El legado científico y cultural de la II República en su 94 aniversario de 1931

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El legado científico y cultural de la II República en su 94º aniversario de 1931

 

 

Eligio Hernández Gutiérrez *

 

 

La ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, que puede considerarse el segundo “Abrazo de Vergara” de la historia de España, -se aprobó por 296 votos favorables, 2 en contra y 18 abstenciones-, unió por primera vez en la historia de España a las dos Españas.

 

La Ley Memoria Histórica de 2007 no ha logrado la reconciliación, la concordia y la integración de los españoles que blasonaba, y tampoco La Ley de Memoria Democrática de 20/2022 de 19 de octubre, pactada con BILDU, que ha vuelto a reabrir la «doble herida», que ha caracterizado la turbulenta y dramática historia contemporánea de España, desgraciadamente, y originado, «La progresiva separación entre los españoles y la creciente división entre las regiones”, de la que ha hablado Laín Entralgo.

 

Estas leyes  son un ejemplo de sectarismo y de irregularidades administrativas, ha escrito el profesor Alejandro Nieto, porque para que lograran la Reconciliación y la Concordia tenían que haber sido objeto de un amplio consenso y ser aprobada, al menos, por los mismos votos que la Ley de Amnistía de 1977, lo que ha hecho imposible la Reconciliación y la Concordia, frustrándose así la que se logró durante Transición , pero los españoles siempre estropeamos lo que hemos hecho bien, como la Constitución de 1812, aprobada para dos mundos, y la de 1978, que supuso, como ha dicho Alfonso Guerra, el armisticio final de una guerra civil, de una larga dictadura y de dos siglos de enfrentamientos civiles.

 

La reconciliación y concordia de los españoles se hace cada vez más difícil no sólo por la polarización política actual, sino porque tanto los políticos como los medios de comunicación y las redes sociales ofrecen una información enturbiada sobre la Republica y la guerra civil, presentándonos versiones contrapuestas, ideales o perversas, sobre dichos períodos de la historia de España, sin destacar lo positivo y negativo de ambos. La voluntad democrática ha de estar fundada en un conocimiento suficiente del pasado y no en las falsas versiones del franquismo y ahora de la Ley 20/22 de Memoria Democrática, que presentan una irreal España en blanco y negro. No todo fue infernal ni todo angelical en la Segunda República y en los vencedores de la guerra Civil.

 

Estamos asistiendo en las redes sociales a una involución reaccionaria contra República, que sólo destaca sus graves errores, que no hay que ocultar, y que ya he denunciado en varios artículos, pero no destaca el ingente legado en educación, cultura y ciencia, al que ya me he referido en varios artículos, inspirado en la Institución Libre de Enseñanza, que como ha sentenciado el filósofo Aranguren “En el plano de la Educación no se ha hecho nada en la España contemporánea, comparable, ni de lejos, con lo que hizo la Institución”.

 

En 1931 España era un país con un número insuficiente de escuelas y el número de maestros era muy bajo como su formación, con mucha pobreza, agravada por la crisis económica mundial de 1929. Sobre una población de unos 23,5 millones de habitantes, el panorama no podía ser más desolador. Existía un 32% de analfabetismo (más en mujeres que en hombres), 1 millón los niños que no estaban escolarizados y un analfabetismo del 40%.

 

Tras la proclamación de la República 14 abril de 1931, se reformó la educación en todos sus niveles. Se apoyó la promoción de metodologías de enseñanza activas, la creación de escuelas públicas, la reforma de los planes de estudio existentes y la implantación de la coeducación (niños y niñas juntos en la misma aula).

 

Así, entre abril y diciembre de 1931, el MIP (Ministerio de Instrucción Pública) proyectó la creación de 27.000 escuelas y la construcción de éstas comenzó casi inmediatamente, y, en poco más de dos años se terminaron unas diez mil, que se pusieron en funcionamiento en relativamente poco tiempo.

