EL MONÓLOGO / 133
Los eternos atascos

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Por Pepe Moreno *

 

 

Muchas veces he escrito que la isla de Tenerife está, sobre todo en los últimos años, algo perdida en la inmensidad de las tomas de decisiones, en el progreso de sus infraestructuras o en el desarrollo de sus posibilidades. Y está en esa indecisión permanente de no saber qué es lo que quiere por unos gobernantes que tampoco están teniendo mucha cooperación de otros que ocupan instancias superiores y que están más por otras labores que por conceder lo que esta isla nuestra quiere, desea y necesita en estos momentos.

 

Porque vamos a ver, por partes. Que necesitamos unas carreteras más acordes con las necesidades del momento a nadie se le escapa. Que nuestras autopistas se han quedado pequeñas para el volumen de vehículos que por ellas circulan es tan verdad que solo hace falta oír la radio cada mañana para escuchar mensajes de gentes a los que la colas les permiten incluso escribir mientras están parados en un paraje de su trayecto, que algunas parturientas dan a luz en el mismo atasco en el que es imposible seguir con su camino de emergencia hacia el hospital en el que quizás, solo quizás, es posible que se encuentre su cama, su quirófano y su personal especializado.

 

Ese mismo embotellamiento en el que un obrero ha tenido que salir de su casa con varias horas de antelación para llegar a su puesto de trabajo en tiempo y forma, buscar aparcamiento, después de horas en la carretera y de un tiempo perdido en el que ha oído todos los programas de radio por los que se ha enterado de cuánto le es necesario para estar plenamente informado.

 

No hemos cambiado nada en absoluto. En Tenerife son las mismas vías que antaño y nadie ha hecho nada, ni ahora ni antes. Los de ahora nos cuentan que se encontraron con que no había nada de proyectos y que los han tenido que hacer y los de antes nos decían que los que estaban por encima no les dejaban proyectar. Unos por otros y Tenerife, o cualquier isla, pero principalmente la picuda, ésta en la que nos movemos, sin que nadie haga nada.

 

Unas veces son las faltas de proyectos, otras veces, los sitios por los que pretendían discurrir, otras veces por la carencia de un criterio común, otras por la falta de un estudio de impacto medioambiental, otras por lo caro que salía cada kilómetro de piche y así podría seguir enumerando las más prolíficas y sesudas excusas que hemos ido oyendo en el transcurso del tiempo.

 

Me contaba José Luis Delgado, director general de Infraestructura Viaria del Gobierno de Canarias, que ya había presentado todos los proyectos que necesitaban algunas islas para salir de una situación de embotellamiento como el que presentan las vías insulares. El hombre, que sabe de lo que habla, no estaba contento porque el empantanamiento le viene del propio Ejecutivo en el que se eternizan los informes y las calificaciones. Su frustración viene dada por la burocracia y el lento caminar que los expedientes que termina se encuentran en su devenir por los distintos departamentos gubernamentales en los que languidecen meses y meses antes de continuar su camino.

 

Delgado dice que no se esperaba esta pachorra y que en algunos de esas jurisdicciones es como si existiera una especie de “lobby” que los detienen, los estudian a conciencia, como si antes no hubiera sido así, los vuelven a repasar más tarde, y siempre encuentran alguna objeción que hacer a lo que ya se ha presentado. No me extraña que sea así, porque aquí nadie decide nada, que es la mejor manera de que todo siga estando estancado y nadie se equivoque.

 

En unas declaraciones públicas que realizaba en Radio Marca, el propio José Luis Delgado llegaba a decir que “hay una mano negra porque las cosas no salen. No es que parece que no salen, directamente no salen. Aquí las cosas que tienen una mínima pega se apartan, no se trabaja por unos objetivos”. No se puede decir más claro, se podrá decir más alto, porque la modulación de la voz la pone cada uno, pero no más claro.

