EL MONÓLOGO / 163
Palabras, palabras, palabras…

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Por Pepe Moreno *

 

La verdad es que este es el tercer monólogo que escribo, porque los otros los he perdido durante la escritura. Unos porque los hice en el ordenador y se me apagó por falta de batería, y otros porque esto de la tecnología no es para un pureta como yo. Este último lo estoy escribiendo en el iPad y no es lo mismo.

 

Hoy quería escribirles de las promesas electorales. Estamos en la última semana de las elecciones. La semana que viene, a esta hora, estaremos en la jornada de reflexión y eso nos llevará a que ya no oiremos ni las músicas de los partidos, ni los candidatos estarán haciéndonos ofertas para que les votemos.

 

Por tanto, hoy, y siéndolo luchó, seré más corto de lo habitual porque escribo en un formato que no es el mío y con un cacharro al que no estoy habituado. La reflexión de este monólogo podríamos resumirla en que hemos oído a muchos candidatos prometernos de todo: desde unas vías de comunicación más acordes con los tiempos en los que vivimos a una serie de cuestiones que hacen que nuestro día a día sea más agradable. Pero son promesas que poco tienen que ver con la realidad. Necesitamos de cuestiones más próximas al vivir diario.

 

¿Es verdad que nadie va a venir a solucionarnos los problemas cotidianos? Desde luego. Lo que pasa es que los anhelamos. Nunca hemos visto, a lo largo de la geografía tantos camiones espichando nuestras calles. Me decía el otro día un vecino que necesitaba que las elecciones fueran cada año porque así arreglarían alcaldes, concejales, presidentes de Cabildos, consejeros, parlamentarios y Gobierno, los problemas que van generando cada mes y que solo solucionan cuando vienen las elecciones.

 

Nuestros gobernantes viven para este tiempo y nunca solucionan nada sino es en el tiempo electoral. Antiguamente editaban unos programas con los que se presentan a las elecciones y ahora lo solventan con las declaraciones con las que van regando sus comparecencias en los medios de comunicación o las que les preparan sus equipos de asesores. Van a un debate y ya no discuten sobre los temas que les plantean, sino que cada uno habla de lo suyo, de sus propuestas y luego, si te vi no me acuerdo, o matizan cada una de sus promesas.

 

¿Alguien se acuerda de lo que prometió algún alcaldable en 2019, que fue la anterior convocaría? Nadie. En medio hemos tenido una crisis del mayor tour operador, una pandemia, múltiples incendios y un sinfín de penalidades de las que hoy nos alegramos de haber superado y ni nos acordamos de lo que prometieron.

 

Además, algunos de ellos han dejado las siglas en las que concurrieron y hoy están en otras, por lo que lo que prometieron se ha quedado en mareo enunciado.

 

Ya expliqué en el artículo de la semana pasada como ni siquiera en la red podemos encontrar que fue lo que querían hacer y lo que realmente han hecho. Casi nada. El programa del que hablaba en su época el maestro Julio Anguita hoy no existe, o se lo pasan por el forro. Lo que valen son los votos que cosechan en la urna cada mes de mayo de cada cuatro años.

 

Es cierto que les escribe un despechado de la política, que no creo en nadie y que son muy pocos los que consiguen convencerme. Cada día estoy peor, pero es que los que consiguen el acta lo hacen basados en la capacidad de olvido de casi todo el mundo.

 

No quiero aburrirles, lo que si les pido es capacidad de análisis. Nos queda una semana de oírles a los que van procurando un acta, sea en la institución que sea, por tanto, seamos capaces de ver hasta donde son capaces de admitir que lo suyo, lo que nos prometen, tenga la consistencia necesaria para aguantar y poderse hacer. Si no es así, mal asunto. Es lo de aquel de prometer y luego y se verá hasta donde es capaz de hacer. Y si no se puede, tiempo habrá de echarle la culpa a otro de que no se hizo.

 

Hay promesas inconclusas, no realizadas y nunca abordadas. Esa parte es inapelable, insisto, pero es fundamental que, nosotros, los lectores, seamos críticos con ellos que cobran de una institución que nunca va tener los problemas que tenemos los ciudadanos para enfrentarnos a ello. Si no tenemos esa parte crítica siempre apelarán a lo que les escribí antes; al olvido de todos y así siempre se mantendrán en el machito del poder.

 

No quiero tampoco exclusivizar este artículo en ninguno de ellos, de los que están a punto de acabar su mandato, más bien generalizó, que como saben puede ser la manera de ser injusto, pero es que hoy sólo pido la conciencia crítica de los electores a falta de una semana para depositar el voto y que eso no sea una acción mecánica, la de votar, sino una manera reflexiva de hacerlo. No podemos votar con las tripas sino con el corazón y poniendo mucha cabeza en ello, en la acción de votar. Si hay alguien que no lo merece, usted mismo para obrar según lo que le dicte su saber.

 

Como les dije al principio hoy escribo en un formato que no es el habitual y por tanto espero su perdón por las faltas de concordancia y las que puedo cometer en esta forma de escribir. Lo lamento, espero poder hacerlo la próxima semana mejor.

 

Voy acabando. Estamos en la última semana, los candidatos y candidatas nos seguirán mirando desde sus carteles con esa forma en la que nos siguen con sus ojos. Es el momento de preguntarles por las promesas que a todos nos hicieron, si las cumplieron, si nos sentimos rehenes de las mismas, si sabemos exculparlos, entonces actuemos en conciencia, sino es así, lo mismo en sentido contrario. Actúe con la conciencia y no con otra parte de su organismo.

 

Nos queda una semana y es crucial que sepamos a qué atenernos. No les digo más. Prometo escribir con mejores utensilios en la próxima.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 20 de mayo de 2023

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