EL MONÓLOGO / 166
La vida sigue igual

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Por Pepe Moreno *

 

 

Estamos a una semana de que se constituyan los ayuntamientos, que serán los primeros en hacerlo. Una semana después lo harán los cabildos y finalmente, el día 27 de junio, el Parlamento de Canarias, de dónde saldrá el Gobierno que estará vigente hasta que sus socios quieran, o los cuatro años de esta XI Legislatura que nos llevará al 2027 en que nos volverán a convocar en las urnas, o antes si nos convertimos en un territorio en el que nadie quiere pactar, sino que lo arreglaremos los ciudadanos votando otra vez.

 

Los Consistorios no están todos arreglados y aún hay algunos pendientes de que más de uno se ponga de acuerdo para constituir una mayoría. En otros se han apurado a solventar este dilema, repartiendo cargos y emolumentos para que el 17 de junio todo se rija por un guion perfectamente escrito y que nadie se salga del mismo. Mientras todo esto espera y las comisiones negociadoras se emplean, los habitantes canarios soportamos largas colas en las autopistas y carreteras de las islas o aguantamos unas listas de espera en Sanidad como nunca.

 

Nosotros, los que votamos el pasado día 23 de mayo, esperamos para ver si nos arreglan algo que no tenía que haber llegado a este extremo si los que gobernaban hubieran cumplido con su deber, si hubieran pensado más en la gente y menos en la política en general. A lo largo de la campaña electoral hemos oído promesas que tenían que estar cumpliéndose porque para algo tenían las competencias y, sin embargo, nos hemos tragado que candidatos y candidatas dijeran que en menos de 90 días acababan con las colas o que tenían la solución para que no tuviéramos que esperar para recibir tratamientos o pruebas con la que nos diagnosticaran nuestros males.

 

Es ahora, durante los pactos, cuando nos hablan de bajar impuestos, de solucionar los colapsos de las carreteras o de que nos atienda un médico cuando realmente lo necesitamos. Es ahora cuando hablan de que la Justicia es muy lenta y que hay que darles, a los que la imparten, los medios necesarios para que no tarden tanto. Pero no lo han hecho antes, esperan a tomar posesión para hacerlo y mientras nosotros, los que necesitamos de todo, seguimos con esta desesperación.

 

No nos acordamos de algunas de las cosas que nos llevó incluso a hablar en el pasado de algunas de estas ocurrencias. ¿Se acuerdan de la cantidad de millones que decían que venían para ahogar las penas que nos agobiaban en plena pandemia? ¿Creen que esos dineros llegaron a alguien de los que los necesitaban en esos momentos? Hicieron un reparto de dinero para el que fue necesario recurrir al personal de las Cámaras de Comercio de las islas. Ellos fueron los que propiciaron que la burocracia no tirara por la borda todas esas ayudas.

 

Ya en ese momento me pregunté para qué estamos pagando a toda esa masa de funcionarios, excluyendo a maestros, profesores, personal médico, policías y demás y me estoy refiriendo a los que conforman las plantillas de las Consejerías y a los que sólo le falta ponerse manguitos y viseras. A los que trabajan tras una mesa, o teletrabaja, a los que nos piden una cita previa para irlos a ver. A esos me refiero, insisto.

 

Porque luego están los sindicatos, y sus liberados, que les defienden y nos dicen que están ahí para otros cometidos. Están para eso, para rellenar esos formularios y para tramitar este tipo de beneficios de auxilio a mucha gente. Pero claro, con la valoración de los políticos, todos quedamos extasiados con el buen hacer de los que trabajan en las Cámaras de Comercio que solventaron más de un problema de pequeños y medianos empresarios.

 

Otra promesa que quedó en el olvido, y que nos sirvió de debate durante algún tiempo, fue el anuncio de Pedro Sánchez de construir viviendas sociales en los terrenos militares que hoy están abandonados. Parques automovilísticos o cuarteles hoy vacíos de personal y que antaño se llenaban con chicos de la mili obligatoria. Todavía recuerdo al presidente del Gobierno diciéndole al del Cabildo, Pedro Martín, que en Tenerife se construirán casi 500 de esas promociones.

 

¿Han visto moverse algo que pueda decirnos que estamos en ese camino? ¿Qué pensó, por ejemplo, un afectado de la erupción volcánica cuando oyó decir esto, mientras estas personas malviven en un hotel, o en el fondo de una calle, o en una caravana o en un contenedor reconvertido o en una casa prefabricada o acogido por un amigo o familiar, porque lo perdió todo a causa de la lava, que se comió los esfuerzos de toda su vida? ¿Qué pensaría?

 

Durante esa erupción vino el presidente Sánchez hasta en seis ocasiones. También lo hizo casi todo su Gabinete, hasta los que no tenían competencias en la materia de la erupción y sus efectos. Todos prometieron el oro para los que lo perdían en una riada incandescente que no discriminaba. En esa isla el pasado 23 de mayo la gente recordaba qué se les dijo y qué no se cumplió.

