitud de combate ni de triunfo, sino como figura de equilibrio y contención, lo que refuerza su carácter simbólico y universal. Su presencia transmite una idea de elevación espiritual, concordia y armonía, invitando a la contemplación más que a la exaltación.
Desde el punto de vista iconográfico, el ángel actúa como alegoría abstracta de la paz, entendida no como resultado de la victoria o del conflicto, sino como valor superior y aspiración permanente. No representa a persona histórica concreta alguna ni remite a episodio determinado, sino que se inscribe en una tradición simbólica amplia, común a diversas culturas y épocas, en la que la figura angélica encarna protección, mediación y aspiración a lo trascendente.
El conjunto se completa con una serie de escudos heráldicos correspondientes a los partidos judiciales de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, integrados en la estructura arquitectónica que acompaña a la escultura principal. Estos escudos aportan una dimensión territorial y colectiva a la obra, representando simbólicamente a los distintos partidos judiciales de la provincia existentes cuando se levantó dicha impresionante obra y a sus habitantes.
Su inclusión responde a una voluntad expresa de dotar al monumento de un carácter integrador, en el que la diversidad territorial se ve unificada bajo un mismo símbolo de concordia.
La presencia de estos elementos heráldicos adquiere un significado adicional al estar vinculada a la financiación voluntaria del conjunto por parte de miles de vecinos de la provincia, lo que convierte la obra en expresión material de un esfuerzo colectivo. El conjunto escultórico no es solo una creación artística, sino también un testimonio de participación ciudadana y de identificación social con los valores que representa.
Especial relevancia adquiere su emplazamiento. El conjunto se sitúa al inicio de la Rambla de Santa Cruz de Tenerife, cumpliendo además una función arquitectónica concreta al servir de muro del Cuartel de Almeida, tan importante en la historia de la isla para sí y para todo el archipiélago desde donde se logró vencer a Nelson en sus ansias de invadir y doblegar a los tinerfeños. El monumento marca el comienzo del recorrido de la Rambla y actúa como punto de referencia visual que introduce al ciudadano en un eje urbano caracterizado por la presencia del arte público.
La relación entre escultura, arquitectura y entorno urbano ha sido cuidadosamente resuelta, de modo que el conjunto no se percibe como un elemento superpuesto, sino como parte constitutiva del espacio. La escala, orientación y disposición de los elementos favorecen su integración en el paisaje urbano y refuerzan su función como hito reconocible dentro de la ciudad.
Desde el punto de vista iconográfico, la figura del ángel responde a un arquetipo cultural ampliamente compartido, presente en distintas tradiciones artísticas a lo largo de la historia. No representa a persona concreta alguna ni remite a acontecimiento específico, sino que encarna valores universales como la paz, la concordia y la elevación espiritual. Su gesto contenido, alejado de toda exaltación, y su tratamiento formal sobrio refuerzan esta lectura abierta, que invita a la contemplación y al sosiego más que a la interpretación ideológica.
Formalmente, el Monumento a la Paz de Tenerife revela el pleno dominio técnico de Juan de Ávalos en la escultura monumental. La verticalidad de la figura, la estilización del cuerpo y la armonía del conjunto evidencian una búsqueda deliberada de equilibrio entre fuerza y serenidad. La obra se impone por su presencia sin resultar invasiva, estableciendo una relación respetuosa y medida con el entorno urbano en el que se inserta.
Desde una perspectiva artística y patrimonial, la obra ha sido objeto de atención y valoración por parte de especialistas y estudiosos del arte, y su autor goza de un reconocimiento internacional, especialmente consolidado en ámbitos académicos, tanto en Canarias como en la península.
La figura de Juan de Ávalos ha sido estudiada, analizada y contextualizada en el marco de la escultura española contemporánea, destacándose de forma reiterada la calidad técnica, la coherencia de su lenguaje plástico y la relevancia de sus intervenciones monumentales en el espacio público. Este reconocimiento académico refuerza la consideración del conjunto como obra de especial significación cultural.
La confluencia de todos estos factores —autoría de primer nivel, calidad formal, integración urbana, dimensión simbólica abierta, participación ciudadana en su financiación y consolidación en el paisaje urbano— permite afirmar, desde un punto de vista estrictamente artístico, el carácter único y excepcional del conjunto escultórico del Monumento a la Paz de Tenerife. Nos encontramos ante un bien cultural que ha superado la prueba del tiempo y que constituye un elemento estructural del patrimonio artístico y urbanístico de Santa Cruz de Tenerife.
Desde esta perspectiva, resulta plenamente justificada la necesidad de una protección reforzada, acorde con su relevancia, que garantice su conservación, integridad y adecuada puesta en valor. La declaración como Bien de Interés Cultural aparece así no como una opción discrecional, sino como la consecuencia lógica del reconocimiento de un patrimonio artístico singular, cuya preservación es esencial para la continuidad del paisaje cultural de la ciudad y para la transmisión de este legado a las generaciones futuras.
* Santiago MILANS DEL BOSCH Y JORDÁN DE URRIES
Jurista especializado en Derecho del Arte y del Patrimonio Histórico. Actualmente ejerce como abogado, tras más de diez años como fiscal y magistrado especialista en lo contencioso-administrativo, con destino durante más de cinco años en la fiscalía provincial de Santa Cruz de Tenerife.
Santa Cruz de Tenerife, 17 de diciembre de 2025



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