EL COTARRO Digital
Nº331 del domingo, 10/01/2020

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EL COTARRO Digital Nº331 del domingo, 10/01/2020

 

 

José Carlos Marrero *

 

 

HIPOCRESÍA Y CINISMO EN TORNO A SANTA RITA II

  • Me resisto a comenzar un nuevo año en negativo, pero no puedo dejar pasar este domingo sin denunciar una serie de hechos que, en gran medida, suponen de nuevo, un ejercicio de hipocresía y cinismo intolerables. Sobre todo, porque, en gran medida, parten de mucha desinformación. Me estoy refiriendo a lo que está pasando en el muchas veces ensalzada, y por muchos recurrida residencia para personas mayores Hogar Santa Rita, en el Puerto de la Cruz, la obra benéfica promovida y hecha realidad por el muy respetado y siempre recordado sacerdote Antonio María Hernández Hernández, quien llegó al sacerdocio después de pasar por varios trabajos, entre ellos los de carpintero, tapicero y hasta boxeador, carrera que abandonó, según se decía, tras la muerte de un contrincante en un combate, para agarrarse a la iglesia católica. Popularmente como el Padre Antonio, llegó a ser cura-párroco de la parroquia de Punta Brava, en el Puerto de la Cruz.  Indignado y con la sangre hirviendo, hoy El Cotarro se lo dedico al Padre Antonio y Santa Rita, y siempre en positivo

Antonio María Hernández, el recordado “Padre Antonio”, que vendió “trocitos de cielo”

 

NADIE DICE NADA, HASTA QUE EXPLOTA EL VOLCÁN

  • Me indigna y hace hervir la sangre oír las manifestaciones de mucha gente que, durante años y hasta hace unos meses, han estado callados y no decían nada, ni presentaban denuncia oficial alguna, ni en algún Juzgado, ni en Sanidad, ni en Servicios Sociales, sobre lo que, supuestamente, estaba pasando de mala manera en el seno del hogar Santa Rita y también en otras residencias de mayores de Tenerife y otras islas. Les traía absolutamente al pairo. A políticos de una u otra ideología o partido; a sindicalistas de uno u otro sindicato; incluso a los familiares de personas ingresadas en la propia residencia, algunos de los cuales van a ver a sus parientes una vez al mes, cuando no una vez al año… o nunca. Si la Fiscalía investigase a fondo (y debe hacerlo) vería que muchos de ellos son hoy cómplices, por omisión o por “pasividad en la brega”, de lo que venido pasando durante años y lo que está pasando hoy en Santa Rita (y también, repito, en otras residencias de mayores). Hay que ser muy hipócrita y muy cínico, para tener la poca vergüenza de criticar y denunciar, ahora, lo que desde hace años viene pasando, con el “silencio cómplice”, muchas veces “interesado”, de casi todos.

Cientos de personas fueron el 24 de marzo de 2011 a la parroquia de Santa Rita a despedir al Padre Antonio cuando falleció. Mucha gente no olvida todo el bien que hizo.

 

VIGILANCIA DEL PROTECTORADO DE FUNDACIONES

  • No hay que olvidar nunca que Santa Rita es una entidad privada (pero con multitud de convenios públicos) que depende de la Fundación Canaria Benéfico Asistencial Nº25, Hogar Santa Rita, cuyo fundador fue el padre Antonio Hernández y que hoy tiene como presidente a Roque Silva Padrón. Por ello, Santa Rita está permanente vigilada y controlada por el Protectorado de Fundaciones de Canarias, que depende de la consejería de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad, que regenta Julio Pérez Hernández (PSOE). Pero tampoco hay que olvidar que el Hogar Santa Rita, como cualquier otro establecimiento de su sector, mucho tiene que ver con la Consejería de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud, que hoy regenta Noemí Santana Perera (Podemos), consejería que, según la Ley, tiene entre otras competencias (textualmente) la de La alta inspección de todos los servicios que hayan sido descentralizados, mediante delegación o transferencia o mediante convenio o encomienda, a otras Administraciones Públicas o que se financien, en todo o en parte, con los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Canarias y de aquellos que, independientemente de su titularidad, presten servicios en el ámbito social, con el fin de garantizar su calidad”. Y todos, como otras residencias y hoteles, bares y restaurantes, deben cumplir su normativa.

Noemí Santana Perera, consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias.

