EL MONÓLOGO / 153
Polémica en el Día de la Mujer

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Por Pepe Moreno *

 

 

Acabamos de celebrar el Día Internacional de la Mujer. Han sido unos días en los que todo el mundo ha estado políticamente correcto, aunque varias personas, de distinto género, se han pasado en algunas de las afirmaciones. En estos días hemos estado más pendientes de esta conmemoración que de otras cosas que conforman nuestro diario quehacer.

 

Hemos hablado de igualdad entre hombres y mujeres y otros sexos, de que tiene que haber más paridad entre todos, que, a igual trabajo, la misma remuneración. Que nadie puede ser marginado en función de su sexo, que todos deberíamos tener las mismas oportunidades y de que no podemos frenar la incorporación de nadie a un puesto de trabajo.

 

Esta ha sido la nota dominante, de unos días en los que no hemos hablado de cómo ha subido la cesta de la compra, del colapso que hoy vemos en la sanidad pública o de cómo nuestros gobernantes están en plena campaña de la infografía por encima de los trabajos ya realizados.

 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentaba una serie de iniciativas que podrían ser muy novedosas si alguna de ellas no estuviera ya en vigor. Por ejemplo, la relacionada con que sean más paritarios los consejos de administración de las grandes empresas o que la diferencia entre sexos no exista a la hora de cobrar. Una situación que nos la presentan como ya hecha, pero que en realidad vemos que lo que fue al consejo de ministros y ministras fue un anteproyecto al que le queda todavía mucho camino parlamentario por recorrer.

 

Otro ejemplo, las listas electorales. Según el presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas en ese anteproyecto se incluirá que en las candidaturas electorales deberán tener una composición paritaria con listas cremallera en la ley electoral con una alternancia de personas de uno y otro sexo. La reforma se aplicará a todos los procesos electorales: en los comicios generales al Congreso, autonómicas, municipales y en la elección en las urnas de los miembros de los consejos y cabildos insulares y diputados al Parlamento Europeo.

 

Y uno, ingenuamente, pregunta, ¿pero eso no se hacía ya? ¿no estamos en un tiempo en el que tiene que ir un hombre y una mujer, o viceversa, en cada una de las planchas? Que yo recuerde eso hace ya varias legislaturas que se ha impuesto. Incluso, si la memoria no me falla, cosa que hace tiempo que lo noto, en una ocasión figuraban solo mujeres en una lista y la Junta Electoral la desestimó porque debía incluir algún nombre masculino. Entonces, ¿qué es lo que se está presentando?

 

Pero, es más, y esto sí me parece novedoso, que el Gobierno pretenda la modificación de la Ley de Sociedades de Capital y de la Ley de los Mercados de Valores y de los Servicios de Inversión para que se aplique, que haya representación de género, al menos en un 40 por ciento, en las sociedades cotizadas. Esta sí puede ser una buena medida porque no habla de ningún sexo en concreto sino el que está menos representado. De esta manera no se excluye a nadie ni nadie podrá ascender por su condición sexual.

 

En este punto hay algunos problemas que se tendrán que solventar entre todos. Por ejemplo, en los Colegios de Abogados habrá que cambiar la nomenclatura y podrían llamarse Colegios de la Abogacía, lo mismo que en resto de profesiones, pero ¿qué hacemos con el Congreso de los Diputados? ¿Le añadimos lo de Y Diputadas? ¿una arroba, @, inclusiva? ¿Le buscamos otro nombre? Hay algunas cosas en las que habrá que echar mano a la inventiva y a la consulta para hacerlas más acordes con los tiempos que corren y con las necesidades de esta época.

 

Porque no se trata de poner una “a” a todo. No podemos decir la gerenta, porque esa palabra no existe en nuestro castellano. Según la RAE, “para el femenino y masculino la forma gerente, excepto en Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, donde se usa también lo de gerenta”. Aunque nuestra Real Academia de la Lengua ya saben que cambia más que un gato en una bañera y para muestra lo que han hecho con lo de la tilde de solo.

 

Pero volvamos a la actualidad en esto del feminismo y de las nuevas normas que se intentan aprobar. El movimiento ha estado, este año, dividido y lo hemos visto en las manifestaciones y en los objetivos que se han transmitido. Hemos visto que la tramitación de la reforma de la reforma de la ley del “sí es sí” parece que ha afectado a los que defienden esta normativa.

 

Si en un principio todos parecíamos estar de acuerdo en que una mujer no tiene que justificarse, ahora, después de la revisión de la normativa y de que más de 721 condenas a delincuentes sexuales hayan sido reducidas y que incluso más de 70 condenados por delitos sexuales hayan sido puestos en libertad en toda España, el panorama ha cambiado.

 

Es una de las consecuencias de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, más conocida popularmente como la ley “del sí es sí”, y esto es así porque no ha tenido los resultados que se buscaban. Es un hecho, aunque no todos o todas lo quieran ver. Al contrario, ha abierto las puertas que se pretendían cerrar con más seguros para proteger, para garantizar una seguridad. Pero, desgraciadamente, no ha sido así. Esta ley se ha convertido en la salida a una libertad plena o más cercana que está siendo aprovechada por quienes aspiran a reducir o abandonar pronto su encarcelamiento.