 

No sé si ustedes han recordado otra promesa realizada en la campaña recién terminada. Aquella que también hicieron de avalar el 20 por ciento que pedían los bancos para conceder una hipoteca, sobre todo a los más jóvenes y que de este modo pudieran emanciparse. ¿Qué me he perdido? ¿Hay algo sobre este tema?

 

Podría seguir con el tema de la vivienda, que incluso se ha hecho una ley, pero no quiero porque parece que puedo entrar en terreno resbaladizo. Nuestros padres lo tuvieron peor, pero sacaron adelante a sus hijos y se hicieron con un techo en el que acogerlos a todos. Hoy parece que ese esfuerzo era el de unos pocos y no de la generalidad y tienen más predicamento la cultura de la okupación, con k, que la del esfuerzo de comprarla.

 

En Sanidad estamos peor que nunca. Ayer supe que la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife había abierto diligencias de investigación al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria porque entiende que hay indicios de delito en los retrasos que sufren los pacientes que necesitan tratamiento de radioterapia. Esta actuación de la Fiscalía, es por una denuncia realizada por la defensora del paciente, Carmen Flores, que en un completo informe dice que estos retrasos están poniendo “en riesgo” la vida de los pacientes y su recuperación. Llega a escribir que “el cáncer no espera, no puede ser que haya retrasos, ni máquinas que no funcionen”.

 

Y, como es natural, hay excusas para todo. Hemos oído a la gerente del Hospital de La Candelaria, Natacha Sujanani, argumentar que estos atrasos son como consecuencia de la obsolescencia de dos aceleradores lineales de los cuatro con los que cuenta el centro. Unos aparatos que tendrían que haber sido reemplazados en el pasado mes de septiembre, pero que aún no están calibrados para su puesta en marcha. Además, el visto bueno final lo tiene que dar el Consejo de Seguridad Nuclear, y aún no hay fecha.

 

Hay más excusas, en la boca de la gerente, como que no es para tanto, y que estos tiempos no son iguales para todos los pacientes con cáncer porque “cada uno es distinto”. Y la gerente explicó, como si tuviéramos necesidad de oírla, que un tumor en las mamas no puede esperar más de dos meses para ser tratado, pero que uno de próstata puede permanecer hasta seis meses sin pasar por radioterapia.

 

Imagino la cara y los ojos que han puesto los enfermos cuando han oído a esta profesional hablar en estos términos de una dolencia que padecen ellos, que les desespera, que les angustia y que no se les cae del pensamiento porque ven pasar los días y a ellos no les llama nadie para darles una cita o para saber cuándo comienza su tratamiento.

 

Pero no crean que ahí acaba este asunto grave. No, ni mucho menos. De momento, quizás para calmarnos, han decidido activar un Plan de Contingencia y la gerente, la que tiene que ver con todo esto, ha llegado a decir que “si vemos que algún paciente con cáncer va a estar esperando más tiempo del recomendado, lo derivamos al HUC, con el que tenemos abierta una vía de colaboración”. ¿Es esa la respuesta de una responsable de un centro médico? ¿De verdad?

 

Ellos, los políticos, siguen a los suyo; al pacto y a conformar mayorías con quien sea. Nos hablan de que ya han llegado a un acuerdo CC y PP para bajar el IGIC del 7 al 5%. Una rebaja que, según Juan José Hernández, gerente del Colegio de Economistas de Santa Cruz de Tenerife, el ciudadano de a pie no notaría una gran diferencia en la cesta de la compra. «Cuando hablan de reducir el IGIC hay una trampa. Van a bajar el tipo general, pero hay muchos más tipos impositivos del IGIC y de eso no hablan».

 

Nosotros, los consumidores no nos daremos cuenta de este descenso, pero el empresario sí, porque para ellos supone un desahogo financiero. Según este experto, «los precios no van a bajar, lo que va a bajar es el ritmo de subida de los precios”. Y ya lo vimos cuando nos quitaron los céntimos con los que se subvencionaban los combustibles: fue ponerlos y los precios subieron.

 

El otro día dijeron en una información que el precio del barril de petróleo ya estaba más bajo que al comienzo de la guerra de Ucrania y yo me pregunté ¿y qué? El litro de combustible vale más de un euro, ¿habíamos pagado antes del conflicto armado esos precios? Nunca, pero la información entra en nuestro subconsciente y se aparca ahí casi para que le demos gracias a Dios y a nuestros políticos sin que sepamos porqué lo hacemos.

 

Como decía, en estos días solo vale la información de con quién se hacen los pactos. Los negocian en salas a las que no tenemos acceso ninguno de nosotros y se reparten las responsabilidades, por no decir los sillones, entre ellos. Muchos ayuntamientos han subido el número de concejales a elegir y no lo han consultado con nadie, solo que los grupos de Gobierno hoy son mayores, con más gente y más sueldos públicos. Nosotros los ciudadanos corrientes y molientes solo servimos, por lo visto, para votar. Luego ya veremos qué es lo que hacen, aunque visto lo visto, me parece que el balance es corto como el estómago de una ameba.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 10 de junio de 2023

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