El 179 aniversario de la fundación de la Guardia Civil

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Eligio Hernández Gutiérrez *

 

 

He sido un estudioso durante toda una vida de la historia de la Guardia Civil sobre la que he escrito varios centenares de artículos, y creo, modestamente, que soy unos de los españoles que ha desempeñado responsabilidades políticas,  que mejor conoce a la Benemérita,  por haber convivido con ella desde mi infancia en mi pueblo natal, y trabajado, desde los tres poderes del Estado,  con todos sus mandos y guardias durante mi  intensa trayectoria profesional como Juez de Instrucción de la mayoría de los Juzgados de Instrucción de Canarias, como Magistrado Juez de Instrucción del Juzgado Central nº5 de la Audiencia Nacional, competente en materia de terrorismo, y como Magistrado del TSJC; y en mi trayectoria política como Gobernador Civil en las dos provincias canarias, primer Delegado del Gobierno en Canarias, Vocal el Consejo del Poder Judicial y Fiscal General del Estado.

 

La Guardia Civil desde su fundación por Decreto de 28 de marzo de 1844, ha servido disciplinadamente a todos los gobiernos y regímenes políticos de España, algunos de los cuales intentaron infructuosamente disolverla o desmilitarizarla, aunque todos, sin excepción, aunque nunca la han dotado de los medios materiales y personales necesarios, no vacilaron en recurrir a ella para hacer frente a los convulsos acontecimientos, a veces cruentos, de la España contemporánea.

 

El socialista catalán Pi y Margal, federalista, no nacionalista, siendo jefe del Gobierno, dictó la Orden Circular de 18 de junio de 1873, de hondo significado y trascendencia histórica, en la que decía:

 

“La Guardia Civil ha sido, como debía, el brazo de todos los gobiernos, el firme escudo de las leyes de los partidos y los vaivenes de los tiempos. En épocas normales ha prestado grandes servicios defendiendo los caminos y asegurando en los campos la propiedad y las personas; y en luchas como la presente no ha escaseado ni su actividad ni su sangre por acabar con las facciones y sosegar los tumultos de los pueblos. El Gobierno tiene en esta guardia completa confianza y así desea que la tengan V.S., porque no se debe jamás juzgar de un cuerpo por las faltas que hayan podido cometer algunos de sus individuos”.

 

La Guardia Civil, ha mantenido inalterablemente su lealtad al pueblo español en las etapas dramáticas de su historia, y cuando media España se enfrentó a la otra media en la guerra civil, se sacrificó por las dos, por las que dieron sus vidas 2.700 guardias civiles (el 83% por el bando republicano). Sólo uno de los siete generales de la Guardia Civil, se sublevaron contra la República.

 

Los Generales de la Guardia Civil Escobar y Aranguren, fervientes católicos, que permanecieron leales a la República, fueron condenados a muerte y ejecutados terminada la guerra. La Guardia Civil fue depurada por el franquismo, retirándose a 150 jefes y oficiales, expulsando a más de mil guardias civiles, y ocupando la Dirección General un Teniente General del Ejército, y su Estado Mayor por oficiales del Ejército, situación que duró hasta los gobiernos de Felipe González, que posibilitó que el Estado Mayor estuviera integrado por jefes y oficiales del Cuerpo.

 

La Guardia Civil ha sido un pilar fundamental para la consolidación  de la democracia surgida de la Transición y de la epata histórica de mayor estabilidad y progreso de la España contemporánea, por la que se sacrificaron 236 guardias civiles asesinados por la banda terrorista ETA, la mayoría muy jóvenes,  con la secuela de muertes de sus hijos y familiares inocentes  en los sangrientos atentados contra la Guardia Civil y sus Casas, a los que el pueblo español debe rendir permanente homenaje y agradecimiento para no olvidarles nunca.

 

Se equivocan los que pretenden atribuirle a la Guardia Civil intencionalidades políticas partidistas en sus actuaciones profesionales. Como se dijo, certeramente, en el diario “Hoy” durante la II República:

 

La Guardia Civil no ha claudicado; no ha claudicado nunca. El deber los mantiene firmes, sometida al Estado, sea socialista, liberal o católico, según la voluntad del pueblo. Pero el tricornio no puede cambiar, y sirve siempre al Estado, llámese como sea”.