 

NO SE PUEDE OLVIDAR LA HISTORIA… NI ES JUSTO

  •  Es triste y vergonzoso que la gente olvide la historia y, sobre todo, los políticos. Todos saben (o deben saber) que las administraciones públicas (desde los ayuntamientos a los gobiernos regionales y estatales) deben cumplir una serie de leyes y facilitar a la ciudadanía unos servicios básicos. Los ayuntamientos, por ejemplo, están obligados a facilitar el suministro de agua potable, la limpieza pública, tener cementerios, anteriormente las “casas de socorro”, etc., sin olvidarse de atender las necesidades de sus mayores, sobre todo las de los desamparados o en riesgo de exclusión. Muchas veces los ayuntamientos se olvidaban de esto último y “el guante” lo recogían las entidades religiosas de caridad y asistencia, como las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las Siervas de María, o los hermanos Bethlemitas, sin olvidar en el terreno sanitario a los Hermanos de San Juan de Dios. Nadie solía decir nada, porque les resolvían la problemática a los políticos y a las administraciones les quitaban una “papa caliente”. Y callaban… y siguen callando mientras no surge algún problema.

Mucha gente critica y hasta rechaza la labor de las congregaciones religiosas de la Iglesia Católica, pero, cuando las necesitan, bien que recurren a ellas.

 

EL NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DE SANTA RITA

  • Un humilde y campechano sacerdote de pueblo, el Padre Antonio Hernández, por aquel tiempo cura-párroco de la parroquia de Santa Rita de Casia, en el portuense barrio de Punta Brava, se dio cuenta de la necesidad de atender a una serie de personas mayores necesitadas y, como en todo el norte no había asilos de ancianos desamparados (como si existían y prestaban una labor inestimable en Santa Cruz y La Laguna), decidió, con una voluntad, empeño y trabajo encomiables, crear una residencia que se ocupara de ellos y de los que, por aquel entonces, debutaban con la desconocida enfermedad de Alzheimer. El Padre Antonio hizo realidad su residencia Hogar Santa Rita el año 1981, la cual fue inaugurada por el obispo Luis Franco Cascón. A partir de aquel momento (Hay que decirlo y recordarlo) muchas personas de fuera del Puerto de la Cruz fueron acogidas en Santa Rita, y muchos alcaldes (sobre todo del norte) vieron “los cielos abiertos” y, aportando algunas perritas, lograron que el Padre Antonio acogiera en Santa Rita a los vecinos de otros municipios que no tenían residencias y/o “pasaban” de tenerlas. Y todos seguían calladitos.

Parroquia de Santa Rita, en Punta Brava. y, detrás de ella, imagen del edificio que albergó el Hogar Santa Rita I (se ve hasta el ático añadido) cuando se saturó.

 

SANTA RITA I DESBORDADA, VAYAMOS A POR LA II

  • Todo el mundo (o casi todo el mundo) se apoyó y hasta se escudó en la obra benéfica del Padre Antonio, aunque, me consta, que más de un obispo posterior a Luis Franco, me refiero a Damián Iguacen y Felipe Fernández (que en paz descansen) le apercibieron que se estaba metiendo en un “embolado demasiando grande y peligroso” y que tuviera cuidado. Pero el Padre Antonio le respondía que si un anciano llegaba a su puerta (o se lo dejaban abandonado en ella) él no podía dejarlo en la calle. Y así comenzó a promover la idea de crear una segunda residencia, mayor y mejor dotada, que hizo realidad con la famosa venta de “cheques solidarios” en los que el concepto la venta de “pedacitos de cielo”. Con ellos, el Padre Antonio Hernández consiguió la no despreciable cifra de unos 12 millones de euros de hoy (unos 2.000 millones de las antiguas pesetas) y logró que, si no recuerdo mal, su nueva gran obra fuera inaugurada el año 2001, siendo Felipe Fernández, el obispo de la Diócesis Nivariense.

Cartel en la fachada de la residencia de mayores Hogar Santa Rita II.

 

INCENDIO EN SANTA RITA I Y SATURACIÓN EN LA II

  • La apertura de la flamante Santa Rita II (diseñada, proyectada y construida inicialmente para unas 400 personas residentes) no acabó con la actividad asistencial de Santa Rita I. La demanda era tan grande, que el Padre Antonio aguantó las dos en servicio, aunque la primera no reunía las debidas condiciones. Todos lo sabían, pero, como siempre, todos miraban hacia otro lado y callaban. Hasta que el 9 de octubre de 2008, un incendio declarado en los bajos de la residencia obligó a su urgente desalojo por parte de bomberos, policía y voluntarios. Por suerte, el incendio se declaró a primeras horas de la tarde y, gracias a Dios, no hubo que lamentar desgracias personales. Si se hubiera declarado de noche… Aquella tarde, una impresionada y muy preocupada Dolores “Lola” Padrón Rodríguez (PSOE), alcaldesa del Puerto de la Cruz, reconocía públicamente las carencias y vulnerabilidad del edificio de Santa Rita I. Las personas que estaban residiendo allí en aquel momento, fueron realojadas en otros centros y muchas pasaron a Santa Rita II, que ya estaba colmatada.

