Discurso de Promoción del Grado de Derecho (y II)

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Segunda y última parte del discurso pronunciado el 17 de mayo de 2024, cuando el autor fue designado Padrino de la Promoción del Grado de Derecho de la Universidad CEU-Cardenal Herrera, de Valencia.

 

 

Remigio Beneyto Berenguer *

 

 

Sois privilegiados: Hasta llegar a este momento han sido necesarios muchos años de amor: el amor de vuestros abuelos, de vuestros padres, de vuestras familias, de vuestros profesores, de vuestros compañeros y amigos.

 

Sois portadores de muchos dones, poseéis muchos talentos, lo sé, los he visto, y es vuestro deber y vuestra obligación potenciarlos. No tenéis derecho a enterrarlos.

 

No tengáis miedo. Es ahora el momento de vuestra oportunidad. Vais a salir a escena. Pensad en el joven de 16 años que va a salir a jugar por primera vez en un equipo de primera división. Es su momento, es vuestro momento, de darlo todo, de ser hombres y mujeres, de principios, de cuidar al débil, de dar voz a los que no tienen voz, de servir a la justicia y al derecho, de no dejarse amedrentar por el poderoso, de no adular al necio, no sea que os crezca la joroba de tanta reverencia, de buscar siempre la luz y la verdad, de ser comprensivos, amables, y, sobre todo, valientes, no temerarios ni inconscientes.

 

Vosotros estáis llamados a correr para ganar. No estáis llamados para ser derrotados. Esto queda reservado para los pusilánimes, los holgazanes y de voluntad débil. Pero no olvidéis que el ganar no es a los demás, sino a vosotros mismos, que la gran carrera es la que corréis con vosotros mismos, y que la gran batalla es la que libráis con vosotros.

 

Para ganar hay que estar en tensión. Siempre os he dicho que en mis clases hay que estar en tensión. Correr para ganar implica entrenamiento, concentración en la voluntad, energía en el alma, esfuerzo continuo. Notaréis vuestra limitación (en el ejercicio libre de vuestra profesión, en las oposiciones, en la empresa) pero eso os hará fuertes, no abandonéis. Solo gana quien resiste. Sabed que hay que resistir hasta la extenuación y que después de una derrota viene la victoria, después de una negra noche viene una bella aurora.

 

Sed siempre, en vuestra vida y en vuestra profesión, magnánimos. No machaquéis a quien ya habéis vencido. Al mismo tiempo reconoced los dones y éxitos de los demás. Vosotros tenéis otros dones y cualidades. Alegraos con el triunfo de los otros, disfrutad del bien de vuestros compañeros. No seáis envidiosos, la envidia corroe el alma y produce tristeza. Quien es inmaduro y acomplejado, se alegra de los fracasos de los demás.

 

A veces he conocido el miedo a perder, pero os aseguro que el verdadero miedo es a saber ganar. A menudo estamos demasiado asustados en nuestra vida para poder ganar, es el pánico a volar, es el horror por sentir que los pies no tocan el suelo. No tengáis miedo a volar, a realizar piruetas en el aire, como el Juan Salvador Gaviota de Ricard Bach. Sed libres. Si lo hacéis, puede que lo paséis mal. Sentiréis el vértigo de las alturas, el riesgo de la caída.

 

Quizá veáis adelantar y medrar a muchos sinvergüenzas, egoístas, que solo se preocupan de sí mismo y de sus cosas; tendréis que soportar a gente más mediocre, mucho menos preparada que os adelantará por el arcén, por el terreno prohibido, y aún se jactarán. A esos no les reconozcáis, soportadles si no tenéis más remedio, pero no les aduléis.

 

Pero no lo olvidéis: tenéis que resistir, siempre resistir. Sois servidores de la justicia y del Derecho. Como dijo Victoria Prego en el momento del asesinato de Miguel Ángel Blanco: “Con la paz y con la palabra, pero también con la ley; con la paz y con la palabra, a por ellos”. Los juristas tenemos la palabra, que es la más fina de las espadas, y tenemos la ley, la ley justa.

 

Aspirad a lo más alto, volad. Henry Ford decía que “No hay una persona que sea capaz de hacer más de lo que crea que puede hacer”. Los límites nos los marcamos nosotros mismos. Con autodisciplina casi todo es posible.

 

Sed pacientes, no queráis recoger los frutos inmediatamente. Pensad siempre en el bien común, toda obra hermosa se construye lentamente, sed uno más de la construcción de una catedral, que es obra de varias generaciones. No queráis ser constructores de una capillita a la que poner vuestro nombre.

