EL MONÓLOGO / 181
Tiempos de confusión e incertidumbre

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Por Pepe Moreno *

 

 

Ha terminado el verano, hemos llegado al otoño y, en la semana venidera, se esperan las sesiones en el Congreso de los Diputados para ver si Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP, logra la elección, tras haber ocupado dos días, como la figura principal, la tribuna de oradores.

 

Hoy en día no suma la necesaria mayoría que le da las llaves para entrar en la Moncloa, y nombrar a los suyos para formar parte del Consejo de Ministros y Ministras. Contando con el voto de Coalición Canaria, de la diputada Cristina Valido, le faltarían cuatro para ser investido y, a menos que otras tantas señorías rechacen lo que le impone la disciplina de voto, no llega.

 

De momento ese es casi el tema de conversación de todos. De que sí la amnistía es la moneda de cambio, de que si estamos en manos de un huido de la Justicia española, de que si vamos a Bruselas o a otro sitio más allá de los Pirineos a negociar, de que no hay ni un ápice de arrepentimiento en los socios, de que estamos ya inmersos en un absurdo de pinganillos en el Congreso de los Diputados.

 

De los millones en compensación que piden los independentistas, de la condonación de la deuda catalana y de un sinfín de habladurías que nos tiene locos a todos. Tampoco ayuda la silente postura de Sánchez, ni las verdades a medias, ni las declaraciones de unos y otros. Todo está contribuyendo a que estemos en un mar de dudas sobre lo que pasará.

 

Leí con suma atención el artículo que publicó en esta misma plataforma Eligio Hernández, e incluso cotejé algunas de las referencias que hizo en el mismo, y me reafirmo en que estamos en un tiempo de confusión. El domingo pasado examiné con atención lo que decía Jerónimo Saavedra en una entrevista en el Diario de Avisos y comprendí algunas cosas, pero me dejaron también perplejidades sobre lo que puede acontecer. Eran como las dos caras de una misma moneda, que además ninguno de nosotros maneja.

 

Y la verdad es que es un asunto que nos tiene a todos, al menos, atentos a la pantalla por lo que puede suceder. Pero claro, hay algunos otros asuntos que nadie está afrontando con la rapidez necesaria o haciendo lo posible para que no nos quite el sueño.

 

Ya hay bancos de alimentos que no están recibiendo, desde hace tiempo, ni aceite, ni leche, ni papas, ni algunas verduras, por lo que están dando a los más necesitados, una cesta básica que carece de lo que siempre se ha llamado “productos de primera necesidad”. Todo esto en medio de un Gobierno que, parece, que no puede hacer nada en la escalada de precios en la que estamos inmersos.

 

Con los tiempos que corren, nos dicen que nosotros, los canarios, estamos abocados a un mayor empobrecimiento. Decía el otro día el economista y director de consultoría en Corporación 5, José Miguel González, que en el Archipiélago tenemos lo que él denominó “un declive progresivo desde 1999 hasta la actualidad”.

 

Y eso es tan preocupante como que el Producto Interior Bruto por cada uno de los que vivimos en estas islas tiene implicaciones económicas y sociales añadidas. Nos contaba que la demografía juega un papel muy importante junto a la economía, repercutiendo en que la población que reside en las islas se ha ido incrementando paulatinamente.

 

González llegó a decir en su conferencia que ‘’tenemos una vitalidad demográfica positiva, lo que quiere decir que es laboralmente atractiva, ya que una de las condiciones para establecer el cambio de residencia es el económico y el laboral. En este sentido, aseguró que hay que tener en cuenta que el incremento de la población no procede principalmente de la población residente, sino de una inmigración madura.

 

Y ahí es donde estamos fallando. Aquí, desgraciadamente, no tenemos grandes industrias. El 80 % de las empresas canarias tienen menos de 10 trabajadores. Esto no es malo, pero lo que ocurre es que hay pocas empresas grandes, y eso genera dimensiones de trabajos que dificultan la promoción profesional o el incremento de la productividad dentro de la misma unidad de negocio.

 

Y además tenemos que contar con que nuestra población se está haciendo vieja y que los jóvenes no tienen tantos niños/as como antaño. Tenemos lo que se califica como un envejecimiento progresivo. Y todo esto afecta a las cifras canarias con respecto a España o Europa. Por eso ganamos menos, hay menos productividad y se resiente la competitividad de las empresas y la cohesión social.

 

Así que podemos decir eso de que hemos vuelto a las regiones europeas con menor nivel de renta. Esto se lo tenemos que achacar a los gobiernos de los distintos signos que hemos tenido en las islas en los últimos 25 años, pero este asunto no está entre las prioridades de nuestros políticos, que andan, como dije antes, más enfrascados en otros asuntos más de ellos.

 

Decía el otro día el economista José Carlos Francisco que, si en el Archipiélago se hubieran ejecutado el conjunto de las ayudas otorgadas desde la UE, en estos momentos la Comunidad Autónoma habría superado el PIB que tenía en 2019, ya que se trata de “dinero que se deja de invertir”.