Imagen del incendio en Santa Rita I, el año 2008, con el humo saliendo de su sótano.

 

COMO SIEMPRE, PASÓ TODO Y SE TAPÓ LA REALIDAD

  •  Como casi siempre, apagado el fuego llego la calma… y el olvido. Pero Santa Rita II pasó de 400 residentes a más de 500, cuando el edificio no estaba preparado para ello y las ampliaciones previstas no estaban terminadas sino con problemas urbanísticos y de legalización, por parte del ayuntamiento, que ya en aquel momento presidía Marcos Brito Gutiérrez (CC). Recuerdo que a una alta autoridad responsable del tema en el Cabildo de Tenerife y a otra del Gobierno de Canarias, les manifesté personalmente la fragilidad del tema y lo preocupante de la situación, apuntándoles en aquel año que, si un virus o una salmonella entraba en Santa Rita II, la gastroenteritis podría llevarse “por lo baños” a muchas de las personas residentes. Recuerdo que una de ellas me dijo que mejor no pensarlo y menos decirlo porque si tuvieran que enviar inspecciones (de permisos de apertura, de sanidad o de seguridad) el edificio seguramente tendría que ser precintado. Y, claro…, ¿Dónde metemos a los viejitos?

Vista aérea de parte del complejo que conforma hoy la residencia Hogar Santa Rita.

 

LAS NECESIDADES Y LO QUE SE DEBERÍA HACER

  • Me da que todas las administraciones (desde los ayuntamientos al Gobierno regional y más allá) y todos los partidos y sindicatos (desde la izquierda a la derecha y más allá) han estado y están vergonzosa e irresponsablemente callados porque no saben cómo resolver la situación. El Hogar Santa Rita forma parte de las infraestructuras sociosanitarias con las que cuenta la isla de Tenerife para hacer frente a la tremenda demanda de personas que requieren de un centro de este tipo y, aunque es una fundación canaria privada (no dependiente de Iglesia), mantiene convenios con el Cabildo tinerfeño, que preside Pedro Martín, y con el de La Gomera, que preside Casimiro Curbelo, así con ayuntamientos como Guía de Isora, Santa Cruz de Tenerife. Adeje, El Sauzal, Icod de los Vinos, La Matanza de Acentejo, Santa Úrsula, Fasnia, La Orotava, Güímar, San Cristóbal de La Laguna, Arona y Los Realejos. Pero creo que muy pocos o ninguno de esos ayuntamientos tienen residencias propias para atender a sus vecinos mayores. Y hasta Marian Franquet, consejera insular del Área de Acción Social del Cabildo de Tenerife, se resiste a hablar con los medios de comunicación porque sabe la importancia y la fragilidad del tema y la situación.

Marian Franquet, consejera desbordada por una cruda realidad, que hay que cambiar.

 

RESIDENCIAS MÁS PEQUEÑAS, CERCANAS Y VIABLES

  • Y es que, a estas alturas de la película, casi todo está inventado y todo el mundo sabe que macro-residencias como Santa Rita II, por muy bien que lo haga Tomás Villar Estévez, director gerente del centro y tesorero de la Fundación (con sus fallos y todo, como usted y como yo) no tienen mucho sentido. Por muy bien que lo hagan los profesionales que allí trabajan (auxiliares, asistentes, personal de enfermería, de cocina, de mantenimiento, etc.…). Un establecimiento con esas dimensiones y con tremendo número de personas residentes, que mayoritariamente son mayores de edad y muy frágiles de salud, siempre es una “bomba de relojería” sanitaria y mucho más caros de mantener. Hoy en día, lo que procede son residencias más pequeñas y llevaderas (de entre 50 y 100 personas) quizá ni más chicas ni más grandes, que sean mejor llevaderas, mucho más seguras, económicamente viables, y, además, cercanas al entorno y a las familias de las personas residentes en ellas. Quizá municipales, o de mancomunidades, gestionadas desde la administración con la gestión cedida o concertada con empresas especializadas. Pero los ayuntamientos y sus alcaldes siguen prefiriendo pasar la “papa caliente” a otros. Y siguen callando.