 

No tengáis miedo. Sed valientes. Dicen que los valientes no tienen miedo. No es cierto. Sí lo tienen, pero no lo dicen que lo tienen, actúan siempre de acuerdo con sus principios y lo superan. Tucídides decía que los más valientes son aquellos que tienen una visión clara de lo que les espera: gloria y peligro por igual, y, aun así, avanzan y se enfrentan a sus miedos y complejos.

 

No seáis conformistas. No forméis parte del batallón silencioso de mediocres que miran y no actúan, que dicen que no se puede hacer nada por mejorar nuestra sociedad, que ven cómo se critica al débil o se machaca al valiente y no hacen nada. Vosotros, en cambio, denunciad las injusticias, defended la justicia y el derecho, sed héroes cada día, allí donde estéis en cada momento.

 

Habéis estudiado Derecho para dejar este mundo en mejores condiciones que lo habéis encontrado, por ser solidario con las generaciones futuras. Esa es vuestra obligación. O ¿por qué creéis que estamos algunos aquí? Yo al menos. Que vuestros amigos os quieran, que vuestros adversarios os respeten, y, si tenéis algún enemigo, que os tema.

 

Pronto serán las elecciones europeas. Europa y el mundo necesitan hombres y mujeres con una mentalidad abierta, con ganas de aprender constantemente, con ansías de descubrir nuevos pueblos y nuevas culturas. Europea necesita reencontrarse consigo misma. ¡Europa, sé tú misma”. Vosotros sois ciudadanos europeos, ciudadanos del mundo. Pero no perdáis vuestras raíces, no os avergoncéis nunca de ellas.

 

Con unas buenas raíces, el árbol crece robusto, fuerte y vigoroso, recto, mirando hacia el cielo. Pero, si se pierden las raíces, fácilmente acaba doblado hacia un lado y hacia el otro, hasta quizá romperse. Vuestras raíces son vuestros abuelos, vuestros padres, vuestra familia, vuestro pueblo o ciudad, vuestro colegio, vuestra Universidad.

 

Sed humildes: observad, escuchad, aprenden. Hablad menos y escuchad más. No lo sabemos todo. Quien crea que lo sabe todo está destinado a la mediocridad. Y el primer paso de la ignorancia y del ridículo es presumir de saber. No se puede ser joven y sabio al mismo tiempo. Los jóvenes que pretenden ser sabios y no admiten ningún tipo de corrección suelen ser los más cínicos y ridículos.

 

Inspirad confianza. Las relaciones entre cliente y abogado se fundamentan en la confianza y ésta exige una conducta profesional íntegra, que sea honrada, leal, veraz y diligente, de modo que el abogado está obligado a no defraudar la confianza de su cliente.

 

Somos muchos los que confiamos en vosotros: vuestros padres, vuestra familia, nosotros, la Universidad. Si tenéis éxito, recordad que no es solo mérito vuestro, que, en parte corresponde a vuestras familias y a nosotros. Si la cosa no va como esperabais, no os preocupéis. Sabed que siempre estaremos a vuestro lado.

 

Como católico que soy, y lo sabéis, he de terminar diciendo que somos hombres y mujeres para la eternidad, de esperanza. En palabras de Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes, es la oportunidad”. Lo bueno está por venir. Ninguna época pasada fue mejor. Perseguid vuestros sueños y luchad por alcanzarlos.

 

Para tener buena travesía, tenéis referentes, modelos: vuestros padres y madres, vuestros abuelos y abuelas: equilibrados, pacientes, con respeto y autoridad, pero al mismo tiempo cercanos e incluso cómplices con vosotros (sobre todo los abuelos y abuelas), rectos y auténticos, fuertes y valientes, que superado muchas adversidades en la vida y han sabido seguir siendo fieles a sus convicciones.

 

Seguro que muchos de ellos han sido los que os han acompañado durante muchos años, han padecido con vosotros, han rezado por vosotros. Vuestra familia está orgullosa de vosotros. Incluso algunos de ellos, desde el cielo, lo estarán también.

 

¡ENHORABUENA, QUERIDAS ALUMNAS!… ¡ENHORABUENA, QUERIDOS ALUMNOS!

AQUÍ TENÉIS VUESTRA CASA… AQUÍ NOS TENÉIS SIEMPRE

ID CON DIOS.

 

*  Remigio BENEYTO BERENGUER

Profesor Catedrático de la Universidad CEU Cardenal Herrera.

Departamento de Ciencias Jurídicas.

Catedrático de Derecho Eclesiástico de la Universidad CEU de Valencia.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 

Islas Canarias, 17 de junio de 2023

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