 

Aseguró que “somos los últimos en ejecución de fondos” y, desde su punto de vista, una de las posibles causas se halla en la lenta maquinaria burocrático-administrativa de la Unión Europea, a la que se añade la existente en España y, además, la que se registra en el Archipiélago. Lo que podríamos llamar la burocracia, que tanto tiempo se come y que lo ralentiza todo.

 

Bien es cierto que también habrá quien apunte a la necesidad de que existan controles, que deben ser muy intensos, pero algunas veces impiden su ejecución, o lo hacen tan tarde que la obra en sí tiene que ser concebida de otro modo. Les pongo un ejemplo, en el Sur de Tenerife proyectaron una planta para regasificar y cuando fueron a hacerla ya el gas no tenía cabida. Por eso se necesita un cambio. El retraso en la ejecución de fondos no puede contemplarse de ese modo y hay que buscar un equilibrio entre agilidad y garantía.

 

Pero no solo vamos mal en la renta per cápita, sino también en otros ámbitos, como el de Educación, en la atracción y mantenimiento del talento. Lo vamos a tener difícil en el futuro, esto no va a ser fácil, y tendrán que venir varias generaciones para recuperarnos, pero de eso no nos habla una clase política que está en otro contexto y con otras preocupaciones.

 

En Canarias, tenemos casi 190.000 parados, sin embargo, la mayoría no puede desempeñar los puestos de trabajo que se demandan porque todo está relacionado con el nivel de preparación o con la formación que se ha recibido. Nadie intenta arreglar este asunto. Están más enfrascados en el asunto de cuánto nos debe el Estado Central, en los de la Agenda Canaria o en ver cómo superamos una investidura y si somos necesarios o nos llaman para la otra.

 

Decía el otro día un informe que, en España, un país con 2,7 millones de parados y la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea, las vacantes están en máximos históricos. Es la paradoja de las vacantes. Desde hace 40 años España siempre ha tenido el doble de paro que el promedio de países avanzados. Ahora vemos cómo, además de que eso se mantiene, hay un nuevo problema de dificultades para encontrar mano de obra, y es un problema más complicado de lo que nos temíamos.

 

La ratio de vacantes respecto a asalariados marcó máximos en el primer trimestre de 2023, desde septiembre de 2013, que es cuando comienza a realizarse la estadística de vacantes. En total, alrededor de 150.000 puestos de trabajo sin cubrir, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

 

Nuestro país, en su conjunto, tiene la mayor proporción de alumnos en carreras de Humanidades y una de las menores en carreras de ingeniería. El problema es que la demanda de empleados en humanidades es mucho menor que la de carreras técnicas, lo que termina provocando un desajuste entre la oferta y la demanda, además de efectos colaterales como que el 14 % de la población con estudios universitarios termine haciendo trabajos no cualificados.

 

Dicho con otras palabras, cada vez menos jóvenes quieren trabajar en las condiciones que tenían sus progenitores. ¿Cuántas veces hemos oído ese argumento? Pero también debemos tener en cuenta que hoy la vida es diferente y que no vivimos para el trabajo, sino que trabajamos para vivir.

 

Además, los economistas critican la falta de eficiencia del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), que emplea a menos del 5 % de los demandantes de empleo que tiene registrados.

 

Para llenar el vacío de vacantes, que irá agrandándose a medida que la generación del baby boom se vaya jubilando, los expertos demandan una reforma de las políticas activas de empleo y del sistema educativo, un mayor peso de la Formación Profesional, competir por atraer talento de otros países, utilizar la automatización de puestos como una aliada y complementar la jubilación con nuevas ocupaciones.

 

Por eso cabe preguntarse si nuestros dirigentes están por esa labor o por seguir ampliando los límites de una generosa nómina oficial. Es lógico que hagan oposiciones porque se ha estado mucho tiempo sin cubrir las plazas, pero no lo es cuando preguntamos y una inmensa cantidad de jóvenes aspiran a convertirse en funcionarios.

 

Estamos en una sociedad que lo tiene cada vez más difícil, pero no hemos modernizado ninguna de las estructuras laborales desde hace un siglo. Nadie está por esa labor. Los puestos oficiales crecen de manera descabellada. El otro día supe que ahora tenemos tres personas en departamentos del deporte. Un viceconsejero en esa área, un director general de Deportes, otro para los Deportes Autóctonos y otro para la Educación Física.

 

En el apartado de Seguridad y Emergencias antes teníamos un director general que se ocupaba de ambas materias y ahora, en el Gobierno nacido tras el 28M, tenemos dos, ocupándose cada uno de la misma materia que antes llevaba una sola persona. Y podríamos seguir.

 

Como ven hay muchos asuntos a los que no les prestamos demasiada atención. Ya no nos hacen caso a los que propugnamos que no se le puede dar un “puestito oficial” a los que no salen elegidos y hay que procurarle una nómina para que tengan un sueldo con el que mantenerse. En nuestra sociedad hay muchas carencias, mucha gente pasándolo mal y los que nos gobiernan están en otras cosas y la burocracia entullándonos. Algo habrá que hacer.

 

 

* José MORENO GARCÍA

Periodista.

Analista de la actualidad.

 

Islas Canarias, 23 de septiembre de 2023

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