El presidente , Roque Silva, (i) y el director gerente, Tomás Villar, con la imagen del Padre Antonio detrás. Muchas veces callan ante la pasividad y “escaqueo” de muchos responsables políticos

 

RESIDENCIAS MÁS PEQUEÑAS, CERCANAS Y VIABLES

  • Mismamente, el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, a través del Instituto Municipal de Atención Social (IMAS) renovó el pasado mes de febrero de 2019 el convenio con la fundación canaria Hogar Santa Rita, en virtud del cual, la corporación chicharrera invierte 50.000 euros para sufragar por espacio de un año la asistencia que la residencia portuense presta a personas mayores de Santa Cruz de Tenerife. En concreto, el concejal que aquel año 2019 firmó la renovación del convenio, Óscar García González (PP), informó que desde el año 2015 el convenio contribuía al mantenimiento en Santa Rita de 124 mayores de Santa Cruz de Tenerife (81 mujeres y 43 varones). Algo así sucede con el resto de ayuntamiento que, efectivamente, ayudan a la Fundación Santa Rita, pero indirectamente, como el Cabildo y otros ayuntamientos, están aguantando a esa “bomba” que es el macrocentro. Además, por si fuera poco, según un estudio de la Asociación de Gerentes y Directores Sociales, Canarias necesita 7.000 plazas sociosanitarias más y el Gobierno canario ha reconocido que cuando acabe el actual plan de infraestructuras seguirán haciendo falta más plazas.

Roque Silva (i) y Oscar García, tras la firma del convenio con el Ayuntamiento.

 

ACABAR NUESTRA TRAYECTORIA VITAL DIGNAMENTE

  • En este punto de mi denuncia, me apetece y creo necesario recordar que esta problemática tiene que ver mucho con el modo de vida que nos estamos dando nosotros mismos en los últimos años y la nueva relación que las familias (hijos, hijas, yernos, nueras, nietos y nietas) mantienen ahora con sus mayores (padres, madres, abuelos y abuelas…) Cada vez más, desde el momento que necesitan algún tipo de atención o ayuda específica, no pueden quedarse en sus propias casas (que sería lo más recomendable) o las de algún familiar directo o cercano. Antes, al contrario, cada vez más, queriéndolo o normalmente sin querer, los mayores se ven residiendo (cuando no dejados y abandonados) en una residencia ajena y muchas veces alejada de su entorno de toda la vida. Y aún teniendo el trato profesional y hasta el cariño de muchos trabajadores, la verdad es que muchos de nuestros mayores siguen sintiendo la falta de la cercanía y el cariño de los suyos, para terminar su trayectoria vital dignamente y con alegría. Ese era el objetivo del Padre Antonio, cuando empezó su obra, y debería ser el de todo familiar, profesional, político y sindicalista que se precie.

Además de la atención profesional, el cariño y trato personalizado al residente es fundamental.

 

ACABAR NUESTRA TRAYECTORIA VITAL DIGNAMENTE

  • No sé si en Santa Rita II (y en otras residencias) ha fallado algo en los protocolos de seguridad contra el SRAS-CoV2, o lo que ha pasado con más de 600 residentes y todo el personal del centro la cosa ha sido inevitable. Pero me da la impresión de que nadie ha dejado entrar el coronavirus adrede, ni hay nadie contento con que haya entrado el bicho, haya contagiado a tanta buena gente y haya producido los tristes fallecimientos que todos lamentamos. Pero, dicho todo lo anterior, reitero que no debemos, no podemos pasar esta mal y maldita racha para luego quedarnos igual. Una residencia como Santa Rita II (que muchos que siguen callando saben hasta qué número de residentes ha llegado a tener en momentos puntuales, rozando, cuando no sobrepasando, los 800) no puede seguir así. Y todos los que, directa o indirectamente, han tenido o tienen que ver con su realidad pasada y presente, no podrán seguir mirando para otro lado y callando vergonzosamente una vez pase este momento de crisis.

No puedo dudar del buen hacer y dedicación de los profesionales de un macrocentro asistencial.

 

QUE LA FISCALÍA ACTÚE PARA UN FUTURO MEJOR

  • Termino apuntando que, dicho todo lo anterior, nadie puede ni debe “escupir para arriba” en Santa Rita II. Arriba solo está o imagino debe estar el Padre Antonio. Puedo entender que, en algún momento, algunos trabajadores puedan callar, por temor a, supuestamente, perder su puesto de trabajo. Lo podría comprender a título particular. Pero, pregunto: ¿cuántos familiares han formalizado en tiempo y forma una reclamación o denuncia oficial ante Sanidad, Servicios Sociales, el ayuntamiento o el cabildo en los dos últimos años, ¿antes de llegar la COVID?, ¿Cuántas denuncias han planteado y presentado oficialmente el comité de empresa del centro o los sindicatos, ante la propia dirección de la Fundación, ante los juzgados de lo Social o Magistratura de Trabajo, o directamente ante la Fiscalía en los últimos años? Si efectivamente la Fiscalía ha llegado y la fiscal jefe María Farnés (si es que le toca a ella) realiza profesionalmente su labor, llegando de verdad al fondo del tema y a la cruda problemática que le rodea, me temo que vamos a tener muchos culpables y cómplices, tanto por acción como, sobre todo, por omisión. Y salga lo que salga, que sea para bien de las personas que, por una razón u otra, están residiendo allí.

 

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