 

Otro frente de actuación fueron los docentes, que eran insuficientes y tenían un sueldo muy bajo. Para paliar esta situación, se amplió la plantilla en 7.000 plazas de maestros y se les subió el sueldo un 15%, subida que afectó a más de tres cuartas partes del profesorado (llegaron a ganar de media unas 3.000 pesetas de la época).

 

La II Republica no nació por generación espontánea ni en las elecciones municipales de 1931. En realidad, se empezó a forjar con la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, la obra pedagógica más importante de la historia de España, fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, el alma más noble del siglo XIX al decir de Madariaga, Gumersindo de Azcárate y Nicolas Salmerón.

 

Para la Institución Libre de Enseñanza el maestro de escuela es el órgano vital del proceso de transformación que acometen, y el niño el otro polo central del ideal educativo. La institución inspira el programa educativo de la II República. Entre algunos de los precursores del advenimiento de la II República, se encuentra Galdós, que, frente al pesimismo de los escritores de la generación del 98, siempre tuvo esperanza en un futuro mejor para España.

 

Cuando ya se estaba quedando prácticamente ciego, en un editorial del periódico la Esfera de 1918 se decía: “Detrás de sus pupilas muertas, hay la deslumbradora misión de una España venidera…” El 28 de julio de 1912 había dicho en Santander: “De mí he de decir que al mismo tiempo que mis ojos vuelven a ver la luz, renace en mi espíritu la imagen de la II República española, amaestrada por el tiempo”.

 

Son también precursores de la II república Manuel Azaña que en 1911 pronuncia una conferencia en Alcalá de Henares sobre “el problema español” y otra en 1924, “Apelación a la Republica”; y don José Ortega y Gasset que, en mayo de 1914, en el Teatro de la Comedia (Madrid), pronuncia la conferencia “Vieja y nueva política”.

 

Como antecedentes de la II República, se funda la Liga de Educación Política Española, por Ortega y Gasset en 1914, que se insertó en el proyecto regeneracionista, con ideas similares a las defendidas por Joaquín Costa, para hacer frente al pesimismo del desastre de 1898la Agrupación al Servicio de la República, cuyo manifiesto firmaron el 10 de febrero de 1931, intelectuales de la talla de Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, y Pérez de Ayala.

 

En 1900 la situación de la ciencia en España, coincidiendo con la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes el 28 de abril de ese año, se caracterizaba por su precariedad, bien es cierto que a lo largo del último tercio del siglo XIX se sientan las bases para el despegue de la llamada Edad de Plata de la cultura española, que en el caso de la ciencia encontró en la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) su más acabada expresión.

 

La figura de Santiago Ramón y Cajal supuso la expresión del lento despertar de la ciencia española que venía registrándose durante el último tercio del siglo. La creación en 1900 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas y la fundación en 1907 de la JAE, sin duda es un antes y un después en la historia de la Ciencia española. La JAE fue creada por un Real Decreto el 11 de enero de 1907. Ramón y Cajal fue capaz de optimizar unos recursos económicos escasos.

 

Dos fueron los ámbitos en los que la acción de la JAE resultó fundamental. El primero de ellos, el impulso y gestión de las estancias en el extranjero de los profesores y jóvenes científicos españoles, con el fin de completar su formación académica y científica, a través de una política de pensiones, que permitieron la toma de contacto con las líneas de investigación puntera de la ciencia internacional y, a la vez, establecer contacto con las instituciones científicas extranjeras.

 

Hasta tal punto fue importante la política de pensiones que la JAE llegó a ser conocida como Junta de Pensiones. A lo largo de su vida la JAE recibió más de 9.000 solicitudes de pensiones, de las que se concedieron alrededor de 2.000.

 

El otro gran cometido de la Junta fue la creación de instituciones científicas que permitieran dar continuidad a la formación adquirida en el extranjero por los pensionados y rentabilizarla mediante la fundación de Institutos de Investigación que hicieran realidad el despegue de la Ciencia en España, uno de los principales fines para los que fue concebida la JAE. Dos fueron las grandes instituciones creadas por la JAE: el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales.