 

En el artículo 1º de la Cartilla del guardia civil, aprobada en Real orden de 20 de diciembre de 1.845, se dice: El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”.

 

Pero para la Guardia Civil, la obediencia, al Ministro del Interior, al Secretario de Estado de Seguridad, a los Delegados y Subdelegados del Gobierno, y por encima de estas autoridades, a los Jueces y  Tribunales, y al Ministerio Fiscal, en sus funciones de averiguación del delito y descubrimiento y aseguramiento del delincuente(Artículo diez de la Ley 2/1986, de 13 de marzo, de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado),- y el patriotismo, les ha  llevado a cumplir celosamente los deberes propios que las Leyes les ha confiado.

 

Por ello en las Casas Cuarteles de la Guardia civil, figura el lema miliciano de Calderón de la Barca: aquí la más principal hazaña es obedecer y en las puertas el cartel: Todo por la Patria”, que, alguna izquierda, que no ha sabido olvidar nada ni aprender nada, que todavía le cuesta proclamar su amor a España, considera reaccionario.

 

Me había propuesto no volver a hablar más del terrorismo etarra para olvidar el sufrimiento que me causó la lucha contra ETA en mi etapa profesional como Magistrado-Juez de Instrucción nº5 de la Audiencia Nacional, y en mi etapa política como Fiscal General del Estado. Pero al ver en las candidaturas electorales de BILDU para las elecciones municipales a etarras que fueron condenados por delitos de terrorismo, entre ellos, el asesinato de los 236 guardias civiles asesinados por la banda terrorista, la mayoría muy jóvenes; y sangrientos atentados contra la Guardia Civil y sus Casas, con la secuela de muertes de civiles inocentes, se me abrió la llaga en el costado que creía cicatrizada. Todavía sufro pesadillas al haber observado cuando visité el cuartel de Inchaurrondo de San Sebastián la cara de terror de los niños de los guardias civiles.

 

Como Juez de Instrucción de la Audiencia Nacional interrogué a más de una veintena de etarras, la mayoría menores de 22 años, y pude comprobar que no eran más que unos asesinos, que confesaban fríamente sus crímenes, carentes de convicciones ideológicas y de la más elemental formación cultural, que mataban sin escrúpulos, sin ninguna motivación altruista o patriótica.

 

Cuando se acusó mediáticamente a Felipe González que era la X de los Gal, le planteé que, en justicia, debían también ser investigados los asesinatos de los más de veinte etarras, cometidos por el Batallón Vasco Español y por los Gal, en la etapa de los gobiernos anteriores al socialista, que no habían prescrito y que estaban impunes. Me contestó, con una gran dignidad que le honra, que esa era mi responsabilidad, pero que él no me podía apoyar porque no quería manchar la etapa de gobierno de Adolfo Suárez. Esa es la verdad histórica que me tocó vivir, que Felipe Gonzalez me ha autorizado a confesar.

 

El comportamiento en la lucha contra el terrorismo, de las Fuerzas Armadas, de la Policía Nacional, de la Guardia Civil y de la mayoría de los Jueces y Fiscales se distinguió por el cumplimiento estricto de sus competencias, a veces a falta de la ley, a pesar de la ley, pero nunca contra la ley, consiguiendo derrotar a ETA, que asoló a España durante casi 50 años, que se suele olvidar, desde 1974, fecha de primer atentado, hasta 2011, en que abandonó las armas.

 

Rásguese las vestiduras quien quiera, pero dirigentes de Bildu fueron inductores de los centenares de delitos sangrientos de terrorismo cometidos por ETA, como Otegi, líder de ellos, que fue condenado a prisión por pertenecer a y cooperar con Eta, y siguen encubriendo la impunidad de delitos cuyos autores no han sido juzgados ni condenados.