 

Lo que les cuento en estas líneas no son simples números ni habladurías. Es lo que nos cuenta el propio Consejo General del Poder Judicial y que es muy posible que siga aumentado, porque son muchísimas las sentencias que se están revisando y otras que ya están en una fase muy avanzada, por lo que en los próximos días se pueden ir resolviendo. Con esa previsión es muy posible que las cifras aumenten porque, con la huelga de los letrados, no se han recopilado todos los datos de los distintos organismos afectados.

 

Desde que el pasado 7 de octubre, fecha en la que entraba en vigor lo que se suponía que iba a ser uno de los grandes logros de la ministra de Igualdad, Irene Montero, lo que estamos viviendo y viendo es un continuo desastre. Cada nuevo caso de reducción de pena o salida de prisión que se conoce es una herida que se vuelve a abrir, un recordar lo que nunca se ha olvidado porque la cicatriz siempre queda, una vuelta al miedo de la víctima, de sus familiares y amigos, un vivir a medias ante un mañana inseguro donde la venganza puede tener protagonismo.

 

Los datos no engañan. En este punto uno reclamaría consenso por parte de todos, pero lo que hemos visto hasta ahora es todo lo contrario, una forma de expresar las ideas políticas. En este punto se puede afirmar que la cabezonería o quizá la soberbia política no ayudan a encontrar una solución a este problema.

 

Ustedes recordarán que cuando comenzó esta polémica y oímos los primeros casos que pedían la revisión de sus condenas también oímos hablar a los políticos de la consideración ideológica de los que aplicaban la norma, los jueces. La ley que la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, defendió puede ser el principio de un fin por no admitir que cuando las cosas se tuercen hay que enderezarlas.

 

Ella y su partido, Unidas Podemos, socios del Gobierno, han seguido en sus trece, culpando a los jueces de este gran fracaso y echando balones fuera. Esta vez, el PSOE no ha cedido a sus presiones, y, como parte también de este desastre, ha planteado la reforma de la ley, que se aprobó gracias a los votos de la oposición. ¿Traición o cordura?

 

Queda más que patente el enfrentamiento entre los miembros del Gobierno de coalición. Y de ahí que este año las manifestaciones del Día de la Mujer hayan estado menos concurridas y hayan tenido incluso la falta de un sentido de fiesta que hasta ahora se les había dado a este día. Aquí podríamos añadir eso de que no todos se han comportado como se esperaba. Recordemos que el desarrollo de esta norma se debe, en parte, a la sentencia dictada en su momento contra un grupo, denominado “la manada”, y que supuso un antes y un después en estos delitos.

 

La sentencia de este caso generó rabia e indignación porque los agresores fueron condenados en primera instancia por abuso sexual y no por agresión sexual, aunque posteriormente el Tribunal Supremo lo elevó a delito de violación. La clave de aquel fallo fue el consentimiento, porque no se pudo probar que las relaciones no habían sido aprobadas por la víctima. Pero hay que recordar que la joven había sido drogada, con lo que su voluntad estaba mermada.

 

Es decir, los agresores no utilizaron la violencia para violarla porque ella no se resistió precisamente por los efectos de la droga, que la dejaron sin poder de decisión. Pero, aun así, como en aquel entonces no se pudo probar que ejercieran contra ella esa violencia física para penetrarla, el delito se quedó en un abuso sexual, con una condena de nueve años de prisión.

 

Antes de la ley del “Sí es Sí”, si te violaban con un tortazo era una agresión, pero si te drogaban y no había agresión física porque no oponías resistencia, era un abuso, por eso en las manifestaciones que hubo tras la sentencia de “la manada” la gente gritaba, ¡no es abuso, es agresión! Esto ha llevado a que, al despenalizar el delito de abuso, lo que se ha conseguido, o al menos es así como ha trascendido, es que muchos condenados por delitos de libertad sexual hayan pedido la revisión de sus condenas y se hayan beneficiado de una rebaja de estas, e incluso hayan podido salir de la cárcel. con esta nueva ley, lo que antes era abuso, al pasar ahora a tipificarse como agresión, tiene penas más duras; pero lo que antes era considerado agresión sexual, que ahora se denomina agresión sexual grave, tiene condenas inferiores a las que había con anterioridad (ahora se queda en 12 años de prisión como máximo y antes eran 15).

 

Por todo lo expuesto anteriormente, vemos que este año lo del Día de la Mujer ha estado marcado por las posturas de unos y de otros, por lo político y en este asunto nadie debería remar por su cuenta ni arrimar la ascua a su sardina. Los derechos de una mujer nunca han estado tan en debate como en este año. Las ramas no deben ocultarnos el bosque, y eso es lo que ha propiciado este debate. Luchemos por una sociedad más justa con todos los que la conforman, hombres, mujeres, menores y personas mayores porque eso es progreso y parece que algunos se han quedado anquilosados en el pasado.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 11 de marzo de 2023

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