 

El director general muestra así su insatisfacción, porque entiende que todo el trabajo que se realiza desde su departamento, luego se encuentra con trabas imponderables que no puede desentrañar o conociendo su origen no puede decir de dónde parten o en qué sitio están instaladas. Es más, este alto cargo muestra su repulsa cuando en la misma entrevista dijo que “desde el año 2007 llevamos un nivel de altísimos retrasos en las obras de carretera. El Gobierno es el que tiene la obligación de tomar decisiones. No se puede estar con pancartas sin poner soluciones sobre la mesa”.

 

Y me pregunto: ¿No estará pasando que la Consejería de Transición Ecológica ha estado más en otras cuestiones que en estas de las Infraestructuras? Porque lo hemos estado en unos tiempos en los que ha privado, por así decirlo, de todo lo relacionado con los parques eólicos o los huertos solares o las energías alternativas en su conjunto.

 

Después de la época del impuesto al sol del ministro Soria que tanto retrasó toda la construcción de las energías limpias, ahora estamos en el otro punto en el que no hay hueco para algo que no sean ese tipo de combustibles que se obtiene de la naturaleza y que no hay que pagar nada, aparte de los elementos que la atrapen y la conviertan en combustible para consumir y lo que nos sobre poderla enviar por la red. No era lógico que, en Navarra, con muchas menos horas de sol y menos viento que en Canarias, nos ganara en placas solares ni en molinos. Eso era un asunto que rayaba en el raciocinio de cualquiera. Pero así era.

 

Y es así como se está produciendo algunas obras que van a cambiar toda la geografía insular de Tenerife. Delgado está convencido que el túnel de Erjos traerá un cambio en el movimiento de los conductores. Decía en una entrevista en abril que ya trabajaban en el cuello de botella que se produce en la zona de Padre Anchieta, por la que, diariamente, transitan 100.000 vehículos. Allí se trabaja diariamente en una serie de pasos subterráneos y de conexiones que reducirá, según el proyecto inicial, unas 30.000 unidades, gracias a la conexión directa con el sur y, a su vez, dividirá a la mitad el resto del tráfico, gracias a las obras complementarias. Cuando concluyan resolverá un problema que afecta diariamente a miles de ciudadanos, aunque ahora mismo produzca muchos inconvenientes y largas colas en los usuarios habituales, y si no que se lo pregunten al director de “Canarias en positivo”, José Carlos Marrero, que lo vive día a día.

 

Decía Pedro Martín, el actual presidente del Cabildo de Tenerife, en una entrevista el pasado año en el Diario de Avisos, que lamentaba que se diera la impresión de que no se hace nada y de que todo son promesas “sin embargo, para contrarrestar esta opinión, lo que podemos poner sobre la mesa son adjudicaciones de obra, por un lado, que es la mejor prueba de que estamos trabajando, y la publicación en el Boletín Oficial, -como estamos viendo-, de proyectos para poder sacarlos a concurso”. Vale, puede que sea así, pero un año después estamos casi igual y con pocas obras que alivien ese sinvivir que se produce todos los días en los miles de tinerfeños que tienen que transitar por dicha vía.

 

En una isla como Madeira, que tiene una extensión menor que Tenerife, nos encontramos que tienen 170 kilómetros en túneles, hechos con dineros europeos y con la voluntad de que es la mejor manera de no consumir territorio, ni de que el piche sea el reclamo de fotografías y postales. Circulación por dentro de las montañas, cero desmontes, nada de llevarse por delante otro tipo de construcciones o de hacer unas carreteras nuevas. Lo mismo que aquí.

 

Nos faltan ingenieros, funcionarios que valoren los proyectos, profesionales que sepan leer un plano y que conozcan el territorio y la flora y fauna por la que discurrirán las futuras vías, pero ahora eso no importa, están más prestos a que se instalen paneles y molinos y que se aumente la captación de energía limpia. Parece que lo demás no importa. Y eso no debería ser. Transición ecológica debería estar más pendiente de que las vías que nos llevan hacia otros lugares no soporten ese estrés circulatorio que se transmite a conductores y acompañantes.