 

El Centro de Estudios Históricos (CEH) agrupó en su seno la sección de Filología dirigida por Menéndez Pidal, y las relacionadas con la Historia a cargo de Eduardo de Hinojosa y Claudio Sánchez Albornoz, responsable desde 1924 de la sección de Historia del Derecho, junto a Américo Castro y Pedro Bosch Gimpera, y en estudios árabes con Miguel Asín Palacios.

 

La filología española alcanzó a través de la actividad del CEH un relevante nivel, los trabajos publicados en la Revista de Filología Española y en los Anejos de la Revista de Filología Española, en especial los estudios sobre la época medieval, alcanzaron resonancia internacional, dando lugar alrededor de la figura de Menéndez Pidal a una competente escuela filológica entre los que destacaron Dámaso Alonso, Rafael Lapesa o Antonio Tovar. Al Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, del que fue presidente el físico canario Blas Cabrera Felipe, quedaron incorporadas algunas de las instituciones científicas más relevantes.

 

Entre los científicos más importantes de la II República, que fueron alumnos de Negrín en el Laboratorio de  Fisiología,   cabe destacar a  Carlos Jiménez Díaz (Madrid, 1898-1967); Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, Asturias, 1905-Madrid, 1993) premio Nobel de Fisiología y Medicina, en 1959; y Grande Covián (Colunga, Asturias, 1909-Madrid, 1995), el sabio de la nutrición; y especialmente, a los canarios, el malogrado José Domingo Hernández Guerra (Tejeda, Gran Canaria, 1897-Madrid, 1932), luego catedrático de Salamanca, que escribió con el nobel Severo Ochoa el primer libro de Bioquímica de España;  Blas Cabrera Sánchez, hijo del físico Blas Cabrera Felipe; y, principalmente, a Juan Negrín, Blas Cabrera Felipe y Pedro de la Barreda:

 

– Juan Negrín fundó  Laboratorio de Fisiología en los locales de la Residencia de Estudiantes –morada científica de Negrín–, apoyado por  la Junta de Ampliación de Estudios, Su figura como estadística ha ensombrecido su extraordinaria obra científica en el Laboratorio de Fisiología de la Junta de Ampliación de Estudios, en el que formó especialistas no sólo en Fisiología sino en todas las disciplinas de la ciencia médica, que integraron la escuela de Negrín, seguramente la más importante de las que se crearon en España en el siglo XX.

 

Maestro de grandes maestros, fue el hombre de ciencia que más contribuyó a la europeización y a la modernización científica de España. A iniciativa de Negrín se creó también el Centro de Control de Medicamentos, cuyo primer director fue su colaborador más próximo, Hernández Guerra.

 

La Junta para la Ampliación de Estudios, en cuyo Laboratorio de Fisiología se realizó la labor fundamental de Juan Negrín, fue una de las creaciones más avanzadas de la Institución Libre de Enseñanza, un intento de sembrar en España la tolerancia y el rigor científico que se logró con éxito cristalizar en la Junta. Sin duda, Negrín, como sostienen algunos historiadores de la ciencia (J.L. Barona), ha sido una de las primeras figuras de la investigación fisiológica y bioquímica mundial de nuestro siglo.

 

Jamás el cultivo de la ciencia experimental había gozado en España de una implantación tan sólida. El principal mérito de don Juan Negrín no fue sólo la realización de una obra científica personal de relieve internacional, sino el haber creado y dado impulso a una escuela de fisiólogos y especialistas de la ciencia médica, que difundió el prestigio de la investigación experimental por todo el mundo.

 

Juan Marichal ha escrito que, por su formación científica y por su conocimiento de idiomas, Juan Negrín fue uno de los españoles más enteramente y más normalmente europeos de su tiempo. En 1934 pidió la excedencia de su cátedra de Fisiología, pero no abandonó sus tareas de secretario ejecutivo de la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria, a cuya creación se entregó con entusiasmo, sin percibir retribución alguna.