 

El presidente de Sortu y parlamentario de Bildu, Arkaitz Rodriguez, afirmó en el Parlamento Vasco: “Nosotros vamos a Madrid a tumbar definitivamente el régimen del 78” (El Mundo, 12 de noviembre de 2020). Ha sido el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, el que ha recordado recientemente a Pedro Sánchez su debilidad parlamentaria y la necesidad que tiene de los partidos independentistas.

 

El diputado le ha colocado frente al espejo mencionando chulescamente que «se da la paradoja» de que no habría «Gobierno de progreso en el Estado» sin la ayuda de las fuerzas políticas que quieren «marcharse» de España. Las declaraciones de Otegi a raíz de una entrevista concedida a Europa Press también han llevado implícitas una amenaza: «Los procesos independentistas no se frenan con el Código Penal. Se parará una vez, pero no se va a parar siempre», ha asegurado, sin que le haya replicado nadie del gobierno de coalición y del PSOE.

 

El argumento de Patxi López de que hay que celebrar la reintegración de Bildu en el sistema democrático, merece todos mis respetos, pero no comparto su posición de pactar con dicha fuerza política, ya que los terroristas, que nunca se han arrepentido sinceramente, no han entregado las armas de Eta, como hizo el IRA irlandés , que  se consideró desmantelado el 3 de septiembre de 2008, cuando su Consejo Armado ya no estaba operativo según informó la Comisión Independiente de Control, añadiendo que no existía una estructura de líderes capaz de organizar la lucha armada.

 

El ministro para Irlanda del Norte declaró: El IRA ha cumplido con sus obligaciones y ha abandonado todas sus estructuras terroristas, los reclutamientos y los llamados departamentos militares han sido desmantelados”.

 

BILDU sigue, por el contrario, encubriendo más de 300 asesinatos impunes y reciben en olor de multitudes a los presos de Eta que salen de la prisión, y siguen jactándose provocativamente de su objetivo independentista y de su odio a España, inculcado por Sabino Arana, enemigo acérrimo de España.

 

Tampoco tiene nada que ver BILDU con la izquierda democrática. Como alguien ha afirmado, a los independentistas etarras que se consideran de izquierdas, se les debe calificar, certeramente, de fascismo rojo.

 

He escrito muchas veces que, en sus Episodios Nacionales, la principal y fundamental no­vela historiada de nuestro convulso siglo XIX, Galdós remata genial­mente la etapa de Gobierno de González Bravo subrayando la creación de la Guardia Civil como la gran excepcional positiva de su mandato, con estas palabras:

 

«…Y no fue su Gobierno de cinco meses totalmente estéril, pues entre el miserable trajín de dar y quitar empleos, de favorecer a las coacciones, de perseguir al partido contrario y de mover, sólo por hacer ruido, los podri­dos telares de la Administración, fue creado en el seno de Es­paña un ser grande, eficaz y de robusta vida, la Guardia Civil». Galdós comprende la entraña institucional de la Guardia Civil y la expresa de forma bellísima e insuperable: “fue creado en el seno de España un ser grande, eficaz y de robusta vida, la Guar­dia Civil«.

 

No se equivocó el ilustre escritor, paradigma del amor a España. La Guardia Civil ha sobrevivido durante 179 años a Repúblicas, Monarquías, dictaduras, pronunciamientos y guerras civiles. INSTITUTO, GLORIA A TI, POR TU HONOR QUIERO VIVIR.

 

 

*  Eligio HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ

Presidente de la Sociedad Civil de Canarias.

Abogado en ejercicio y Magistrado jubilado.

Ex fiscal general del Estado y ex miembro del Consejo de Estado

Ex diputado en el Parlamento de Canarias.

Ex Gobernador Civil de S/C de Tenerife y Delegado del Gobierno en Canarias.

Ex miembro del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

Académico de la Academia Canaria de la Lengua.

Licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna (ULL)

Diplomado en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo.

Vicepresidente de la Fundación Juan Negrín.

Militante socialista.

Cristiano militante.

 

 

Santa Cruz de Tenerife, 1 de junio de 2023.

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