 

No sé desde cuando escribo este tipo de artículos, ni desde cuándo los que leen han oído todo tipo de proyectos, pero lo que si es cierto es que desde siempre hemos hablado de los colapsos, las colas y los atascos en nuestras vías. Desde siempre hemos oído a los que tienen responsabilidades hablar de proyectos, de licitaciones, de trazados de nuevas vías y casi nunca hemos visto las realidades. Cuando proyectan una de ellas, tardan tanto tiempo en hacerla que cuando lo hacen, si es que no se encuentran a una colonia de escarabajos o no caducan los estudios medioambientales, es tan tarde que ya nuestro parque automovilístico ha crecido tanto que se hace pequeña o inservible.

 

La autopista TF-5 en un momento dado deja de serlo y se convierte en una carretera de segunda que atraviesa poblaciones que han ido haciéndose a los márgenes de esta. Los vecinos de Las Moraditas de Taco estuvieron viviendo años como si estuvieran en un terreno acotado, como si fuera una prisión con rejas por todos lados, llegaron los actuales y lo quitaron todo y un día nos dijeron que la vía iría por otro lado. Un consejero incluso planificó un puente que cruza la autopista y nos contó que en el futuro conectaría ese barrio y el complejo hospitalario que está en las cercanías. Nada. El puente se caerá de viejo y nunca lo atravesará ningún vehículo. ¿Se dan cuenta de la cantidad de proyectos que se quedan en la nada de las realizaciones? Pues eso, que creo que hay un grupo de gentes, insertadas en la administración, que no hace nada, para no equivocarse.

 

Parto de la base de que hay personas en las administraciones que son diligentes y que luchan todos los días para que veamos que se puede progresar, pero no es suficiente. En algún departamento pararán sus ideas y sus proyectos. Alguien de ese “lobby”, al que me refería antes, querrá vender su “idea” de hacer las cosas, o encontrarán un bicho, en peligro de extinción, que será más importante que los miles de personas que pierden la salud y la esperanza en los tapones de la carretera. Y vendrán las pancartas, los movimientos ecologistas, los que nos hablarán de lo que se pierde, no de lo que se gana, de que siempre hay un especulador que se lo llevará caliente y de que mejor dejamos las cosas como están.

 

Esta semana he sido testigo como en la TF-13, la carretera que lleva desde la Punta del Hidalgo hasta La Laguna se ha bloqueado y sus miles de conductores han tardado hasta 90 minutos en un trayecto que no supera los 20. ¿Ustedes creen que le importa a alguien? A nadie. Le echarán la culpa a que somos muchos, a un coche averiado, a que no sabemos conducir, al efecto mirón o a la lentitud de algunos, pero no veremos a las palas trabajar en ninguna solución inmediata.

 

Hablarán de posibles vías de conexión, de túneles o de proyectar algo que nunca veremos. Y muchos se ilusionarán con ese tipo de declaraciones, con los planos que un día, si aumentan las protestas, presentarán, con las diapositivas que un estudio especializado realizará y con las infografías de cómo quedará. Todo muy digital, pero con pocos o nulos signos de realidad. Y así pasan los años y siguen los colapsos.

 

He oído a gentes que iban en la guagua que estaba tan atrapada como el que iba en su coche, protestar por la angustia que les producía no poder hacer nada y llegar tarde a su trabajo o a su cita o a sus gestiones. Gentes que madrugan más de lo que deberían para llegar a tiempo y llegan tarde y con la convicción de que quien les escucha no les cree y encima hasta le miran mal. Se sacan de la manga unos bonos que quitan coches de la carretera, pero que siguen atascados en una cola monumental. Y todo esto sin solución momentánea.

 

En fin, que seguimos estando abocados a seguir quejándonos y a que los que tienen responsabilidades de gobierno a seguir ilusionándonos, pero nada más. ¿Podremos hacer algo para revertir este tema? Yo creo que ni cambiando el voto saldremos de esta espiral de insatisfacción, pero algo habrá que hacer.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 22 de octubre de 2022.

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