 

– El Lanzaroteño Blas Cabrera Felipe, físico canario universal, está considerado como el “padre de la Física Española”. Unos de los padres de la “Física Cuántica” en el campo del magnetismo. Con sólo 27 años, en 1905, se convirtió en catedrático de Física de la Universidad Central de Madrid.

 

Fue anfitrión de Einstein en la vista de éste a España en 1923, y fue pionero en introducir la “Teoría de la Relatividad” de su colega alemán en nuestro país. Fue en dos ocasiones (en 1910 y 1930) elegido por la Academia sueca como candidato a Premio Nóbel, que no consiguió por su prematura muerte en Méjico, donde se exilió en el momento en que era rector de la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander.

 

– El herreño Pedro de la Barreda estudió Medicina en Madrid, entre 1924-1929.  El futuro ministro de la Defensa y presidente del Gobierno será su mejor amigo y quien lo introduce en la práctica científica a través de su famoso Laboratorio de Fisiología de la Residencia de Estudiantes, en la que trabajó desde el año 1926 sobre la micro química de la sangre.

 

En 1930 se convierte en uno de los pensionados de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), con una beca para estar durante tres años en Alemania con Thannhauser, premio Nobel de Medicina. La amistad de Pedro de La Barreda con Juan Negrín lo convierte en un objetivo estratégico de la depuración que se va a producir en el ámbito universitario. En plena guerra civil, no siguió el consejo de Juan Negrín para que se fuese a Boston con Siegfried Josef Thannhauser.

 

La negativa supuso para el herreño Pedro de la Barreda Espinosa (1907-1991) trabajos forzados en el Valle de los Caídos y destierro en Matamala de Almazán (Soria).  Como escribió Francisco Giral, fue “un típico representante del exilio interior”.

 

Es impresionante la numerosa pléyade de científicos de todas las especialidades que se fueron al exilio al proclamarse la guerra civil. El historiador Luis Enrique Otero Carvajal, en su libro “La destrucción de la ciencia en España” cita a todos los catedráticos de Instituto y de Universidad (más de 50% de los que existían en España), de todas las disciplinas de Letras y Ciencias, que se fueron al exilio, preferentemente a Méjico, sin contar los muchos que sufrieron exilio interior y represión.

 

El escritor Carlos Fuentes subrayó el papel de Méjico en la acogida de cerca de 30.000 expatriados republicanos españoles tras el final de la guerra civil en nuestro país. También quiso resaltar que «la guerra de España la ganó Méjico» ya que «la afluencia de talento fue tal que transformó todas nuestras estructuras culturales para bien, en todos los ramos del saber, la presencia de los intelectuales republicanos españoles nos dio una modernidad, una seriedad».

 

Poetas como Prados, y figuras como Luis Cernuda, Manuel Pedroso, Niceto Alcalá Zamora, Luis Buñuel, «es inconmensurable lo que la inmigración republicana le dio a Méjico». «Méjico tiene una enorme deuda con el exilio republicano español, que supuso una espléndida contribución con filósofos, escritores, juristas, editores, cineastas, científicos». Y sentencia que «si hoy tenemos cultura moderna en Méjico es gracias a esa contribución extraordinaria».

 

 

*  Eligio HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ

Presidente de la Sociedad Civil de Canarias.

Abogado en ejercicio y Magistrado jubilado.

Embajador de la Marca Ejército.

Ex fiscal general del Estado y ex miembro del Consejo de Estado.

Ex diputado en el Parlamento de Canarias.

Ex Gobernador Civil de S/C de Tenerife y Delegado del Gobierno en Canarias.

Ex miembro del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

Académico de la Academia Canaria de la Lengua.

Licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna (ULL)

Diplomado en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo.

Vicepresidente de la Fundación Juan Negrín.

Militante socialista.

Cristiano militante.

 

Santa Cruz de Tenerife, 14 de abril de 2025.

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